La compleja vida de los pescadores artesanales en tiempos de pandemia
Hoy se conmemora, de forma anticipada, el día de San Pedro, patrono de los sacrificados hombres de mar.
Este lunes se conmemora, de forma anticipada, el día de san Pedro, el patrono de los pescadores artesanales, oficio de sacrificio, esfuerzo y abnegación.
De eso es reflejo y ejemplo Jonathan Liberona (39), quien lleva una vida dedicada y relacionada con el mar, sin embargo, fue hace poco más de cuatro años que comenzó a trabajar en la pesca artesanal.
Actualmente, se desempeña en una embarcación de la comuna de San Antonio en la pesca de la albacora, labor por la que principalmente viaja al norte del país.
"Son viajes de cerca de un mes, a veces pueden ser 15 días, pero nunca es poco tiempo y uno se acostumbra a eso, de estar embarcado todo el tiempo, aunque para la gente puede parecer poco", contó Liberona.
Raíces
Si bien desde hace poco tiempo Jonathan Liberona se dedica a este milenario oficio, es algo que siempre estuvo presente en su vida, por tradición familiar.
Jonathan es oriundo del norte, específicamente de Coquimbo y asegura que desde, aproximadamente, los diez años que tiene conocimientos respecto a la pesca.
"Toda mi familia en el norte de dedica a la pesca y así fui aprendiendo, pero claramente vine súper grande a dedicarme a esto. Sabía mucho de la pesca, pero no tenía mi carnet, que es una especie de certificación", comentó.
-¿Qué permite este carnet?
-Lo que pasa es que las capitanías de puerto no permiten el zarpe si todos los miembros de la tripulación cuentan con su matrícula. Hace algunos años lo hice, obtuve mi seguro y comencé a ser pescador de tiempo completo, porque antes era algo que conocía, pero a lo que no me dedicaba.
-¿No fue raro para su familia que se dedicara a la pesca artesanal?
-Para nada, es chistoso, porque creo que a las familias que siempre se han dedicado a esta actividad, les resulta más raro que alguno no se dedique a la pesca. Viene en las raíces de uno dedicarse a un oficio como este, es parte de su herencia, por así decirlo.
Jonathan Liberona se integró completamente al mundo de la pesca artesanal en el puerto de San Antonio, luego dejó la zona y volvieron a llamarlo para ser parte de una tripulación.
"Me gusta acá, además ya había trabajado en esto de la pesca en San Antonio, pero me acostumbré harto y por lo mismo es bueno poder volver y seguir haciendo lo que a uno le gusta", agregó.
Pandemia
Producto de la pandemia del covid-19 muchos rubros se han visto afectados y la pesca no es una excepción.
Tener que quedarse atrapados por algunos días en algunos puertos por orden de la autoridad sanitaria es una de las más frecuentes situaciones que enfrentan.
"Es un poco complicado, porque casi ninguna cosa funciona como antes, hay otros protocolos ahora. Estamos constantemente con testeos para ver si tenemos covid y a veces nos tenemos que quedar en otros puertos por precaución, entonces es un poco complejo", aseguró sobre el presente de la actividad.
Hace poco más de un mes, Jonathan junto a sus colegas de embarcación, tuvieron que enfrentar una travesía de semanas, producto de un contagio.
"La esposa de un compañero se contagió y por lo mismo tuvimos que devolvernos, porque podíamos estar contagiados y ahí tuvimos que hacer cuarentena, entonces todo el viaje se atrasa y también se alarga, esas son las cosas a las que nos enfrentamos con el covid", relató.
Familia
Ahora que Jonathan Liberona trabaja en San Antonio, no puede ver tanto a su familia del norte, solo cuando recala en el puerto pirata por su trabajo.
"Andamos entre 15 y 25 días mar adentro y después puede que se descanse 10 o solo cinco días, todo depende de la pega, porque donde está el pescado es donde va uno. Quizás hoy estamos aquí y mañana a las 10 de la noche estaremos en Coquimbo", contó.
-¿Extraña a su familia?
-Soy soltero y no tengo hijos, entonces eso es algo bueno, por un lado, porque como en este trabajo se está mucho fuera de la casa. Al ser solo, por decirlo de alguna manera, es un poquito más fácil el tema de los viajes más largos.
Al llevar una vida relacionada con este rubro, siente que una de las cosas que más se extraña es poder celebrar la festividad de San Pedro y San Pablo.
"Cuando antes vivía en el norte era una fiesta grande y también lo pude ver acá, como el paseo al patrono por la bahía y también una procesión en las calles de la ciudad, pero con esto de la pandemia no se puede y eso se extraña, porque uno confía en el patrono y le debe mucho a él", manifestó.
-¿Qué es lo más complejo de este trabajo?
-Si bien no tengo hijos ni esposa, sí tengo familia y en medio de viajes tan largos, uno no puede mucho comunicarse con ellos o enterarse de cosas y llamarlos. No siento que corremos tantos riesgos quizás, pero esas son las cosas que uno extraña más, no verlos.
"Andamos entre 15 y 25 días mar adentro y después puede que se descanse 10 o solo cinco días, todo depende de la pega,",
Jonathan Liberona.