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Ojos de Mar de Llolleo

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por Yvaín Eltit, presidente Sociedad de Folclor Chileno.

El río Maipo empieza su andar allá en la laguna Nacimiento (cordillera metropolitana) hasta desembocar en el océano Pacífico. Es aquí donde se gesta uno de aquellos pedacitos de paraíso en nuestra querida provincia de San Antonio, me refiero a Ojos de Mar o Lagunas de Llolleo.

En palabras del folclorólogo Oreste Plath (1907-1996): "el mar es afluencia de vida para el pueblo chileno", nos contaba en el mítico libro "Baraja de Chile" (1946), cuánta razón tenía el maestro cuando este invaluable humedal urbano ha estado atravesado por la influencia costera desde sus orígenes hasta hoy, pero no exento de modificaciones naturales y humanas. Este ecosistema único en la zona se emplaza en el sector la playa de Llolleo (en voz mapuche llolle, lugar donde se pesca con redes llolles). Se poseen indicios del primer mapa hidrográfico de nuestro puerto (1875) que ya había diez lagunas en el sector, antes que cualquier injerencia externa, luego con la construcción del molo sur en 1911. Finalmente con la regulación de obras portuarias en 1947, terminaron por consolidar la formación de las lagunas. Desde la década de 1970 comienza la reducción del humedal conjuntamente con la desaparición de la población Juan Aspeé, y posteriormente con el terremoto de 1985 se inició una acumulación de escombros y desechos que aún perduran.

El área actual que ocupan los ojos equivale a 146.807 m² y un perímetro aproximado de 2000 m, se divide en tres lagunas: norte, sur y menor, con ambientes de agua dulce y salobre (que contiene mucha o sabor a sal), bordeada además de fascinantes dunas de gran exuberancia. Entre sus múltiples residentes se contabilizan 133 especies de vertebrados, de las que 115 son aves, entre ellas destacan: cisne coscoroba y cisne cuello negro (población de riesgo), flamenco chileno, cuervo del pantano, pilpilén y pato de alas azules, además sapo de rulo, culebra de cola corta, guanay, becacina, solo por mencionar algunos; entre los peces destacan: lisa (nativo) y pejerrey chileno. Mientras que en su vegetación se hallan chépica, docas, totoras, hierba del chancho, grama salada, junco, totora y vautro, más una gran variedad de algas, esta flora está sobre todo potenciada por las napas subterráneas, las cuales la hacen un sitio natural superior a las lagunas de Cartagena y el Peral.

Otro ámbito invaluable es el antiquísimo patrimonio arqueológico indagado por el médico chileno Aureliano Oyarzún Navarro (1858-1947), quién lo detalló en "Los kjoekkenmoeddinger o conchales de las costas de Melipilla i Casablanca" (1910), dando cuenta de la fuerte presencia de la cultura Llolleo.

La tarea por delante es no quedarnos ciegos, oponernos a cualquier alteración artificial, así que a cuidar, preservar y concientizar nuestros ojos de mar.

"Este ecosistema único en la zona se emplaza en el sector la playa de Llolleo (en voz mapuche llolle, lugar donde se pesca con redes llolles)".

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Increíble conducta de turistas: no ayudan a marsopa varada y prefieren tomarse fotografías

El ejemplar del cetáceo murió mientras los visitantes perpetuaban el momento.
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La conducta de los seres humanos a veces traspasa los límites del entendimiento y a más de alguien lo lleva a pensar que los valores están trastocados.

El actuar de un grupo de turistas en la comuna de El Tabo puso en duda eso de que "el hombre es la especie superior" en este mundo.

El conservador y director del Museo de Historia Natural e Histórico de San Antonio, José Luis Brito, denunció que durante el transcurso de la jornada del viernes una marsopa bebé varó en una playa de la comuna de El Tabo y los bañistas en vez de devolverla al mar se sacaron fotos con ella para subirlas en las redes sociales.

Además existen registros audiovisuales del inusual suceso, donde se puede apreciar como un grupo de turistas rodea al animal y comienzan a sacarse selfies.

Muchos se reían y disfrutaban del hallazgo, mientras el pequeño cetáceo sufría fuera de su hábitat.

Según informó Brito, "esto ocurrió en la playa San Carlos de El Tabo, lugar donde el cetáceo terminó finalmente muriendo".

El ambientalista relató que "las primeras informaciones indican que la marsopa estaba viva al momento que varó en la playa. Aparentemente alguien intentó meterla al agua, pero como nadie sabía nada se volvió a varar. Entre el griterío, la acumulación de personas nada se pudo hacer, puesto que comenzaron a sacarse fotos con la cría", expuso.

El conservador del museo sanantonino agregó que "para cuando llegaron los salvavidas, protección civil de El Tabo y Sernapesca, el ejemplar estaba muerto. Ahora estamos pidiendo para el museo la tutela de su cadáver para estudios, pues existen muy pocos ejemplares de este tamaño conservados en el mundo. Se está solicitando al Sernapesca, ya que inicialmente fue enterrado", explicó el director del Musa.

Marsopa negra o espinosa

El ejemplar varado correspondía a una marsopa negra o espinosa, un cetáceo que habita las aguas de Sudamérica. La longitud de los ejemplares adultos es de 150 cm, con pesos promedio de 75 kg.

Crónica

cronica@lidersanantonio.cl

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Los turistas tomándose fotos con el ejemplar de marsopa varado en El tabo.
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