Madre e hija unieron fuerzas para crear un dulce emprendimiento
Para afrontar la pandemia y la cesantía, Nataly Ulloa comenzó a elaborar mascarillas reutilizables, pero cambió de rubro gracias a un proyecto que inició su hija. Hoy ofrece donuts, alfajores y paletas de galletas con manjar.
Debido a la pandemia del coronavirus, Nataly Ulloa Malhue (36) quedó sin trabajo y, ante la compleja situación, decidió que lo mejor era permanecer en su casa y emprender de manera independiente.
Al principio lo hizo con un producto de primera necesidad en medio de la emergencia sanitaria: las mascarillas reutilizables.
"Primero le hice a mi familia, para que pudiéramos tener más de una mascarilla. Hacerlas me resultó bastante fácil y me permitió quedarme en casa en los primeros meses de cuarentena", recuerda esta vecina de Alto Mirador.
Clases online
Nataly es casada y tiene dos hijas, de 21 y 11 años, quienes comenzaron a tener clases online.
Javiera, la hija mayor de esta sanantonina, estudia en la Escuela de Suboficiales del Ejército, por lo que, hasta el año pasado, vivía durante la semana en Santiago.
"Producto de la pandemia, mi hija comenzó a tener clases en modalidad online, como la mayoría de los jóvenes del país. Entonces pensó que la mejor idea era volver a San Antonio y estar acompañada de nosotros durante el tiempo que durara esta modalidad", detalla Nataly.
-¿Cómo ha sido el sistema de clases online para sus hijas?
-La verdad, no siento que haya sido algo tan terrible, porque Javiera es grande y Josefa, que es la más chica, son súper independientes. Me piden ayuda en lo mínimo y ahí nos vamos organizando. Como los niños están más cercanos a la tecnología, eso les ayuda bastante en todo esto.
Quiero hacer algo
Hasta junio del año pasado Nataly seguía haciendo mascarillas para venderlas entre sus conocidos. Sin embargo, su hija Javiera también quiso emprender.
"Me dijo que quería hacer algo que fuera atractivo y que a la gente le gustara. Como yo tenía unos ahorros de la venta de mis mascarillas, le dije que se los podía dar para que ella hiciera su emprendimiento, porque lo que más quería era verla feliz", sostiene la madre.
-¿Qué hizo su hija?
-Ella quería hacer algo que tuviera que ver con la comida y los dulces, así que mi marido le regaló una máquina para hacer donuts pequeñitas o rosquillas. Mi hija aprendió un poco más de las técnicas y comenzó a venderlas.
Al principio, para probar suerte, Javiera solo ofrecía sus donuts decoradas a sus vecinos y conocidos, hasta que Instagram le dio un fuerte impulso a su propuesta.
"A medida que pasaba el tiempo igual yo comencé a ayudarle, porque en ocasiones necesitaba una mano con algunas cosas. Le empezó a ir bien y comenzó a hacer otras cosas que le pudieran gustar a la gente, como los alfajores y las paletas de galletas con manjar o nutela", manifiesta Nataly.
Volver a la escuela
En septiembre del año pasado y pese a lo bien que iba el negocio de las mini donuts y dulces, la hija de Nataly recibió la noticia de que debía retornar a la capital para asistir a clases presenciales.
"En ese minuto se determinó que el peor momento de la pandemia ya había pasado y que había que retomar las clases. Mi hija había comprado moldes y otros artículos de cocina para hacer los alfajores y las galletas", comenta.
Como el emprendimiento iba creciendo, Javiera no quería que desapareciera, por lo que le dijo a madre que debía continuar ella con Dulci Love, como llamaron al negocio.
"Me acuerdo que no estaba segura y me aterraba pensar en hacer me cargo sola, porque en general no me atrevo mucho con cosas más nuevas, pero ella me lo pidió y ni yo sé cómo me atreví a hacerlo", confiesa.
"El impulso que me dio mi familia y mi marido fue muy importante. Me decían que no perdía nada con intentarlo y que me podía dar cuenta de lo que era capaz de lograr", valora.
-¿Cómo ha sido esto de emprender sin mayores estudios?
-Todo se ha dado de forma súper autodidacta y eso es lo que más me asombra, al menos en mi caso, porque yo nunca pensé que haría algo como esto, sobre todo por los miedos que tenía.
-¿Cómo fue hacerse cargo del negocio?
-Algo nuevo y que me ha hecho crecer y descubrir mis capacidades. Como quería que la gente nos prefiriera y que no se perdiera lo que habíamos conseguido, comencé a buscar nuevas cosas, recetas, diseños y todo lo demás para poder innovar.
Un taller
Nataly está feliz con su emprendimiento y con el auge que le han dado las redes sociales, que siguen siendo manejadas por su hija Javiera. Se siente tan satisfecha que ni siquiera ha pensado en buscar trabajo, a pesar del esfuerzo que implica trabajar de manera independiente.
"Esto requiere de mucho tiempo y sacrificio, algo que ve día a día mi familia, especialmente por la dedicación que uno pone en cada preparación y cada pedido. No sería complejo tener otro trabajo, pero sería distinto y por lo mismo no pienso en ello", acota.
Con el tiempo gran parte de su familia se ha involucrado en el proyecto. De hecho, sus padres le facilitaron un espacio en su casa donde instaló un taller de cocina para realizar todas sus preparaciones.
"El espacio en mi casa me estaba quedando chico entre tanto molde y utensilio. Además, mi hermana se había ido hace poquito tiempo de la casa de mis papás, entonces les consulté a los tres si es que me prestaban la pieza y yo la convertía en mi taller", agrega entre risas.
-¿Ese se ha convertido en su espacio para crear y cocinar?
-Es más que eso, porque fuera de ser mi espacio de trabajo, es el lugar donde dejo correr mi imaginación, y de esa forma crear con toda la dedicación que la gente se merece. Ese es el sello de Dulci Love.
Los pedidos de donuts, alfajores y paletas de galletas se deben realizar con dos días de anticipación a través de Instagram (@dulci_love_) o al WhatsApp +56952126351. Además, este emprendimiento cuenta con delivery y retiro en Alto Mirador y en el taller de la población 30 de Marzo.
"Le agradezco a mi familia todo lo que ha confiado en mí y también a mi hija que me pidió que me quedara a cargo del emprendimiento que ella comenzó. Hoy puedo ver cuánto me ha ayudado, y no solo en lo económico. Ella se alegra cada vez que viene y me ve trabajar", puntualiza.
"Como yo tenía unos ahorros de la venta de mis mascarillas, le dije que se los podía dar para que ella (su hija) hiciera su emprendimiento, porque lo que más quería era verla feliz".
"El impulso que me dio mi familia y mi marido fue muy importante. Me decían que no perdía nada con intentarlo",
Nataly Ulloa