Artesano quisqueño maravilla con sus bellos trabajos en piedra y nácar
Marcelo Guzmán lleva veinte años desarrollando este arte heredado de su padre y que le permitió conocer varios países del continente.
Marcelo Guzmán aprendió a trabajar las piedras desde muy pequeño, oficio que heredó de su padre quien se dedicaba a este tipo de artesanía.
"Desde que tengo uso de razón que mi papá hace artesanía. Recuerdo que tenía como siete años y los pascuenses le mandaban conchas de caracoles gigantes. Él les hacía aros y hartas cosas que se las enviaba de vuelta a la isla. De ahí que sabemos que las conchitas se pulen", contó Marcelo.
Agregó que "también le enviaban piedras obsidianas de volcán y nosotros le ayudábamos a pulirlas para mandarlas a la Isla de Pascua".
Junto a su hermano comenzaron a buscar materiales alternativos que les permitieran seguir aprendiendo. Fue así como descubrieron el nácar, material obtenido de las caparazones de los moluscos.
"Al principio, pulíamos las piedras y las conchitas pero no para vender. Después nos dimos cuenta que a la gente le gustaba", explicó.
Materia prima
El quisqueño recorre las playas, caletas y restoranes del Litoral Central en busca de todo tipo de conchas que les permitan desarrollar sus creaciones.
"Trabajo la conchita de casi todo el litoral. El chorito maltón, caracol y el nácar en general. Las voy recolectando en las caletas, en los restoranes e incluso con algunos buzos que ya me conocen. En esto trabajo hace unos veinte años", comentó.
Gracias a su trabajo, Marcelo ha recorrido gran parte del país y de Sudamérica. Incluso vivió algunos años en Brasil donde sus artesanías siempre tuvieron muy buena acogida.
"Este trabajo ha sido muy lindo y satisfactorio porque viajé por todo Chile y Sudamérica con mis artesanías. Aprendí hasta idiomas. En Brasil estuve viviendo y era buenísimo porque la gente aprecia más la artesanía", recalcó.
"Acá me ha pasado que viene alguien y dice "mira un chorito maltón, vamos a recogerlo y hacemos artesanía" (ríe). Ojalá fuera tan fácil", añadió.
En su travesía por el extranjero, Marcelo también estuvo visitando Argentina, Perú y Uruguay. "Dejé el nombre de El Quisco bien en alto y el de Chile también porque andaba con la bandera para todos lados".
Espacios
El artesano llegó a El Quisco en 1998. Desde ese momento ha buscado los espacios para dar a conocer su arte, pero reconoce que no ha sido nada fácil.
"Ha costado mucho porque, en general son los pocos espacios que dan las municipalidades. En El Quisco es súper difícil y por eso después la gente dice que nadie es profeta en su tierra", recalcó.
Antes de la pandemia, algunos artesanos de El Quisco se instalaban en la caleta de pescadores para ofrecer sus productos, pero ahora no pueden. El artista aseguró que el camino se ha puesto cuesta arriba para quienes viven de la artesanía.
Marcelo ha intentado reinventarse y hoy, además de comercializar sus trabajos por redes sociales, abrió una lavandería.
"Me gustaría que se reconociera a los artesanos de todos lados de Chile. Está bien difícil salir a vender ya que el turismo no es lo mismo de antes y debemos esperar a que esto se reactive. He tratado de hacer otros negocios y ver qué sale. Ahora tengo una lavandería y compré una máquina para estampados porque siempre ando buscando qué hacer", detalló.
-¿Quiénes debiesen reconocer a los artesanos?
-Las autoridades debiesen hacerlo. Una vez fui a la fiesta de la Virgen de las Nieves de Paredones (Región de O'Higgins ) y una persona me dijo "y usted dónde se está quedando".
"No tengo dónde quedarme.', le respondí, pero él me contestó: 'cómo se va a quedar por ahí, váyase a mi casa. Le comenté que andaba con un amigo y esta persona altiro me dijo: 'vamos con el amigo entonces'. Hasta el día de hoy somos amigos (ríe). La municipalidad debiese haberse preocupado de eso, pero no esta persona. A esto me refiero cuando digo que falta más reconocimiento de parte de las autoridades", agregó.
La pandemia ha golpeado fuerte a todos los artesanos del Litoral Central. Marcelo es uno de ellos y es debido a eso que anda buscando nuevos espacios dónde ofrecer sus trabajos.
"Ahora estoy buscando irme a una feria en Antofagasta. Al final uno debe ir va saliendo porque no le dan espacio", aseveró.
"Este trabajo ha sido muy lindo y satisfactorio porque viajé por todo Chile y Sudamérica con mis artesanías. Aprendí hasta idiomas",
Marcelo Guzmán.