Las dificultades que enfrentan las familias de los niños por la pandemia
La emergencia sanitaria ha obligado a cerrar los jardines infantiles y salas cuna en la provincia, lo que ha implicado nuevas tareas, desafíos y obligaciones para los padres de los menores en etapa preescolar.
La pandemia del coronavirus ha traído cambios en distintos ámbitos de la vida. Y la educación, por cierto, no ha quedado al margen de los vaivenes de la emergencia sanitaria.
Hoy, en plena cuarentena en cinco de las seis comunas de la provincia -solo El Quisco está en fase 2 de Transición-, casi la totalidad de los establecimientos educacionales, entre ellos los jardines infantiles y salas cuna, se encuentran cerrados desde marzo del año pasado.
Esta situación ha generado una serie de efectos en los hogares, especialmente de los niños preescolares, vale decir, aquellos que aún no ingresan a prekínder. A diferencia de lo que ocurría antes, hoy los padres han tenido que asumir nuevas tareas para compatibilizar la educación de sus hijos desde la casa y sus propios trabajos o labores diarias.
"Los niveles preescolares van desde los seis meses de edad hasta los cuatro años, porque después entran a prekínder y la mayoría lo hace en una escuela de párvulos o en un colegio", explica Liliana Farías Poblete (31), educadora de párvulos.
Realidad educativa
Pese a ser educadora, Liliana está enfrentando la misma realidad que otros padres con niños en edad preescolar.
Su hijo, Oliver Volke, tiene un año y cuatro meses. El año pasado, tras terminar su post natal, esta madre pensó que su mejor opción era llevarlo al jardín infantil donde ella trabaja. "Así podría tenerlo cerca, aprendería y estaría al cuidado de mis colegas. Pero todo cambió con la pandemia, porque apenas alcanzamos a ir unos días al jardín el año pasado", recuerda Liliana.
-¿Qué año ha sido más complicado para usted como educadora de párvulos?, ¿este o el 2020?
-Yo diría que el anterior. Hay que pensar que si para los profesores fue complejo en los colegios, para nosotros también. Nadie nunca se había enfrentado a esto y teníamos que encontrar la forma de llegar a los niños, pero también a sus familias. Ahora ya sabemos, pero el año pasado fue todo incierto.
Desafíos
Liliana Farías detalla que en el jardín donde trabaja, que pertenece a la Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji), están enviando actividades para los menores y sus familias una vez por semana.
"Sabemos que para todos la pandemia ha sido compleja, especialmente para los padres que tenían a sus hijos matriculados en sala cuna, porque ahora deben encontrar la forma de compatibilizar sus trabajos con atender a los niños, que a esta edad no son autónomos", asegura.
-¿Cómo se hace el trabajo con las familias de los niños?
-El trabajo con las familias es más flexible, entendiendo la realidad que estamos viviendo tanto los padres como nosotras que somos las educadoras. Por lo mismo, se les envían actividades una vez a la semana y ahí ellos van encontrando el balance.
Pese a las complejidades que puede generar este incierto panorama, hay padres que tratan de funcionar de la mejor forma en todo este proceso.
Marcela González (25) es madre de Rafaela Carrasco González, de tres años y 11 meses, quien es parte del nivel medio mayor en un jardín perteneciente a la Fundación Integra.
A los ocho meses de edad, Marcela inscribió a la pequeña en la sala cuna. En ese momento era su única alternativa para retomar sus estudios universitarios.
"En mi casa nadie la podía cuidar, porque todos trabajan y yo sabía que, si quería volver a estudiar, la única posibilidad era que fuera a la sala cuna. Con mi familia nos íbamos acomodando para que todo funcionara y que ella estuviera bien", apunta la joven madre.
-¿Cómo cambia tu situación con la pandemia?
-Fue súper complejo. Nunca vi el jardín como un lugar en el que solo la cuidaban, porque ella también aprendía muchas cosas y además tenía interacción con otros niños de su edad, lo que es súper importante. Cuando partió la pandemia se me hizo difícil, porque yo aún estaba estudiando en la universidad.
-¿Qué fue lo más complejo?
-Siento que tuvo mucho que ver con cómo hacer que mi hija estuviera entretenida o tranquila para que yo pudiera entrar a clases. Si bien antes iba a clases y tenía que hacer trabajos y estudiar, ahora con todo en línea se me complicaba y además tenía que darle la atención que ella podía necesitar.
Actualmente, Marcela ya egresó de Pedagogía en Educación Diferencial y se encuentra realizando su práctica profesional.
"En mi práctica tengo un horario que me permite no estar siempre conectada con los niños en sus clases, entonces puedo organizarme mejor ahora. Ella también está más grande y por ende es más autónoma. Ahora se puede entretener sola", añade.
Compartir labores
En una situación similar a la de Marcela se encuentran Luz Mariana Villegas (20) y su familia respecto al cuidado de su hermana.
La pequeña Maylein Sejou Tertolein tiene dos años y ocho meses y también está matriculada en un jardín de la Fundación Integra, pero en el nivel medio menor.
"Mi mamá tiene un trabajo que requiere que vaya presencialmente, entonces con mi papá nos tenemos que ir acomodando con los horarios para cuidar a mi hermana, porque él trabaja y yo estoy en clases online", explica Luz Mariana, quien aclara que su familia decidió inscribir a Maylein en un jardín infantil para que empezara a adquirir nuevos conocimientos.
"Claramente nos servía mucho que fuera al jardín, porque todos en la casa tienen distintas cosas que hacer y además así podría estar con más niños, pero solo alcanzó a ir una semana (el año pasado) y después nos tuvimos que organizar entre nosotros con ayuda del jardín", comenta.
-¿Cómo lo hacen ahora que no puede ir al jardín?
-Tratamos de que todo sea lo más cercano a la rutina que tenía en el jardín. Mi papá la levanta, le da el desayuno y está con ella la primera parte de la mañana. Después yo lo voy ayudando a medida que tengo breaks (tiempo de descanso) en la universidad. En todo esto ha sido fundamental el apoyo del jardín.
-¿Por qué?
-Porque mandan actividades semanales y guían a las familias en todas las actividad para que los niños puedan aprender lo que se espera. Uno tiene varios días para enviar los informes de las actividades. Si la familia no responde algo en varios días, súper pronto están llamando para saber si todo va bien. Eso no pasa en todos lados.
Días malos
Al igual que la mayoría de la gente, los niños también tienen días buenos y malos. Las educadoras recomiendan que los padres mantengan la calma, si no la situación puede ser aún más frustrante para ambas partes.
"Pese a que tengo la experiencia como educadora, hay días en que mi hijo está más mañoso, como se dice, pero es súper importante cómo afronta la situación el adulto. Es algo normal el estar un poco molesto un día, porque los niños no siempre entienden la situación", afirma la educadora Liliana Farías.
Marcela González reconoce que su hija el año pasado debió lidiar con la frustración por no poder salir de la casa o ir al jardín. "Por más que uno quiera tenerles una actividad, llevamos un año en pandemia y las ideas se van acabando".
Luz Mariana Villegas dice "que hay días en que queremos que haga alguna de las actividades del jardín y ella quiere hacer las cosas a su modo o simplemente no quiere hacerlo. Ahí solo nos queda encontrar la mejor forma para motivarla".
"Nadie nunca se había enfrentado a esto (pandemia) y teníamos que encontrar la forma de llegar a los niños, pero también a sus familias. Ahora ya sabemos, pero el año pasado fue todo muy incierto",
Liliana Farías Poblete,, madre y educadora de párvulos
"En mi casa nadie la podía cuidar, porque todos trabajan y yo sabía que, si quería volver a estudiar, la única posibilidad era que fuera a la sala cuna",
Marcela González
"Cuando partió la pandemia se me hizo difícil, porque yo aún estaba estudiando en la universidad",
Marcela González,, madre de una niña de tres años