La cruzada para entregar alimento y educación a niños de un campamento
Las dirigentas sociales Johanna Palacios y Gissel Mariqueo están empeñadas en construir una sede que sirva como comedor comunitario y habilitar un sector con wifi para que los pequeños puedan asistir a clases virtuales.
Johanna Palacios Cantillana y Gissel Mariqueo Millar son dirigentas del campamento Fuerza Guerrera del cerro Bellavista, en la comuna de San Antonio, lugar donde viven 98 familias, todas procedentes de la provincia, entre las cuales hay 92 niños.
Estas dos mujeres jefas de hogar están poniendo todos sus esfuerzos para la construcción de una sede social que funcione como un comedor comunitario y un sector con wifi para que los menores de esta toma puedan asistir a clases virtuales, cosa que en la actualidad se dificulta porque muchos de ellos, además de no tener internet en su hogar, no cuentan con un adulto durante el día que pueda acompañarlos en este proceso.
Dura realidad
"Cuando comenzó la pandemia, muchos vecinos que son padres y madres quedaron cesantes. Por eso comenzamos con los almuerzos comunitarios para los niños. Luego, estos papás tuvieron que salir a trabajar en lo que fuera porque había que traer sustento a la familia y estos niños que antes iban todo el día al colegio, se quedaban solos en la casa", explica Johanna Palacios, presidenta de la comunidad.
La dirigenta agrega que "sin almuerzo y sin alguien que los ayudara con las tareas, era algo que nos preocupaba de sobremanera, por eso comenzaron a llegar con sus cuadernos a almorzar a la olla común. A veces llegaban muy temprano, por lo que comenzamos a darles desayuno también, y ahora unos pocos se quedan hasta la hora de once y no tenemos problema en atenderlos porque sabemos de sus carencias".
Un contenedor
El campamento Fuerza Guerrera se creó en octubre de 2019 y cuando se hizo el loteo, se asignó un sector para la construcción de una sede comunitaria, obra que hasta ahora no existe porque no han podido reunir los recursos ni los materiales para hacer efectivo el proyecto.
"En la sede queremos poner el comedor comunitario y habilitar un espacio con internet para que los pequeños puedan acceder sin problema a sus clases virtuales. Si nos pudieran donar un contenedor sería ideal", explica Gissel Mariqueo, tesorera de la toma.
La dirigente agregó que "cuando el tiempo lo permite, ponemos unas mesas en el lugar donde estará la sede en el futuro, y en un rincón las tres mamás voluntarias cocinan para los niños. En estas mismas mesas funciona la escuelita donde ayudamos a los niños a hacer sus tareas. Cuando comenzó a cambiar el tiempo y a hacer más frío no los podíamos tener a la intemperie, por lo que una vecina, una de las mismas mamitas que cocinan, cedió un espacio en su casa para que los niños puedan seguir alimentándose y estudiando apoyados de un adulto".
Martes y jueves
Son cerca de 30 niños del campamento los que reciben este beneficio alimenticio y educacional. Pero lamentablemente solo lo hacen los martes y jueves, porque el presupuesto y la ayuda en mercadería no alcanzan para más. Estas familias necesitan apoyo.
"Esta semana no pudimos atender a los niños porque la hija de la vecina que nos cedió un espacio en su casa y que además cocina, tuvo covid-19. Al ser contacto estrecho tuvo que hacerse el PCR, y aunque el resultado fue negativo, quisimos ser precavidas y dejar pasar la semana", señala Johanna, que antes de llegar a Fuerza Guerrera pagaba arriendo en la localidad de San Sebastián, en Cartagena.
-¿Quién está a cargo de los niños en la escuelita?, ¿hay algún profesional que les enseña?
-Johanna: Somos las mismas mamás voluntarias las que nos hacemos cargo de alimentarlos y ayudarles con las guías y tareas los días que vienen. Somos como una guardería. La escuelita comenzó porque les dijimos a los niños que estaban solos que trajeran sus cuadernos para que avanzaran con sus tareas. Si alguna profesora o educadora de párvulos pudiera colaborarnos, sería maravilloso. Nosotras como mamás no sabemos todo.
Por el trabajo de sus padres, hay niños que están sin compañía en sus casas todo el día, encargados a un vecino o simplemente solos, con algo cocinado para alimentarse.
Los niños que asisten al comedor comunitario y a la escuelita tienen entre 2 y 17 años, están cursando entre kínder y enseñanza media. Aquí, las voluntarias se preocupan de que asistan a las clases online.
"Hay mamás que comparten su internet para que sus hijos y los del vecino se puedan conectar a clases. La solidaridad se ve reflejada aquí. Si tuviéramos más recursos, de todas manera los recibiríamos más días a la semana. Esa es nuestra idea futura, pero falta colaboración. Obviamente no podemos hacer todo solas y la economía en los hogares de los vecinos tampoco ayuda", señala Gissel y agrega que no pueden recibir a más niños por un tema de espacio.
Internet
El otro proyecto que tienen en mente las dirigentes de Fuerza Guerrera es conseguir conexión a internet en la futura sede, para que todos los niños puedan contar con la opción de conectarse a sus clases y no quedarse solo con las guías que retiran una vez a la semana en el colegio.
"Cuando logremos implementar la sede comunitaria, queremos poner una red de wifi para que los niños puedan venir acá y asegurarles la conexión porque desde sus casas es súper complejo", manifiesta Gissel que antes de llegar a la toma, vivía con familiares en el sector de La Capellanía, en Cartagena.
Johanna dice que, en su caso, tiene dos niñas, de 9 y 5 años, que se deben turnar para conectarse a clases desde su celular. "Conecto a una en la mañana y en la tarde veo con la otra la clase desfasada. Luego de eso hay que ayudarles con las tareas, así que terminamos casi a las 9 de la noche todos los días".
Gissel Mariqueo agrega que le han planteado el proyecto a distintas autoridades y políticos que las visitaron antes y durante las elecciones. "Les hicimos ver nuestras necesidades, pero nada de ha hecho efectivo. Solo pedimos ayuda para la construcción de la sede, no para algo personal. Nuestro único propósito es poder cuidar a todos nuestros niños, ayudarlos en sus tareas y hacerles la pega un poco más fácil a los papás que están trabajando".
Ayuda social
Hay personas en el campamento que tienen trabajo estable y pueden colaborar con la olla común, pero de todas maneras faltan recursos.
"Donde podamos conseguir ayuda, allá estamos. Agradecemos infinitamente a las tías de la cocina porque siempre encuentran qué hacer de almuerzo; van a la feria donde nos han colaborado mucho, por aquí y por allá vamos consiguiendo qué echarle a la olla", afirma Gissel.
Mientras que Johanna sostiene que "hay familias que llegamos aquí por motivos sociales; algunas prácticamente arrancando del maltrato y otras cosas. Hay temas sociales bien fuertes con los que lidiamos todos los días y hay que prestar apoyo en ese sentido".
"Tenemos mujeres y hombres que son padres solteros, están con sus hijos tratando de salir adelante. A esos casos sociales son a los que les ponemos más atención y más ayuda también", concluye la presidenta de la toma.
Quienes quieran colaborar con esta cruzada pueden contactar a Johanna Palacios (+569 98026546) o a Gissel Mariqueo (+56 9 35480336).
"Somos las mismas mamás voluntarias las que nos hacemos cargo de alimentarlos y ayudarles con las guías y tareas los días que vienen",
Johanna Palacios
"Nuestro único propósito es poder cuidar a todos nuestros niños, ayudarlos en sus tareas y hacerles la pega un poco más fácil a los papás que están trabajando",
Gissel Mariqueo