La artesana que conquista a los turistas con sus exquisitos licores artesanales
Hace 22 años Juana Pientro inició su negocio en la localidad rural de El Totoral, en El Quisco. Hoy tiene a su haber 40 tipos diferentes de brebajes. Uno de los preferidos es el Toque de Amor.
Durante tres años, Juana Pientro Norambuena fue parte de un centro de madres, donde gracias al trabajo realizado por una monitora, aprendió a elaborar todo tipo de preparaciones.
"La municipalidad nos mandó a la señora Pilar para que nos enseñara. Estuvimos tres años con ella aprendiendo a hacer masas y comidas. Hasta que llegó un momento en donde ya no sabía qué más enseñarnos. Un día dijo que aprenderíamos a hacer tres tipos de licor: El Totoralino, el de damasco y de higo", recuerda desde su casa en la apacible localidad rural de El Totoral.
Un negocio
Juana confiesa que nunca le gustó amasar, así que su interés la llevó a dedicarse de lleno a la fabricación de distintos licores.
Un día, esta artesana totoralina, en medio de una clase, le preguntó a la profesora: ¿dónde vamos a vender todas las cosas que estamos haciendo?
"Yo y mi hija éramos parte de un grupo folclórico que participaba en las Misas a la Chilena que se hacían acá en El Totoral, entonces recuerdo que la profe me dijo: 'terminas de cantar, pones una mesita y ofreces tus productos'. Y así lo hicimos. Primero nos pusimos tres, y después se unieron las demás participantes del taller", rememora.
"Al principio molestábamos en todos lados. Incluso nos decían que dábamos mal aspecto, hasta que un alcalde dijo que nos ayudaría. Habló con el cura, pusimos los locales y cada uno empezó a pagar arriendo", agrega.
Juana tiene su negocio en el Pueblito de Artesanos de El Totoral, en la comuna de El Quisco, un lugar donde los emprendedores ofrecen una gran cantidad de productos artesanales a los visitantes, todos de elaboración propia.
Licores
Han pasado 22 años desde ese curso que le cambió la vida a muchas mujeres, y hasta ahora Juana ha elaborado más de 40 licores, en los cuales mezcla todo tipo de ingredientes para lograr sabores únicos e inigualables. "Acá hay otra señora que fabrica licores, pero ella los hace a su pinta y yo a la mía, porque todos tenemos distintas recetas y esa es la gracia".
"Con el pasar del tiempo fuimos inventando más sabores. Llegué a los cuarenta, pero finalmente me quedé con los que más se venden: El Totoralino y El Toque de Amor", explica.
Este último se ha convertido en uno de los favoritos de los turistas que llegan a este pueblo enclavado en la parte alta de la comuna. A base de pétalos de rosas, cerezas y alguno que otro secretillo, este licor promete levantar las energías hasta el más alicaído de los amantes. De ahí su éxito. "Al menos eso dicen", afirma su autora entre risas.
Ingredientes
Encontrar los sabores perfectos requiere de harta dedicación y tiempo, y eso lo sabe muy bien Juana, quien ha trabajado arduamente en su taller para elaborar los productos que tanto éxito han tenido en los últimos años.
-¿Cómo va descubriendo los ingredientes?
-Uno va buscando. Por ejemplo, ahora estoy haciendo crema de whisky. Un día me dieron a probar Bailey y después de eso me puse a buscar la mezcla. La hice varias veces hasta que le achunté. No queda como el original, pero a la gente le gustó, así que lo seguí haciendo. También preparo de chocolate, de menta chocolate, de almendra y de coco.
-¿Qué otro licor elabora?
-Hago el de Siete Hierbas que queda parecido al Araucano y se vende bastante. También elaboro uno de frambuesa, de frutilla, de physalis, de maqui y de murta que traigo del sur. Incluso se puede hacer licor de miel y de vainilla.
En medio de esta búsqueda, Juana también ha desechado algunos sabores que no lograron convencerla. "Antes hacía licor de arándano, pero encontraba que no tenía sabor. Mi marido cuando estaba vivo decía que debía gustarle al cliente, no a mí (ríe), pero al final nunca más lo hice", cuenta.
-¿Cuánto se puede demorar en hacer un licor?
-El que más se demora en cuanto a su proceso es el enguindado. Lo mínimo que se debe tener en una garrafa son tres meses.
Todos los ingredientes que usa la artesana en sus elaboraciones son ciento por ciento naturales. Ella los busca de manera personal para asegurarse de su calidad. "Los pétalos de rosas, por ejemplo, los consigo con la señora que vende flores al lado del cementerio en El Totoral. Hay rosas que no las vende y esas se las encargo y después las congelo. Voy buscando por todos lados lo que necesito", detalla.
Legado
Esta artesana quisqueña sabe que su oficio es una tradición que no se puede perder. Es por eso que en estos años se ha preocupado de enseñar las recetas de sus licores a sus seres queridos, para que sean ellos los que más adelante continúen con este emprendimiento que tantas satisfacciones le ha dado.
-¿Y cuál es la receta de su licor más famoso, el Toque de Amor?
-Esa no se la puedo dar, porque está guardada bajo siete llaves (ríe).
Juana ya tiene claro quiénes deben seguir con su legado. "Yo le digo a mi hija que, cuando yo ya no esté, ella debe seguir con el negocio, además por eso tiene anotadas muchas recetas de mis licores. Una de mis nietas también sabe hacerlas, así que serán ellas las que sigan adelante con todo esto porque la idea es que no se pierda. Tía y sobrina trabajarán juntas", señala convencida.
Debido a la pandemia, Juana no estaba fabricando licores, y solo se dedicaba a comercializar los que mantenía en su taller, pero hace unas semanas, con el avance de El Quisco en el plan Paso a Paso, los turistas han vuelto a El Totoral.
"En mi taller tenía harto licor hecho, y en estas vacaciones de invierno mi hija vendió hartos. Como pasamos a fase 3, vamos a empezar a abrir todos los fines de semana, aunque no puedo quejarme porque a pesar de la cuarentena, la gente igual venía a mi casa a buscar licores. En estos años ya tengo mi clientela", recalca.
-¿A qué cree que se debe el éxito de su negocio?
-Porque no vendo caro por la sencilla razón que no compro la botella, la reciclo. Vamos a los restaurantes de El Quisco a buscarlas para lavarlas y desinfectarlas. Mi hija hace las etiquetas y a las que no tienen tapas, le ponemos corchos y así sale todo más económico. El cliente finalmente lo agradece.
"Con el pasar del tiempo fuimos inventando más sabores. Llegué a los cuarenta, pero finalmente me quedé con los que más se venden: El Totoralino y El Toque de Amor",
Juana Pientro,, artesana de El Totoral
"Ahora estoy haciendo crema de whisky. Un día me dieron a probar Bailey y después de eso me puse a buscar la mezcla. La hice varias veces hasta que le achunté. No queda como el original, pero a la gente le gustó".
"El que más se demora en cuanto a su proceso es el enguindado. Lo mínimo que se debe tener en una garrafa son tres meses",
Juana Pientro