El crucial reencuentro con la cocina de una joven sanantonina
Tras algunos vaivenes de la vida, Verónica Mesina se encontró a sí misma y decidió dedicarse ciento por ciento a su emprendimiento de repostería vegana.
Desde su infancia, Verónica Mesina Catalán ha tenido una profunda relación con la cocina, que se ha transformado en su refugio y salvación cada vez que, a sus cortos 23 años, lo ha necesitado.
Sus primeros recuerdos en este lugar son junto a su abuela Adriana Huala en Lo Gallardo, quien la deslumbró con distintas preparaciones y la entusiasmó con las formas, colores y aromas que allí nacían.
"Cuando ella hacía los almuerzos, me llamaba para mostrarme cómo se hacían las cosas. Y también lo típico, me hacía desgranar porotos, habas o pelar choclos. Siempre me gustó ayudar, asumía el rol de ayudante de mi abuela o de mis tías, ayudándoles a echar el azúcar, pinchar las masas, amasar. Siempre estuve merodeando la cocina", expresa.
Crisis y oportunidad
Cuando salió de cuarto medio del Instituto Bicentenario José Miguel Carrera, Verónica, como muchos jóvenes sanantoninos, armó sus maletas y se fue a Valparaíso a estudiar la carrera de sus sueños.
"Estaba estudiando sicología y congelé. Me gusta bastante la carrera, desde muy chica quería estudiar sicología, solo que estaba pasando por un muy mal momento, por un estrés muy cuático y decidí congelar. No le cierro las puertas a volver, porque de verdad aún me gusta", revela.
A su regreso a la casa familiar en 2018, ahora con las maletas cargadas de incertidumbre, se puso el gorro de chef. "Como no sabía qué hacer, porque estaba muy perdida en la nada, no sabía si seguir estudiando o qué, me puse a hacer y vender galletitas veganas en la calle para aportar con algo en la casa. Iba a la plaza y las vendía todas, me iba rebien", cuenta.
Pinta Vegana
Durante lo que quedaba de ese año siguió vendiendo galletas, hasta que decidió estudiar diseño de vestuario y retornó a Valparaíso. Aunque el bichito por la cocina ya la había picado.
A causa de la pandemia, Verónica pronto volvió a encontrarse con la cocina de su infancia. "Me pegué un bajón más o menos, porque se suspendieron las clases y pasé gran parte de la cuarentena sola, entonces decidí irme a vivir con mis abuelos a Lo Gallardo. Cuando estaba con ellos, se me ocurrió retomar esto del rubro comida y me lancé con Pinta Vegana", afirma sobre el nacimiento del emprendimiento que maneja a través de la cuenta de Instagram @pinta_vegana.
Allí la joven puso a prueba todos sus nuevos conocimientos, elaborando queques, alfajores, galletas, tortas y otros productos hechos con ingredientes veganos (que no tienen origen animal), como el tofu.
Zona de confort
Luego de titularse de diseñadora de vestuario, Verónica decidió seguir su verdadera vocación y durante el verano pasado trabajó en un restaurante como ayudante de cocina. "El año pasado me di cuenta que me gustaba mucho cocinar, experimentar y vender", sostiene.
Pero la llegada de una nueva cuarentena a la comuna la dejó sin trabajo. "Por la misma necesidad del 'qué voy a hacer ahora', decidí reabrir Pinta Vegana, que había dejado en pausa para terminar la carrera. Ahora Pinta Vegana es un proyecto real al que me quiero dedicar de ahora en adelante", asegura con convicción.
- ¿Por qué elegiste la comida vegana?
-Empecé a ser vegetariana en 2015. Siempre tomé al vegetarianismo como un proceso hacia el veganismo, y después de muchos años siendo vegetariana di el paso de ser vegana.
Verónica manifiesta que "creo que los animales no son seres inferiores a nosotros, los humanos, tienen los mismos derechos; el derecho de una vida libre de verdad. No le encuentro el sentido a que tengan que estar encerrados o tener que ocuparlos como ingredientes, porque no lo son, son sujetos de derecho".
-¿Qué significa la cocina para ti?
-Muchas cosas, me libero caleta en la cocina. Por ejemplo, cuando estoy feliz me gusta cocinar para desenvolver mi energía, y cuando estoy triste me gusta cocinar para subirme el ánimo, despejar la mente y pensar bien las cosas. A mí me cuesta mantener la concentración, pero en la cocina no, puedo estar todo el día cocinando y no me aburro ni nada. La cocina es mi lugar de confort.
Para la joven, la cocina también representó una salvación en los días más duros de la cuarentena. "Me ayudó a sobrevivir la pandemia y, a la vez, la pandemia me ayudó mucho a reconectarme con la cocina, porque me permitió experimentar cosas nuevas".
En todo este proceso de "ires y venires", Verónica agradece por sobre todo a su mamá: "Siempre me dijo que cualquier decisión que tomara tenía que ser basada en mi bienestar. Mi mamá jugo un rol bastante importante, me ayudó y apoyó mucho en todos los cambios que tuve".
"El año pasado me di cuenta que me gustaba mucho cocinar, experimentar y vender",
Verónica Mesina