La emprendedora que apostó por un particular nombre para sus chocolates
La joven Lucero Toledo arribó a San Antonio hace seis años y decidió quedarse tras convertirse en madre. En plena cuarentena, creó un negocio de chocolatería cuyo nombre llama la atención de los clientes.
Lucero Toledo Valencia (21) es oriunda de Santiago, pero en enero 2015 arribó a la comuna de San Antonio con el propósito de comenzar a vivir con su papá.
Al poco tiempo de llegar conoció al hombre que se convirtió en su pareja y a fines de ese mismo año quedó embarazada.
Por distintas circunstancias personales, posteriormente se estableció en la casa de la familia de su pololo.
"Tenía 15 años cuando quedé embarazada y después me tomé un año para poder cuidar a mi bebé. Eso me hizo atrasarme en los estudios. Desde el momento en que quedé embarazada, la familia de mi pareja estuvo conmigo, apoyándome en todo, pero yo igual quería sentirme útil", explica Lucero.
-¿Útil en qué sentido?
-Lo que pasa es que como era chica y recién había sido mamá, ellos me decían que no era necesario que yo aportara dinero y que me preocupara de cuidar a mi bebé, pero como no es la casa de uno, por más que ellos me dijeran que no me preocupara por la plata, yo quería hacerlo de todos modos.
Estudios
En 2018 esta joven madre decidió que era momento de estudiar algo que le gustara y que la proyectara hacia el futuro. Su madre la acompañó a matricularse a Valparaíso para que cumpliera el sueño de ser profesional.
"Ahora estoy cursando mi último año de Radiodiagnóstico y Radioterapia, algo que me tiene inmensamente feliz porque siento que será una gran decisión para el futuro. Tengo que pensar en mi hija, y por ella he hecho los sacrificios.
-¿Qué tipo de sacrificios?
-Mi hija tiene cuatro años y medio, y cuando empecé a estudiar era más pequeñita. A diferencia de otros jóvenes que entran a estudiar a la universidad, yo no me podía irme a vivir a Valparaíso. Todos los días me tenía que levantar a las 5 de la mañana.
-¿Qué tan desgastante era viajar todos los días?
-Bastante la verdad, porque se acumula el cansancio de viajar, las clases, dormir poco, y entremedio de todo, tenía que seguir siendo mamá, hacer trabajos y además quería generar ingresos. A pesar de todo, siempre he creído que todo esfuerzo trae recompensas.
En san antonio
Cuando Lucero quedó embarazada de su hija Agustina, tuvo la posibilidad de regresar a la capital para estar más cerca de su mamá, pero finalmente optó por establecerse en la comuna puerto.
La joven cuenta que la determinación de venirse a vivir a San Antonio la tomó porque quería pasar más tiempo con su padre, de quien estuvo alejada durante bastante tiempo. Por lo mismo, no quiso que la historia se repitiera con su hija.
"Estaba la opción de irme a Santiago y que mi pareja fuera para allá o que viniéramos para acá con la bebé. El tema es que de esa forma mi hija y mi pareja estarían muy poco tiempo juntos y yo no quería andarla peloteando como se dice", asegura.
-¿Querías que estuvieran los tres juntos desde un inicio?
-De todos modos. Quería entregarle estabilidad desde un principio. Ahí fue cuando me fui a vivir con mis suegros en Alto Mirador. Quizás, si no hubiera quedado embarazada, me habría ido a Santiago, porque a esa edad (15 años) uno no sabemos mucho de relaciones estables.
Lucero siente que la decisión que tomó de radicarse en San Antonio fue la mejor, ya que nota cómo la relación con su pareja y su hija se afianza cada vez más y también siente que ella ha crecido.
"Estoy mucho más madura, aunque eso tiene que ver con la edad, pero creo que también ha jugado un rol fundamental el hecho de enfrentarse a una ciudad nueva, sola de alguna forma. Sentí mucho apoyo siempre de parte de la familia de mi pareja, pero es distinto a tener a la familia de uno cerca", reflexiona.
Primera inversión
Desde el año pasado Lucero tiene solo clases online en la universidad, lo que le ha permitido descansar un poco más, estar más horas con su hija y también emprender.
Tras la aprobación de los dos retiros del 10% de la AFP, su madre le entregó una suma de dinero para que pudiera cumplir algún proyecto.
Como siempre le gustó el área de la manicure, se inscribió en un curso para trabajar en su propia casa. "Soy manicurista certificada y me dedico al embellecimiento de las uñas. Antes de la primera cuarentena, no hacía eso, solo hacía pasteles en la casa y ni siquiera para vender, sino que para la familia".
Esta forma de generar ingresos le cayó como anillo al dedo, especialmente para no exponerse a un contagio de coronavirus.
"Me daba miedo contagiarme y que le pasara algo a cualquiera de los que viven conmigo, pero tenía que seguir trabajando, hasta que llegó la segunda cuarentena total y me di cuenta que era cada vez más riesgoso", sostiene.
Emprendimiento
El pasado jueves 25 de febrero, día en que el Gobierno anunció que San Antonio retrocedía a la fase 1 de Cuarentena Total, Lucero estaba recorriendo el centro de la ciudad con la idea de comprarle zapatos a su hija.
La gente comenzó a comentar la noticia en la misma calle. Ella se aseguró de la veracidad de la información y prefirió pagar una cuenta, y los últimos 10 mil pesos que tenía, los invirtió en productos para hacer chocolares y venderlos.
"Me acuerdo que quería darme un gusto y comprarle zapatos a mi hija y pensé que, en la semana, cuando hiciera servicios de manicura, juntaba la plata de una cuenta que tenía que pagar, pero como dijeron lo de la cuarentena, sabía que no tendría más trabajo en eso", explica.
-¿Por qué optaste por los chocolates?
-Siempre he sido buena para la repostería, es algo que me gusta. A los pocos días vi unos moldes para hacer chocolates con forma de pene y ahí me di cuenta que no existían acá.
Al comienzo, reconoce que muchos se rieron de su idea, pero ella perseveró. Compró los moldes, se puso manos a la obra y a la semana su cuenta en Instagram se disparó de 50 a 800 seguidores.
"Todos me decían que cómo iba a vender chocolates con esa forma, que nadie los tomaría en serio. Se reían mucho cuando les contaba, pero yo hice oídos sordos. Seguí con la idea hasta que me funcionaron. Mi última clienta de manicura fue la primera de Tula Choc", sostiene.
-¿Cómo ha recibido la gente este emprendimiento?
-Causa risa, no lo voy a negar, y existe un poquito de pudor a veces al hacer un pedido o al ir a retirar a mi casa, pero la gente compra y después vuelven a comprar, porque les gustó y por eso lo recomiendan.
-¿Cómo está hecho?
-Es un chocolate relleno. Tengo distintas variedades como galleta de chocolate, de vainilla, de Súper 8, chocman, entre otros. Todo depende del gusto del cliente y también tengo boxes y pasteles que hago con mi suegra. Es variado lo que ofrezco en Tula Choc.
Y el esfuerzo ya está dando frutos: partió vendiendo cinco kilos de chocolate a la semana; y hoy, a casi un mes del inicio de su nuevo negocio, son cerca de 40 kilos semanales.
Los pedidos se deben realizar con al menos un día de anticipación a través del Instagram @tula_choc.
"A diferencia de otros jóvenes que entran a estudiar a la universidad, yo no me podía ir a vivir a Valparaíso. Todos los días me tenía que levantar a las 5 de la mañana",
Lucero Toledo
"Todos me decían que cómo iba a vender chocolates con esa forma, que nadie los tomaría en serio. Se reían mucho cuando les contaba, pero yo hice oídos sordos",
Lucero Toledo