Pololos cumplen un sueño gracias a su emprendimiento
Camila Martínez y Luis Piñones vendieron cosas de sus propias casas para hacer capital y hoy ven los frutos de su trabajo. Él podrá retomar la carrera de kinesiología y ella comenzará a estudiar medicina veterinaria.
Camila Martínez Ramírez (26) es preparadora física, pero quería comenzar a estudiar otra carrera.
Tenía todo muy bien planificado. Durante el 2020 su idea era realizar clases de distintos talleres de actividad física, que había pactado con distintos municipios, lo que le entregaría el dinero necesario para pagar su nueva carrera, pero el destino le tenía deparada otra cosa.
"Tenía que firmar el contrato y como en el verano con mi pololo habíamos trabajado en otra cosa, nos habíamos ido de vacaciones al sur. Volvimos porque tenía que hacer ese trámite, pero justo estaba empezando la pandemia aquí. Ahí todo cambió", recuerda Camila, quien reside en El Tabo junto a su pareja.
-¿La pandemia te jugó en contra?
-Completamente. Para mala suerte mía, me jugó una mala pasada. Evidentemente, cuando se declaró la pandemia en Chile, todas las actividades deportivas quedaron suspendidas, por lo que perdí el trabajo.
Sin empleo
A diferencia de Camila, que había quedado sin trabajo, su pololo Luis Piñones Basay (28) estaba estudiando.
Su situación también se complicó, ya que debió congelar su carrera de kinesiología por problemas económicos que se intensificaron con la emergencia sanitaria al no poder trabajar.
"Con Camila sabíamos que algo teníamos que hacer. Aparte de necesitar para que yo siguiera estudiando y para que ella iniciara una carrera nueva, teníamos que generar ingresos para el diario vivir. Todos lo estaban pasando mal con la pandemia y había que encontrar soluciones", sostiene el estudiante de kinesiología.
-¿Pensaron que algo así podría pasar?
-Camila: O sea, es que fue algo que escapaba de nuestras manos. Yo tenía un plan súper armado de cómo funcionaría mi 2020, pero lo que pasó al final no tiene que ver con el municipio, la gente o conmigo, sino que la situación sanitaria no lo permitía, no quedaba más que aceptarlo.
Qué hacer
En mayo de 2020, pocas semanas después de la llegada de la pandemia al Litoral Central, comenzaron a buscar opciones para emprender con algo que fuese atractivo para la gente.
La dificultad más grande estuvo en cómo conseguir capital, ya que ninguno de los dos estaba trabajando.
"Queríamos vender algo, ojalá que no se viera tanto acá en El Tabo y que fuera llamativo. Sabíamos que necesitábamos capital, una suma pequeña, porque tampoco nos podíamos arriesgar con tanto", indica Luis.
No quisieron pedir préstamos a familiares, por lo que optaron por vender artículos que tenían en buen estado y que ya no usaban para reunir un poco de dinero.
"Me acuerdo que cuando Luis me dijo que vendiéramos cosas que ya no usábamos para juntar plata, lo encontré casi imposible. Me negué un poco a la idea, porque no sabía si iba a funcionar. Yo nunca había vendido algo", comenta Camila entre risas.
-¿Y cómo les resultó la idea?
-Luis: Bien, súper bien. Además, empezamos a ofrecer equipamiento deportivo, y como la gente en mayo ya estaba comenzando a pensar en hacer deporte en casa por la pandemia, a muchos les vino como anillo al dedo como se dice popularmente.
Litoral Shopping
Luego de las primeras ventas por internet, llegó el anhelado momento de realizar una inversión y crear una tienda online.
El proyecto estaba claro: venderían productos cosméticos, principalmente para el cuidado facial.
"Nos arriesgamos, pero igual es un poco chistoso cómo nos arriesgamos. Compramos en una tienda en Santiago para probar suerte y era tan poquito lo que compramos, que nos enviaron las cosas en una caja de zapatos", explica Camila, mientras Luis suelta una risotada.
A mediados de mayo del año pasado pudieron comenzar a vender sus cosméticos a través de su tienda online, que bautizaron con el nombre de Litoral Shopping.
"Necesitábamos que la venta de cosméticos funcionara para no perder el dinero que habíamos reunido vendiendo nuestras cosas. Afortunadamente, todo salió bien. Al mes de recibir esa primera caja de zapatos ya estábamos construyendo una repisa porque los productos eran muchos", asegura Luis.
-¿O sea que los productos tuvieron un buen éxito de ventas?
-Camila: Yo creo que no lo dimensionamos del todo hasta que vimos cómo la inversión crecía y cómo nosotros dos adquiríamos más conocimientos respecto a manejar las ventas a través de las redes sociales. Fue todo súper rápido, pero se debió a que la gente confió en nosotros.
"Funcionamos por Instagram (@litoral.shopping) y con un WhatsApp empresa, con todo eso las ventas se han potenciado, porque además la gente puede ver descripciones de los productos. También tenemos un puesto en nuestra casa y ahí nos apoyamos también", agrega ella.
Tiempo
Pese a que durante la primera parte del año pasado ambos vivieron momentos complicados por la falta de trabajo, ahora ven esa situación como una oportunidad.
Pudieron dedicar todo su tiempo a su proyecto, conseguir clientes y aprender a gestionarlo.
"Para volver a estudiar, la idea era que el negocio no estuviera partiendo, sino que ya estuviera posicionado. Y esa fue la oportunidad que nos dio el encierro al no estar trabajando en otra cosa o estudiando", sostiene Camila, quien cuenta que las fiestas de fin de año fueron claves para aumentar las ventas.
"En todo diciembre no paramos de trabajar, fue algo de locos, pero nos permitió darnos a conocer con clientes que no usan redes sociales y eso fue importante igual. Nos hemos ido fortaleciendo poco a poco y eso nos llena de orgullo", agrega la joven preparadora física.
Sueño compartido
Aparte de los ingresos económicos, hay una satisfacción inmensa que les ha entregado este emprendimiento: ambos podrán concretar su sueño de volver a estudiar.
Este año Luis retomará sus estudios de kinesiología y Camila cursará su primer año de medicina veterinaria.
"Tener el dinero para volver a estudiar siempre fue parte del plan, pero yo creo que ninguno pensó que podríamos concretarlo tan rápido. Sin este emprendimiento, no sé de dónde habríamos sacado recursos", apunta Camila Martínez.
El negocio, además, los sacó del aburrimiento y la monotonía que implicaban la pandemia y el confinamiento. Por otra parte, no vivían juntos, hasta que las circunstancias, requirieron que Camila comenzara a pasar más tiempo en la casa de Luis.
"Estábamos recibiendo mucho stock, había que coordinar las entregas, las fotos, pedidos para fuera de la provincia y otras cosas. Entonces, sin darnos cuenta, Camila empezó a vivir en mi hogar para evitar trasladarnos tanto de casa en casa", dice Luis.
-¿Qué harán con la tienda ahora que ambos estarán estudiando?
-Camila: Seguirá vigente, de todos modos. Ahora que está más consolidada la tienda, podemos delegar algunas funciones y así dedicarnos también a los estudios. Es cosa de organizarse, pero este emprendimiento nos ha dado tanto que no podríamos dejarlo solo por estudiar.
"Me acuerdo que cuando Luis me dijo que vendiéramos cosas que ya no usábamos para juntar plata, lo encontré casi imposible. Me negué un poco a la idea, porque no sabía si iba a funcionar. Yo nunca había vendido algo",
Camila Martínez
"Necesitábamos que la venta de cosméticos funcionara para no perder el dinero que habíamos reunido vendiendo nuestras cosas",
Luis Piñones
"En todo diciembre no paramos de trabajar, fue algo de locos, pero nos permitió darnos a conocer con clientes que no usan redes sociales",
Camila Martínez