por Yvaín Eltit, presidente Sociedad de Folclor Chileno
El kultrún (en voz mapuche kul; elemento u objeto, y trün; sonido o eco), aunque la Real Academia Española lo escribe como "cultrún". Es un tambor ritual e instrumento musical más relevante de esta etnia, utilizado por la machi (curandera tradicional mapuche).
Se practica mayormente entre las regiones de Ñuble hasta Los Ríos. Funciona alternadamente como membranófono (instrumento de percusión, cuya vibración se produce en una membrana tensa hecha de piel o materiales sintéticos) e idiófono (cualquier instrumento musical en el cual el sonido se produce mediante vibración). Sus dimensiones promedio alcanzan un diámetro de la boca de 40 a 45 cm, y una altura de 15 a 20 cm. Los elementos que lo componen son principalmente: cuero de cabrito, dibujo de la membrana, vasija de madera, bordón o cordón de cuero torcido, trencillas de crin de caballo, asa de cuero y baqueta de colihue.
En torno al kultrún se conforma una orquesta de instrumentos mapuches que lo acompañan como las kaskawillas (cascabeles), pifilca (similar a una flauta), ñolkin (instrumento de viento parecido a una trompeta), cornetas y wadas (sonajas de calabazas).
Para la doctora María Ester Grebe Vicuña (1928-2012) el kultrún es: "un pequeño microcosmo simbólico que representa al universo mapuche y, asimismo, a la machi y sus poderes". Ciertamente esta médica tradicional es protagonista, pues los ritos que lleva a cabo son parte de la identificación de su pueblo, por ejemplo el "pillantún" (ritual simple de la machi frente a su rewe), este último término refiere al altar, espacio central para la ceremonia solista del kultrún. También hallamos canciones de ülutún (rito terapéutico para enfermedades leves) y pewutún (rito de diagnóstico).
Cuando se requiere más de una persona, la machi cuenta con su ayudante que se llama yegülfe. Aquí encontraremos: ngeikurrewén o baile de machi (rito chamánico post-iniciático), el eluwün de machi (ritual chamánico funerario), y el mítico nguillatún (gran ritual de fertilidad).
El dibujo que ilustra la cubierta de este tambor refleja cuatro direcciones (norte, sur, este u oeste) otorgándole una espiritualidad dialéctica, dualista, simétrica y basada en parejas de oposición.
El folclorólogo Oreste Plath (1907-1996) nos señala claramente: "el kultrún, que ella emplea, se convierte en un tambor mágico cuando se pone en comunicación directa con los seres sobrenaturales mediante sueños, visiones o la posesión de los espíritus".