La sanantonina que busca la casa propia con la venta de sus galletas
En 2019 a Vania Hernández le regalaron un taller de repostería y se encantó con el que hoy es su producto estrella. En este tiempo ha pulido su técnica y sus diseños, lo que le ha permitido llegar a más clientes de la zona.
Vania Hernández Barrios (27) es una de los tantos sanantoninos que llevan varios años luchando por alcanzar el sueño de la casa propia. En su caso se le hacía imposible juntar dinero para la vivienda, sencillamente porque sus ingresos no se lo permitían.
"En general no es muy fácil ahorrar hoy en día y mucho menos cuando uno tiene una familia, niños y hay más de un gasto, entonces veía como un poco lejano conseguir los recursos para optar a una casa propia", cuenta la vecina de la población 30 de Marzo.
Tarea pendiente
La joven es técnico en enfermería y madre de dos hijos, de seis y dos año, por lo cual nunca ha podido ejercido su carrera.
"Cuando estaba estudiando tenía a mi hijo mayor muy pequeñito y en ese momento, las prácticas fueron complicadas, y después, cuando me titulé, estaba embarazada de la menor, así que todo se me complicó", relata.
-¿Nunca te planteaste la idea de ejercer después del segundo embarazo?
-Lo que pasa es que no me gustaba la idea de que los niños estuvieran mucho tiempo sin mí. Además, por más que mi familia quisiera colaborarme, todos trabajan, entonces no me podían ayudar cuidándolos para que yo trabajara.
-¿Sentía que aún no era el mejor momento para ejercer?
-Claro, además que con la profesión de mi pareja tampoco se nos hacía muy compatible. Él es enfermero, entonces tiene turnos complicados, al igual que los de los técnicos en enfermería, entonces el panorama era difícil y preferí dedicarme al cuidado de los niños.
Trabajo
La joven trabaja desde la casa apoyando a su padre. Ella se encarga de la recepción de los pedidos del negocio que él posee, lo que le permite generar sus propios ingresos.
Sin embargo, lo que ganaba no le alcanzaba para ahorrar. "Teníamos el sueldo de mi pareja y el mío al trabajar con mi papá, pero yo quería algo más, algo que pudiera destinar ciento por ciento al ahorro de la casa. Con nuestros ingresos nos alcanzaba para cubrir los gastos de la casa y alguna emergencia, pero no para juntar".
La opción de generar ingresos desde su propia casa la dejaba tranquila, a pesar de no ejercer la carrera que había estudiado con tanto esfuerzo.
"Si bien no podíamos ahorrar como hubiéramos querido, al menos no nos faltaba nada, sentía que se podía posponer un poco lo de mi carrera hasta que la situación económica fuera mejor o hasta que los niños estuvieran más grandes", agrega.
Curso
En el 2019 a Vania le regalaron un curso de repostería, que se transformó en una oportunidad única para emprender.
En el taller aprendió rápidamente a elaborar galletas, un producto que la cautivó desde el primer momento y que terminaría convirtiéndose en una vía para alcanzar uno de sus más grandes anhelos.
"De todo el curso, solo un día aprendimos lo de las galletas y yo quedé fascinada. Me encantaron y quise probar haciéndolas con diseños, dibujos con glaseado y cosas así, pero nunca pensé que se transformarían en un negocio", cuenta sobre aquella capacitación que cambió su rumbo.
-¿Qué pasó después del curso?
-Yo vengo de una familia con muchos primos chicos y también en muchas ocasiones a mi hijo lo invitaban a cumpleaños y él llevaba galletas con diseños que le encantaban a los niños. Entonces empecé a hacerlas para toda ocasión especial.
A medida que pasaba el tiempo y seguía preparando sus galletas para distintas celebraciones, Vania fue mejorando su técnica, sobre todo en los dibujos, ya que asegura que no eran iguales a los de ahora.
"Después de todo este proceso de perfeccionamiento, siento que el dicho 'la práctica hace al maestro' es muy real. Al principio los diseños no eran ni parecidos a los que hago ahora y la verdad no pensé que iba a llegar a pulirme tanto", cuenta entre risas.
Cuarentena
Vania asevera que gran parte de los meses de confinamiento del año pasado los pasó junto su familia en la comuna de Isla de Maipo.
Allá comenzó a vender queques marmolados, una técnica que combina dos colores, como una forma de generar recursos para sus gastos.
"Al volver a San Antonio empecé a hacer las galletas y mi primer evento por así decirlo, en que las tuve, fue en el bautizo de mi bebé. Ahí me atreví y creé Majú Galletas y las primeras ventas fueron para el Día del Profesor, en octubre del año pasado", expone.
Majú Galletas, nombre que inventó en honor a sus hijos Mateo y Julieta, se ha vuelto en la oportunidad de Hernández para cumplir su meta de ahorrar y llegar a comprar su casa.
"Después de atreverme a crear las redes sociales para que la gente me conociera, vino el boom de ventas que fue en Navidad. Nunca me había sentido tan bien y realizada. Estaba cumpliendo una meta que alguna vez vi tan lejana", asegura.
-¿Qué ha significado todo este crecimiento para ti?
-Mucho, es como un todo. No solo trabajo con los pedidos que me hacen, sino que también tengo encargos de otros emprendedores para sus cupcakes y cosas así. Me siento súper útil y con muchas ganas de probar otras cosas para que Majú Galletas siga creciendo.
A gusto del cliente
Vania cuenta que todos los diseños de sus galletas son realizados a pedido del cliente y deben coordinarse con al menos cuatro días de anticipación.
Las solicitudes las recibe a través de Instagram (@majugalletas) o Facebook (Majú Galletas San Antonio) y pueden ser retiradas en el domicilio de Vania en la población 30 de Marzo o pedir el servicio de delivery con un cargo de dos mil pesos.
"Trabajo solo de noche, porque con los niños y mi otro empleo me cuesta preparar las galletas en el día. A veces paso de largo y no estoy cansada, porque hacer esto no solo me gusta mucho, sino que además me relaja enormemente", sostiene.
-¿Se siente feliz a pesar de lo agotadoras que pueden ser sus jornadas de trabajo?
-De todos modos y me lo preguntan harto. Yo no lo veo como un trabajo forzado que tengo que seguir haciendo porque necesito la plata y no me gusta. Es todo lo contrario, a mí esto me tiene de lo más feliz. De hecho, el confinamiento no ha sido terrible porque me relajo, tal como lo hago al dibujar.
"Si tuviera que agradecer a alguien por todo lo que he conseguido es a mi familia y a mi pareja, por creer tanto en mí, pero sin duda, no puedo dejar de agradecer a mis clientes por la preferencia y la confianza que depositan en mi trabajo", concluye.
"Teníamos el sueldo de mi pareja y el mío al trabajar con mi papá, pero yo quería algo más, algo que pudiera destinar ciento por ciento al ahorro de la casa",
Vania Hernández
"Después de todo este proceso de perfeccionamiento, siento que el dicho 'la práctica hace al maestro' es muy real. Al principio los diseños no eran ni parecidos a los que hago ahora",
Vania Hernández
"Trabajo solo de noche, porque con los niños y mi otro empleo me cuesta preparar las galletas en el día",
Vania Hernández