La mujer que lleva 15 años rescatando animales maltratados y abandonados
La cartagenina Mayling Acuña creó la fundación Patitas Playeras, que hoy trabaja con socios y rescatistas independientes para seguir brindando ayuda a los animales que sufren por la inconsciencia de sus dueños.
Las 24 horas del día no son suficientes para Mayling Acuña. La creadora de la fundación Patitas Playeras de Cartagena recibe en el Facebook de la agrupación unos mil mensajes diarios de personas solicitando, y en algunos casos exigiendo, ayuda para algún animal.
Producto de la alta demanda no alcanzan a responder todos los requerimientos que llegan a sus oídos, y eso genera molestia en algunos. A pesar de todo, incluso de las funas que han recibido, la animalista sigue adelante con su frente en alto, siempre trabajando con un solo objetivo: ayudar a quienes lo necesiten. "Confío más en los animales que en las personas, esa es la verdad", sentencia.
Por herencia
De sus abuelos heredó el cariño por los animales, ya que desde muy pequeña creció rodeada de chanchos, pavos reales, ovejas, entre otros.
"Mis abuelos son chinos y siempre tuvimos animales en la casa. Cuando era chica mi abuelo me llevaba a los gallineros para alimentar a los animales. Siempre me enseñó el respeto por ellos", recuerda.
Con apenas 12 años empezó a rescatar perros y gatos, los cuales llevaba a la casa de su abuelo mientras les encontraba un nuevo hogar.
Los padres de Mayling decidieron dejar la capital para radicarse en Cartagena, y cada vez que venía a visitarlos se llevaba un animalito para buscarle una casa.
Finalmente, decidió radicarse en la comuna, y gracias a la ayuda de su madre, de sus hermanos y de personas que fue conociendo en el camino, en el 2017 fundó Patitas Playeras, aunque ya suma 15 años trabajando en el rescate de animales.
"Por tema de tiempo, trabajo y cansancio, algunos socios ya no están, pero hay otros que todavía pertenecen a la fundación y siempre están atentos a colaborar", contó.
Trabajo
La fundación Patitas Playeras no solo presta ayuda a los casos que conocen a través de las redes sociales o a los que identifican en los seguimientos hechos por sus socios. También colaboran con los rescatistas independientes que muchas veces no cuentan con recursos. Además se preocupan de los animales callejeros que viven en la plaza y en el sector de la Terraza, entre Playa Grande y Playa Chica. "Tenemos varios regalones como el 'Cholito', que está en la plaza. Él anda con capa y se le ven los dientes como si estuviera sonriendo todo el día (ríe)".
"Contamos también con cuidadores temporales que nos ayudan llevándose a los perritos a sus casas. En algunas ocasiones orientamos y colaboramos con otras fundaciones que están recién empezando", explica. Luego comenta que "hay perritos que tienen padrinos, lo que es bueno para nosotros porque eso nos aliviana harto el tema de la alimentación. Lo que sí nos preocupa son los que no tienen padrino".
Efecto covid
La pandemia del coronavirus hizo aún más pesada la tarea para estos cartageninos que organizaban diversas actividades para reunir recursos.
"Para juntar dinero ahora hacemos rifas porque no podemos hacer las actividades que realizábamos antes, como la lucha libre. Radio Costanera hizo una campaña y nos donó 200 kilos de comida. Todo es bienvenido", valora.
-¿Son muchos los gastos que deben cubrir?
-A veces las esterilizaciones nos salen gratis pero otras las debemos pagar. Una puede salir mínimo 60 mil pesos y como ahora en Cartagena no se realizan, con una agrupación de El Tabo hemos gestionado algunas intervenciones de urgencia.
"En algunas oportunidades los perros y gatos deben ser alimentados con mamadera porque están debiluchos y una leche de 500 gramos cuesta 5 mil pesos y alcanza para una semana", agrega.
Cuando Mayling inició este camino pensó que sería mucho más fácil, por eso hoy mira con satisfacción cada uno de los logros obtenidos, sobre todo porque realizan hasta lo imposible para conseguir el bienestar de los animales.
"Tenemos dos gatos que fueron rescatados por los Carabineros de San Antonio del entretecho de la comisaría. Ellos tuvieron que ser amamantados y a puro pulso logramos sacarlos adelante. Hoy están gigantes y hermosos viviendo con una familia que los quiere mucho", contó.
Apoyo profesional
Patitas Playeras cuenta con el apoyo de dos médicos veterinarios que orientan y atienden los casos recogidos por la fundación cartagenina.
"Los veterinarios Jorge Castro, de Cartagena, y Luis Barrios, de San Antonio, nos apañan en todo y cuando tenemos algún caso de emergencia y sus consultas están cerradas sé que los puedo molestar", afirma.
La adopción de animales tampoco ha sido un tema simple, principalmente porque "si no es de raza, nadie los quiere".
"Si publicamos un perro de raza se lo pelean, pero si no, ni siquiera comentan. Al final muchos nos dicen 'le ponen color si al final es un perro callejero'", sostiene.
Antes de entregar a un perro o gato en adopción, la fundación realiza una rigurosa entrevista elaborada especialmente por un sicólogo con el objetivo de conocer al posible amo.
"Por la pandemia hacíamos la entrevista vía Zoom y muchos no estaban ni ahí, así que quedaban eliminados altiro. Esta es una manera de conocerlos. En todos estos años solo una persona adoptó a un perro y lo dejó botado. Sus vecinos la denunciaron, fuimos a buscarlo y lo dimos a otra persona en adopción", cuenta.
Los nuevos "propietarios" tienen siete días para regresarlos porque "eso es lo que se puede demorar un animal en ambientarse a un lugar nuevo. Si no se acostumbran pueden volver a la fundación porque si los tiran a la calle todo nuestro esfuerzo no habrá servido de nada".
Contar con un espacio físico para realizar su trabajo sería lo ideal para la fundación, pero hasta ahora las gestiones para conseguir un lugar no han dado los frutos que esperaban.
"Hemos acudido a Bienes Nacionales varias veces. Tenemos el plano que nos hizo un arquitecto con un diseño que viene de Alemania. Hay una persona que pondría la mano de obra, pero no tenemos el lugar físico. El terreno que habíamos visto lo han entregado en comodato en muchas oportunidades y ni siquiera tiene cierre perimetral. A nosotros ese lugar nos serviría harto porque está alejado de todo, pero al final se lo van a terminar tomando porque la gente tiene mucha necesidad", recalca.
Mientras no cuenten con un espacio físico, la fundación seguirá apelando al buen corazón de los cartageninos para que acojan de manera temporal a los animales que están en recuperación o que buscan un hogar definitivo.
"No podemos meter y meter animales en un hogar temporal por varias razones. Un cuidador, por ejemplo, que está con cinco cachorritos que ya tienen sus vacunas, y su microchip, no puede recibir una nueva camada porque no sabemos en qué condiciones vienen", explica.
Anhelos
La vida de Mayling gira en torno a su fundación y al incansable trabajo que realiza junto a sus socios para seguir adelante con el rescate de animales. De los sueños que busca cumplir, uno de los más importante es retomar la carrera de medicina veterinaria que dejó por la falta de recursos tras perder su trabajo.
"Mi sueño es terminar mi carrera. Sé que no voy a ganar plata cuando trabaje porque para mí será difícil ver un animal y no poder ayudarlo, o cobrarle a una persona. No seré platuda, pero podría lograr mis metas como hacer un hospital público", concluye.
"Mis abuelos son chinos y siempre tuvimos animales en la casa. Cuando era chica mi abuelo me llevaba a los gallineros para alimentar a los animales. Siempre me enseñó el respeto por ellos".
"Si publicamos un perro de raza (para adoptar) se lo pelean, pero si no, ni siquiera comentan. Al final muchos nos dicen 'le ponen color si al final es un perro callejero'",
Mayling Acuña