Ingeniera informática combate la cesantía confeccionando collets
María Luisa Sepúlveda y su madre perdieron sus trabajos, pero iniciaron este emprendimiento. Además se asociaron con una amiga de la joven de El Quisco y ahora cuentan con alguien que teje algunos productos.
María Luisa Sepúlveda Acuña (26) es ingeniera en informática de profesión. Igual que muchos chilenos, en medio de la pandemia y por las consecuencias económicas que trajo el virus, perdió su trabajo.
Nacida en El Quisco, se desempeñó en el área de informática de la municipalidad de su comuna, pero fue despedida.
"Ya me había acostumbrado a tener mi plata y mis propios ingresos, sentía que no podía volver a depender de mis papás nuevamente, porque estaba sin trabajo. Además, mucha gente estaba pasando por lo mismo", aseguró María Luisa Sepúlveda.
La necesidad
Muchas personas durante la pandemia perdieron sus fuentes laborales y la familia de la joven quisqueña también fue afectada por las secuelas de la pandemia.
Su mamá trabajaba haciendo aseo en cabañas de veraneo. Como estas tuvieron que cerrar, perdió su fuente de ingresos.
"De alguna forma, solo teníamos el sueldo de mi papá para mantener la casa y esa no era la idea. Era complicado, había que pensar mucho en qué hacer, porque como toda familia, teníamos que tener para comer", explicó sobre el complejo momento que enfrentaron.
Era diciembre del año pasado y la familia continuaba pensando cómo generar recursos, con algo que no los expusiera al riesgo de un contagio, pero que también los motivara.
El capital apenas existía, pero las ganas eran un factor clave que utilizaron a su favor.
"Fueron varios meses de pensar qué hacer y cómo hacerlo. Pero algo que teníamos claro es que de brazos cruzados no podíamos estar. Yo igual buscaba trabajo en mi área, pero no había y eso era frustrante", confesó.
-¿Pensó en irse de El Quisco y trabajar en otra ciudad?
-Estaba todo el país en la misma situación y la cesantía aumentaba. Claramente se comenzó a prescindir de algunas áreas y me vi afectada. Si hubiera existido la posibilidad de irme y ayudar en mi casa, lo habría hecho.
Fanatismo
Si bien la familia tenía una necesidad y estaban buscando cómo sanearla, llegó la oportunidad sin darse cuenta.
María Luisa se define como una fanática de los scrunchies, que son un colet para el cabello hecho con telas de diversos diseños.
Estos productos son populares entre jóvenes y adolescentes.
"Siento que esto de los scrunchies, más allá de su función, que es para el pelo, se han convertido en un accesorio, que buscamos combinar con la ropa. Me encantan y sentía que cada vez compraba más", relató.
-¿Pensaron en que ese podría ser el proyecto que buscaban con su mamá?
-Yo creo que esa oportunidad siempre estuvo y nunca nos dimos cuenta, hasta que se me ocurrió hacer yo misma mis scrunchies. Como vivimos en la costa, me daba cuenta que en varios puestos vendían y no tenían tanta variedad, entonces vi que existía esa necesidad.
-¿Entonces todo comenzó por tu gusto por los scrunchies?
-Algo así, porque yo siempre compraba, pensaba igual que muchas chicas que compran, que al final es un producto bonito, que se puede lucir igual y que, como decía antes, se ha convertido en un accesorio.
Coser
La idea era viable, porque la mamá de María Luisa, tenía una máquina de coser y diversas telas. Así que la ingeniera informática le propuso que se asociaran en la confección de los scrunchies.
No necesitaban una gran inversión, ya que parte de los materiales los tenían, así que solo compraron algunos más y se pusieron manos a la obra.
"Me da un poco de risa, pero me acuerdo que no sabía nada de la máquina de coser y mi mamá con mi papá me fueron enseñando, porque no podía hacer todo ella. No me costó tanto aprender, pero era algo que nunca pensé que haría", recordó.
-¿El recibimiento de los productos cómo fue entre los clientes?
-Pienso que un factor grande fue que somos una tienda del litoral y muchas de las que se estaban creando en medio de la pandemia son de San Antonio y con las restricciones que había a las chicas de acá les costaba más comprar, entonces nosotras fuimos con mi mamá la alternativa finalmente.
Crecimiento
Al poco tiempo de iniciar Teo Tienda, María Luisa Sepúlveda y su madre Marcela, se asociaron con una amiga de la ingeniera, para aumentar el capital del emprendimiento.
Con la idea de seguir creciendo, crearon una cuenta en Instagram (@teo_tienda) donde ofrecen sus productos y comenzaron a indagar en qué otros productos podían vender.
"Con mi amiga, María Ignacia, nos dimos cuenta que lo otro que se estaba estilando, en cuanto a accesorios para el cabello, eran los turbantes, más conocidos como los cintillos. Su abuelita teje, entonces ella es quien los hace y así tenemos constantemente un stock de productos".
-¿Cómo está el flujo de ventas de los productos que ofrecen?
-Hay días que son bien lentos, como flojos, pero hay otros en que no paramos en toda la semana. Siento que esto en general es algo de no parar, sobre todo al inicio para que la gente pueda preferirnos.
-¿Cómo buscan innovar?
-No queríamos solo ser una tienda de scrunchies, sino que siempre estuvo entre los planes progresar. Así que ahora ofrecemos los mismos scrunchies hechos a crochet, turbantes y otros productos de decoración como fundas de cojín y cosas similares.
Otra innovación que buscan integrar al proyecto es el trabajo de su padre, Alex, quien realiza cuadros con la técnica de la hilografía.
"Esto consiste en que él pone clavos sobre una madera y va armando una figura o un diseño con los hilos que se van enganchando. Nosotros nunca pensamos que con esto nos iría tan bien como ha sido hasta ahora. Es un camino que hay que seguir recorriendo, pero lo estamos haciendo de la mejor forma", aseveró la joven.
-¿Ven la posibilidad tu o tu mamá de volver a sus trabajos de antes?
-Yo creo que en el caso de mi mamá está difícil, porque el lugar donde trabajaba no puede atender, pero yo continúo siempre buscando y de encontrar habría que hallar el equilibrio para mantener ambas cosas.
"Me había acostumbrado a tener mi plata y mis propios ingresos, sentía que no podía depender de mis papás nuevamente, porque estaba sin trabajo",
María Luisa Sepúlveda.
"Teníamos claro que de brazos cruzados no podíamos estar",
María Luisa Sepúlveda, ingeniera informática de, El Quisco.