Técnico en párvulos dio un giro y abrió una verdulería en su casa
En marzo del año pasado, justo cuando el coronavirus irrumpía en el país, Elizabeth Riquelme comenzó su negocio que poco a poco ha ido creciendo hasta convertirse en un minimarket.
Elizabeth Riquelme González (40) sentía que ya había cumplido un ciclo en su vida y quería darle un nuevo aire. Ella es técnico en párvulos y durante varios años ejerció su carrera en distintos jardines infantiles de la zona.
"Mi último trabajo en esta área fue en un jardín de la Junji (Junta Nacional de Jardines Infantiles). Me gusta mucho mi profesión y agradezco la oportunidad de haberme podido desempeñar en esto, pero sentía que ya había pasado mucho tiempo y que había cumplido una etapa", confidencia.
Párvulos
Poco a poco Elizabeth comenzó a darse cuenta que necesitaba hacer otras cosas y concretar algunos proyectos que tenía en mente y que no iban en la línea de la educación.
En 2019 tomó la decisión que terminaría cambiando no solo su destino laboral, sino también su propia vida. "Esto no tuvo que ver con la pandemia, como sí le ocurrió a otras personas que quedaron sin trabajo. Yo quería algo más, por decirlo de alguna forma. Estuve un año sin trabajar, tomándome un tiempo para mí y ver las cosas que quería hacer", afirma.
-¿Fue un año sabático, para descansar?
-Claro, algo así. En ese año tuve la oportunidad de pasar más tiempo en familia, descansar y disfrutar, sin saber que al año siguiente comenzaría la pandemia, fue algo que claramente nunca pasó por mi cabeza.
-¿Pero se había planteado comenzar algo nuevo en 2020?
-Ese siempre fue mi plan, plantearme algo y tratar de ejecutarlo en el 2020, pero al principio no sabía mucho qué hacer. Tenía súper claro que debía ser algo que me hiciera feliz y no algo porque sí, pero las ideas fueron llegando solas.
Chacrita
Elizabeth recuerda que cuando era niña observaba con atención cómo su papá trabajaba la tierra y cultivaba distintas frutas y verduras.
Su familia y abuelos siempre habían estado ligados a la agricultura y el comercio, ya que también tuvieron verdulerías en el pasado.
"Me acuerdo que mi papá nos llevaba a mi hermana y a mí a la chacra y había de todo, y la familia también tenía verdulería y frutería. Este oficio siempre estuvo ligado a nosotros, pero nunca me lo planteé como un trabajo", confiesa esta técnico en párvulos.
-¿Por qué?, ¿es un trabajo muy difícil?
-Aparte de ser difícil, implica mucho sacrificio. Mi papá vendía los productos que él mismo cosechaba. Por ejemplo, las lechugas las comercializaba al por mayor en La Vega Central y en Lo Valledor, en Santiago, y esos días se tenía que levantar muy temprano para viajar y después seguir trabajando acá.
De alguna manera, Elizabeth sintió que tenía que acercarse a este rubro para continuar con el legado familiar. "Estaba buscando qué hacer cuando llegó esta especie de llamado, que fue muy fuerte. Entonces ahí me di cuenta que mi proyecto tenía que ir por este lado", sostiene.
Un negocio
Elizabeth vive en la villa Las Dalias de Llolleo junto a su pareja y a su hija Matilde, de 14 años. Y fue ahí, precisamente, donde vio que su emprendimiento podía funcionar.
Tenía cosas a su favor. En su propia vivienda había un espacio que servía para el local y el barrio era ideal para concretar su proyecto.
"Acá cerca de mi casa no había un negocio y mucho menos una verdulería. Los vecinos tenían que ir al centro de Llolleo o aprovechar los días de la feria, pero no todos tienen ese tiempo y me mentalicé en que a eso tenía que apuntar", indica, junto con precisar que los residentes de un edificio de departamentos que está en el sector se han convertido en sus fieles clientes.
-¿Cómo concretó la idea?
-Tenía claro que la verdulería sería mi proyecto para el futuro. Las verduras son algo que la gente consume todos los días y por lo mismo pensé que sería bueno para los vecinos y para mí, porque no era algo a lo que estaba ajena por el tema de mi familia.
Mentalizada en que la idea tendría el mejor resultado, en marzo del año pasado creó una verdulería y frutería en su casa. La bautizó como La Chacrita de Matilde.
"Yo siempre dije que iba a funcionar, pero como la gente de acá no estaba acostumbrada a que tener un negocio tan cerca de su casa, costó que comenzaran a llegar, pero una vez que entre ellos se fueron pasando el dato, no pararon de venir", comenta entre risas.
-Más encima comenzó justo cuando estaba llegando la pandemia a Chile y a San Antonio.
-Siento que eso puso más complicado el panorama, porque la gente no salía mucho, recurría a lo que tuvieran cerca. Yo busco llegar a la gente de la mejor forma, además para mí este era un rubro seguro, porque, como decía antes, son productos que todos necesitamos.
Optar por más
Elizabeth no se equivocó con su decisión. A medida que pasaban los meses y gracias a las redes sociales, clientes de otros barrios empezaron a arribar a su local atraídos por la calidad de las frutas y verduras. Muchos de ellos le empezaron a preguntar por despachos a domicilio, un servicio que en un principio lo veía complicado.
Analizó de mejor forma la idea y decidió implementarla. Hace casi tres meses tiene un servicio de delivery que funciona los martes. "Me comencé a plantear el tema del delivery, porque la gente lo comenzaba a pedir cada vez más. Esto se dio mucho por la página de Instagram y Facebook (La chacrita de Matilde) y hoy entregamos en distintas partes de Llolleo, Barrancas, Alto Mirador e incluso Santo Domingo", apunta.
"Los días lunes agendamos los pedidos para el día siguiente. Se hacen por el WhatsApp +56997990658. Aparte de verduras y frutas, también tenemos frutos secos y legumbres. Nos tuvimos que ampliar ya que nuestros vecinos nos fueron pidiendo más cosas y tuvimos que ir agregando nuevos productos a nuestra verdulería. De hecho, ahora somos minimarket y verdulería", cuenta con orgullo y satisfacción.
Los sacrificios
A pesar de lo contenta que se encuentra, asegura que este proceso no ha estado exento de sacrificios. Los martes y viernes debe estar lista para ir a comprar las frutas y verduras a las 4.30 de la mañana, y después continuar trabajando hasta pasadas las 19 horas.
"Los fines de semana me ayuda mucho mi pareja para atender, pero igual nunca paro de trabajar. Siento que quizás he perdido tiempo con mi hija, pero ya llegarán las recompensas", reflexiona.
-¿Cómo definiría a La Chacrita de Matilde?
-Nuestra verdulería es chiquitita, pero acogedora y llama mucho la atención a los clientes cuando entran. Todos nos dicen que es linda y que llega a dar gusto comprar aquí. La atención también es muy importante ya que ellos mismos nos hacen saber que somos muy simpáticos.
"Esto (cambio de rubro) no tuvo que ver con la pandemia, como sí le ocurrió a otras personas que quedaron sin trabajo. Yo quería algo más, por decirlo de alguna forma",
Elizabeth Riquelme
"Tenía claro que la verdulería sería mi proyecto para el futuro. Las verduras son algo que la gente consume todos los días y por lo mismo pensé que sería bueno para los vecinos y para mí".
"Los fines de semana me ayuda mucho mi pareja para atender, pero igual nunca paro de trabajar. Siento que quizás he perdido tiempo con mi hija, pero ya llegarán las recompensas".