La joven licenciada que emprende con bolsitos para afrontar la pandemia
Catalina Pezoa estudió Licenciatura en Lengua y Literatura Inglesa, profesión en la que se desarrolló hasta que la pandemia la dejó sin empleo. Ahí se decidió a elaborar bananos, estuches, monederos, entre otros productos.
Hace 15 años Catalina Pezoa Rocco (26) se trasladó a vivir junto a su familia a la comuna de Santo Domingo. Fue un cambio importante en su vida, porque a pesar de que solo tenía 11 años, estaba acostumbrada a la rutina que llevaba en la capital.
"Esto de cambiarse de ciudad es un giro grande para cualquiera, porque uno siente que tiene una vida hecha en un lugar determinado y que a lo más uno se cambiará de casa, pero no de región. Para mí fue difícil hacerlo a esa edad", recuerda.
Al litoral
La decisión de los padres de Catalina de comenzar a vivir en Santo Domingo tenía una poderosa razón: estaban cansados de la vorágine de Santiago.
Por lo mismo, junto a sus dos hijas hicieron las maletas y dejaron su casa en la comuna de Maipú para iniciar una nueva etapa en la comuna parque.
"Somos dos hermanas y yo soy la menor. Mis papás se habían aburrido de ese ajetreo de Santiago y lo caótica que era la vida que llevábamos. Pensaron que lo mejor eran venirse para acá", detalla la joven.
-¿Conocían algo de Santo Domingo o de la zona?
-Sí, veníamos siempre, porque mis abuelos son de acá. Mi familia es de acá, pero nuestra vida se desarrolló en Santiago. Nos vinimos a la casa de mis abuelos y de ahí no nos fuimos más.
-¿Cómo fue el cambio para ti?
-Complejo por donde se le mire. Tenía 11 años y odiaba la idea de venirnos. Antes vivíamos en Maipú, en un barrio donde vivían muchos niños, tenía amigos y podía salir a jugar al pasaje. Llegamos al sector de la Cooperativa Río Maipo (seis kilómetros al sur del puente de Santo Domingo, donde está el colegio El Roble) y sentía que era pura campo y que no tenía nadie con quien jugar.
A pesar de ese duro comienzo, con los años le queda la impresión que la determinación de sus padre fue la mejor que podían tomar.
"Terminé de crecer en una parte que era muy de campo, con muchos árboles, todo muy natural y en medio de una inmensa tranquilidad. Esa calidad de vida nunca la hubiéramos tenido en Santiago y por lo mismo me doy cuenta que fue lo mejor", afirma.
Estudios
Catalina estudió Licenciatura en Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad de Chile. Egresó en 2017 y hasta el año pasado se desempeñó en un empleo ligado a su carrera.
"La pandemia me afectó porque donde trabajaba tuvieron que cerrar y, por ende, quedé sin empleo. De lo que más me preocupé fue de no echarme a morir, porque siempre uno puede encontrar una solución", asegura con optimismo.
-¿Cómo fue volver a Santiago para estudiar en la universidad?
-Me volví a acostumbrar a esa vida y mucho, sobre todo porque por mi trabajo no venía siempre a Santo Domingo.
"Si bien perdí mi trabajo, pienso que podré retomar mi profesión una vez que las condiciones de la pandemia sean mejores, porque hoy todavía las cosas están muy complicadas. Pero estoy haciendo clases particulares y así me mantengo activa en mi área", sostiene.
Porta mat
Incentivada por su afición al yoga, una práctica de meditación que conecta el cuerpo, la respiración y la mente, en 2016 junto a su mejor amiga decidió emprender elaborando unos pequeños bolsitos para guardar los mats, una especie de colchoneta que se utiliza en esta disciplina.
"Yo no sabía nada de costura, es lo que más debo recalcar, pero mi amiga sí. Primero los diseñamos, luego ella los comenzó a hacer y los empezamos a vender, por lo que yo también tuve que aprender a coser", comenta antes de soltar una sonrisa.
-¿Fue difícil ese proceso?
-Relativamente. Lo que pasa es que mi mamá y mi abuela son costureras, entonces siempre estuve inmersa en ese mundo. Le pedí a mi mamá que me enseñara y ahora domino la técnica súper bien.
En 2018, su emprendimiento (Tienda Carlina) dio un vuelco en los productos que ofrecía, ya que Catalina continuó sola en el proyecto.
"Por temas personales mi amiga no pudo seguir, pero continuamos unidas igual que siempre. Yo seguí con esto porque lo veía como un complemento a mi profesión, porque además me dejaba explorar mi lado más artístico, en el que había incursionado muy poco", comenta.
-¿Cómo ha ido cambiando la tienda desde que comenzó?
-Partimos vendiendo porta mat y después vinieron las tote bag, que son bolsas de género. Yo quería ofrecer otros tipos de productos para que la gente supiera que teníamos de todo y para todos.
Catalina apuntó a un estilo más urbano y, con la experiencia que tenía, fue diseñando distintos productos, como bananos, que son los más vendidos, bolsos, estuches, billeteras y monederos, dejando atrás su primer producto, el porta mat.
Tienda
En enero del año pasado Catalina se instaló con un local en el Barrio Italia de Santiago, pero la llegada del coronavirus al país terminó abortando esa misión.
"Con el tema de la pandemia tuve que dejar la tienda física en mayo. No alcancé a estar mucho tiempo, pero sí agradezco mucho lo que me ofreció, que fue mucho más que una simple tienda", detalla.
-¿A qué te refieres?
-La tienda se llamaba La Mano de Fuego y era de carácter autogestionada, esto quiere decir que varios emprendimientos conviven en el mismo lugar, en la misma tienda en este caso. Entonces uno se empapa mucho de los conocimientos de los otros para ir creciendo.
"Lo que siempre he buscado es que mis productos sean lo más útiles posible. Me gusta mucho recibir sugerencias de la gente para seguir creando y apuntar a lo que necesita. Me gustaría volver a una tienda física, pero quizás en más lugares y con página web", expone.
Volver
Tras quedar desempleada, decidió volver a Santo Domingo, hasta que encuentre un nuevo trabajo. En el intertanto, su principal ingreso económico es su tienda que funciona a través del Instagram @tiendacarlina.
"Ahora que estoy acá he podido participar en ferias y apuntar más a la gente de la provincia. Es un público distinto, pero con el que he tenido un muy buen recibimiento, y esas cosas uno debe agradecerlas", sostiene.
-¿Te gustaría contar con una tienda física o un local en San Antonio?
-Son planes a futuro claramente, pero por la forma en la que la gente ha recibido mi trabajo no lo descarto. Ojalá sea acá en la provincia, en Santiago o en Valparaíso, pero algo que me encantaría hacer es tener una página de venta a nivel internacional.
-¿Cómo enfrentaste este nuevo cambio de ciudad?
-Antes hablaba de la calidad de vida que esta zona ofrece, que es muy distinta a Santiago ,y si me pongo en el panorama de la pandemia, no puedo estar más agradecida de todo, porque acá hay vegetación y campo, y eso no lo encuentras en Santiago.
"Terminé de crecer en una parte que era muy de campo, con muchos árboles, todo muy natural y en medio de una inmensa tranquilidad. Esa calidad de vida nunca la hubiéramos tenido en Santiago",
"La pandemia me afectó porque donde trabajaba tuvieron que cerrar y, por ende, quedé sin trabajo. De lo que más me preocupé fue de no echarme a morir, porque siempre uno puede encontrar una solución".