Vergüenza en Canadá
El país del norte enfrenta un horroroso pecado: más de 150 mil niños de naciones nativas fueron arrancados de sus familias a contar del siglo XIX y enviados a internados administrados por la iglesia católica, con el fin de desarraigarlos de sus culturas ancestrales. Se estima que unos 6 mil murieron y fueron enterrados sin nombre. Otros tantos sufrieron maltratos, abusos, experimentos y múltiples dolores a manos del sistema.
Un grupo indígena del oeste de Canadá anunció esta semana el descubrimiento de más de 160 tumbas sin identificar en los terrenos de un antiguo internado gubernamental para aborígenes, lo que eleva ya a 1.275 las tumbas no documentadas localizadas en los últimos meses en estas residencias.
La tribu Penelakut, que habita la pequeña isla Penekalut en la costa del Pacífico de Canadá, señaló en un comunicado que ha localizado más de 160 tumbas sin identificar y no documentadas con anterioridad en los terrenos de la antigua residencia escolar de la Isla Kuper, que fue gestionada entre 1890 y 1975 por la Iglesia católica.
La jefa tribal de los Penelakut, Joan Brown, indicó que muchos indígenas de comunidades vecinas atendieron la residencia escolar de la Isla Kuper y que "muchos no volvieron a sus hogares".
Brown añadió que "es imposible superar actos de genocidio y violaciones de derechos humanos" y que es necesario "encarar el trauma causado por estos actos de genocidio".
La cadena de televisión CTV señaló que una antiguo empleado de la residencia escolar de la Isla Kuper, el religioso de la orden de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada Glenn Doughty, fue condenado en 1991 a cuatro años de prisión por abusos sexuales cometidos 30 años antes contra cuatro niños indígenas en otra residencia escolar.
Perdón
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, durante una rueda de prensa transmitió a la tribu Penelakut y a todas las comunidades indígenas de Canadá su pesar y añadió que el hallazgo de nuevas tumbas en las antiguas residencias escolares "profundizan el dolor de las familias, los supervivientes y todos los pueblos indígenas están ya sintiendo".
Trudeau se ha disculpado públicamente por el papel del Gobierno de Canadá en la creación a finales del siglo XIX de un sistema de residencias escolares en el que alrededor de 150.000 niños indígenas fueron internados a la fuerza hasta 1997 con el objetivo de eliminar las culturas indígenas del país.
En los internados, los niños fueron sometidos de forma sistemática a abusos físicos, psicológicos y sexuales.
Grupos indígenas han denunciado que pese, a las palabras de Trudeau, el Gobierno canadiense sigue dificultando el hallazgo e identificación de miles de niños indígenas que desaparecieron cuando estaban internados en las residencias escolares.
A pesar de que la Comisión para la Verdad y la Reconciliación de Canadá concluyó en 2015 que 1 de cada 50 niños que atendieron las residencias escolares falleció en esas instituciones, el Gobierno canadiense no ha iniciado la búsqueda de los restos en los internados y son grupos indígenas del país los encargados de las investigaciones.
En mayo, los indígenas tk'emlúps te secwépemc, un grupo de la provincia de la Columbia Británica, en el oeste de Canadá, anunciaron el hallazgo de los restos de 215 tumbas no identificadas de niños indígenas que fueron internados en la residencia escolar de Kamloops.
Semanas después, otros dos grupos anunciaron hallazgos similares, que con el anuncio de hoy llevan a la citada cifra de 1.275 tumbas sin identificar en antiguas residencias escolares del país.
Genocidio cultural
Los sucesivos descubrimientos de tumbas de niños indígenas sin identificar, en recintos que fueron custodiados por la iglesia católica, ha desatado airadas protestas enCanadá, que han incluido incluso quema de templos, destrucción de estatuas y manifestaciones violentas frente al Parlamento.
La historia que emerge hoy desde estos cementerios clandestinos se vuelve cada vez más triste y oscura. Los cadáveres -más de 1.200- han sido hallados en patios de antiguos internados que eran gestionados por el gobierno canadiense y administrados por la iglesia católica.
Su objetivo era "educar" allí a cientos de niños aborígenes del norte de América e instruirlos en las costumbres occidentales, enajenándolos de su herencia cultural tradicional. De allí que muchos califiquen estas revelaciones como un verdadero "genocidio cultural".
Un racismo desatado, acompañado de maltratos físicos, sicológicos y sexuales en contra de niños de la nación inuit y otras que habitaban Canadá antes de la llegada de los europeos, son los elementos que dan forma a esta tragedia, que hoy queda a la luz con el descubrimiento de numerosas tumbas de niños muertos que fueron enterrados sin nombre ni documento en los patios de estos internados.
Las escuelas para indígenas funcionaron por más de un siglo en Canadá, hasta que fueron cerradas... recién en los '90.
En 1876, el parlamento canadiense aprobó el Acta India, que recogía leyes t normas relativas a los indígenas que habitaban el territorio. En ella se establecía que los niños indígenas y sus respectivas reservas (territorios en que se congregó a las tribus para permitir el colonización del país) pasaban a estar bajo la tutela del Estado.
En 1883, el gobierno creo el Sistema Escolar de Residencias Indígenas con el fin de "civilizar" a la población nativa, desarraigarlos de su cultura e integrarlos a una identidad acorde a la modernidad occidental, todo impulsado por la idea de progreso imperante en el siglo XIX.
A raíz de esta medida, miles de niños indígenas fueron sustraídos a la fuerza de sus familias y obligados a permanecer en estos internados, administrados mayoritariamente por la iglesia católica, aunque también los hubo a cargo de loa iglesia anglicana.
"Cuando la escuela está en la reserva, el niño vive con sus padres, que son salvajes, está rodeado de salvajes y, aunque puede aprender a leer y escribir, sus hábitos, su formación y su modo de pensar son indios", decía John Macdonald, el primer ministro de la época, en un discurso al Parlamento en 1883.
Durante más de un siglo -el último internado cerró en 1996-, miles de menores indígenas fueron víctimas del maltrato físico debido a los castigos impuestos por mantener su cultura, como por ejemplo, por hablar en sus lenguas originarias y no el inglés y francés, que eran las lenguas oficiales de Canadá. Decenas de ellos fueron agredidos sexualmente por sacerdotes y por sus propios compañeros dentro de los centros. Hubo embarazos ocultos, abortos y suicidios, y muchos niños vivían en condiciones deplorables e insalubres, con gran hacinamiento. Incluso algunos fueron usados como "ratones de laboratorio" para experimentos científicos, mientras que otros fueron obligados a trabajos forzados.
Se estima que más de 150 mil menores fueron sustraídos de sus comunidades y unos 6 mil murieron durante el funcionamiento de los internados. Muchos de sus cuerpos jamás fueron entregados a sus familias, por lo que optaban por enterrarlos en los mismos recintos o en lugares aledaños.
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