La loca apuesta de matrimonio santiaguino por la salud de su hijo: venden pizzas en el litoral
Tras estresantes visitas a urgencia por las crisis respiratorias de su primogénito, Jacqueline Montecino y Jaime Ramírez decidieron mudarse a la provincia, donde con esfuerzo lograron levantar Pizza Masarrica.
En el 2008 Jacqueline Montecino Montenegro y Jaime Ramírez Astroza decidieron dejar atrás sus vidas en Santiago y radicarse en El Tabo, una comuna que representaba una luz de esperanza para ellos.
"Nicolás (su hijo mayor) tiene asma y en invierno lo estábamos pasando mal, porque él pasaba obstruido. Apenas se obstruía, teníamos que salir corriendo al hospital, estábamos asustados. En ese momento, el médico nos recomendó la costa para vivir, porque era mejor para su salud", expresa Jacqueline.
El matrimonio se puso rápidamente en campaña, obtuvieron un crédito hipotecario y compraron una casa en el balneario, a pesar de las voces contrarias a su plan. "La gente en Santiago nos decía que estábamos locos, cómo íbamos a venirnos a un lugar donde no teníamos trabajo y con dos niños chicos, la verdad es que estaba toda la familia asustada", señala ella.
"A veces uno tiene miedo, porque la gente te hace tener miedo: 'cómo te vas a ir para allá, es malo el trabajo, la educación'. Pero para nosotros lo principal era la salud del hijo, salir adelante con él y de ahí íbamos a ver", añade Jaime, quien hasta entonces había sido vendedor de Isapre por dos décadas.
Dudas
La pareja llegó a vivir a la comunidad Los Aromos, un sector alejado del centro de la comuna, y allí se propuso emprender. Primero edificaron dos cabañas para veraneantes en el terreno y luego comenzaron a hacer los papeles para abrir una pizzería.
-¿Por qué se la jugaron por este rubro?
-Mi esposo sabía hacer pizza, él es descendiente de españoles y una tía le enseñó a hacer masas y con los años él fue experimentando hasta encontrar su propia receta de pizza. Entonces, cuando nos iba mal en las ventas en la isapre, vendíamos pizza en la casa de mi mamá en San Bernardo, donde vivíamos.
Mientras hacían los trámites para emprender y arreglaban el local con todas las exigencias de la ley, a Jaime le ganó la desesperación. "Me dio un bajón, porque yo veía que no había nadie allá, que no volaba una mosca. Era como vivir en un cuadro, porque hay belleza, pero te das cuenta que no hay trabajo y nadie anda por ahí. En ese momento, decidí devolverme a trabajar a Santiago", cuenta.
Pizza Masarrica
Durante tres años él viajó a la capital, pero el cansancio hizo renacer las ganas de emprender y finalmente abrieron la Pizza Masarrica (Fono de contacto: +56986331126).
"Vivíamos dos kilómetros más arriba del terminal de buses y en verdad no sé cómo llegaba la gente a comprarnos. Yo creo que Dios es grande con nosotros, nos quiere mucho (...), porque allá no vivía nadie. Siento que hicimos una hazaña, todos nos decían que nos iba a ir mal ahí, porque no llegaba nadie, con decirte que en invierno pasaban los puros perros", recalca Jacqueline.
"Yo tenía que hacer algo que remeciese a la gente, que la hiciera subir los dos kilómetros, por eso pensé en hacer un producto bueno", agrega Jaime, quien elabora las pizzas con productos provenientes de Italia.
Accidente
Mientras se preocupaba de sacar adelante el negocio, el matrimonio también se enfocaba en la educación de sus hijos, a quienes matricularon en colegios de San Antonio.
Cada mañana, a las 7 horas, salían desde El Tabo con rumbo a la comuna puerto para ir a dejarlos a la escuela y luego en las tardes pasaban a buscarlos. Aunque la rutina era agotadora, la aguantaron durante tres años, hasta que una emergencia los llevó a mudarse definitivamente.
"Un lunes de noviembre del 2018, después de Halloween, íbamos con los niños por El Tabito y, justo donde hay una curva, venía un auto por la pista contraria. (El auto) dobló la curva, perdió el control y se fue de frente a nosotros. Teníamos un auto nuevo que estábamos recién pagando y lo perdimos, fue pérdida total", detalla Jacqueline.
-¿Y ustedes resultaron heridos?
-Jacqueline: Yo quedé con el hombro fracturado. Los cinturones nos salvaron la vida, imagínate que a los niños se les llegaron a abrir las costuras del uniforme con el impacto. El gallo era un delincuente que había asaltado a un abuelito y venía arrancando de los carabineros.
La emprendedora revela que "me puse a llorar cuando salí del hospital. Allí, en un lado estábamos nosotros, las víctimas, y en el otro los victimarios y ellos quedaron más pa´ la terrible. Venían curados y con pistolas, con todo, estos eran de verdad delincuentes. Quedamos todos morados como un mes por el impacto, pero siempre agradeciendo a Dios porque volvimos todos sanos a la casa".
Nuevo cambio
Tras esta traumática experiencia, el matrimonio se fue a vivir a la Villa Alto Mirador de San Antonio en marzo del 2019. A los meses instalaron la pizzería en su casa (Alcalde Armando Pino 992) y rápidamente se dieron a conocer entre los vecinos.
Para Jaime, la clave del éxito que han conquistado es la calidad del producto, la que no está dispuesto a sacrificar por ganar más. "Me molesta mucho de este país que la gente quiere puro salvarse. Esto es algo que he visto en la costa y en otras partes. En la costa, por ejemplo, te venden un almuerzo con el pescado añejo o productos de mala calidad y me da tanta pena, porque la gente de Santiago que llega es tan modesta, vienen con tanto sacrificio y pasan por eso, y yo no quiero que pase eso; quiero que la gente humilde, todos nosotros, comamos bien", opinó el maestro pizzero.
-¿Cómo se sienten de haber pasado de la incertidumbre total al éxito?
-Jaime: Estamos contentos porque hemos hecho las cosas con harta pasión y amor y los resultados se han dado con el tiempo. Yo me siento feliz acá y de ver que hemos logrado mantenernos, tener una tranquilidad. Saber que todos los días tenemos trabajo nos alegra mucho.
-Jacqueline: A veces incluso siento que es más de lo que yo había pensado. Cuando miramos hacia atrás nos sentimos muy orgullosos y el mensaje que yo podría darle a la gente, y que yo le he dado a quienes viven en la capital, es que uno va haciendo la vida; cuando tú trabajas y das un buen producto, siempre el resultado va a ser el éxito, por eso hay que trabajar a conciencia.
Su marido también desliza un consejo: "Hay que creer en uno mismo, porque a veces uno se deja influir por otros pensamientos, otras creencias".
Defensores
La experiencia positiva los ha llevado a defender con uñas y dientes a San Antonio, provincia de la que escucharon muchas críticas. "El aire acá es mil por ciento mejor que en Santiago. Estamos contentos, yo no volvería a Santiago por nada. Yo encuentro que acá hay posibilidades, nos va bien y ¿por qué tener miedo a decir que nos va bien? Hay que decirlo para que la gente pueda motivarse a emprender", expresa Jacqueline.
"La gente estigmatiza mucho los lugares y uno tiene que demostrarles que no, que uno puede. San Antonio es bueno, se vive bien acá y es tranquilo, y eso hay que decirlo para que eso se vea y la misma ciudad se fortalezca", opina Jaime, totalmente agradecido de los 13 años de vida, junto a su familia, en este rincón del país.
"A veces uno tiene miedo, porque la gente te hace tener miedo (...):para nosotros lo principal era la salud del hijo, salir adelante con él y de ahí íbamos a ver",
Jaime Ramírez.
"Cuando tú trabajas y das un buen producto, siempre el resultado va a ser el éxito, por eso hay que trabajar a conciencia",
Jacqueline Montecino