La sanantonina que cambió un buen trabajo por el amor de su familia
Varios hechos se confabularon para que Natalia Soto volviera a su tierra natal tras 17 años en Santiago. Entre ellos, la maternidad y un cáncer terminal que le detectaron a su abuela que la crió. Hoy emprende con carteras y bolsos.
En noviembre pasado y luego de 17 años viviendo en Santiago, Natalia Soto Ramírez (36) decidió volver al lugar que la vio crecer.
Según su testimonio, la determinación de abandonar la capital la tomó porque quería entregarle una mejor calidad de vida a Simona, su hija de dos años, y para estar cerca de sus familiares, a quienes no podían ver tan seguido en medio de la emergencia sanitaria.
"Con las restricciones de la pandemia y como yo estaba en Santiago, apenas veíamos a mi familia, y mi hija estaba creciendo lejos de ellos. Por otra parte, yo no tenía una real red de apoyo allá. Vivía cerca de mi tía, pero estaba muy lejos de mi mamá, que era la persona que más me podía ayudar", asegura.
Crianza
Natalia está viviendo en Barrancas junto a su madre y uno de sus hermanos. Ella nació en la comuna de San Antonio, pero gran parte de su infancia se desarrolló en la localidad rural de El Turco, en la comuna de Cartagena.
Allí vivía junto a sus abuelos maternos, a quienes llama sus papitos. "Ellos me criaron en gran medida y lo agradezco, porque siento que recibí todo el cariño que un niño merece. Algunos años después, me fui con mi mamá a vivir a Melipilla, para que pudiera ir al colegio, pero como que nunca me alejé de El Turco", confiesa.
-¿Fue una infancia con varios cambios de casa?
-No diría que tantos. Más que nada, fueron cambios para estudiar, pero uno siempre siente cuál es su hogar, pese a estar en otro lado, y en mi caso era El Turco y San Antonio, donde vivo ahora. Creo que tuve una gran infancia y eso es lo que cuenta al final del día.
-¿Sus abuelos fueron fundamentales en esa etapa?
-Claro, de todos modos. Ellos me dieron todo lo que yo pude necesitar en la vida. Me educaron, me enseñaron valores, me dieron amor y esas son las cosas que hasta el día de hoy me tienen agradecida.
Cambio de ciudad
Luego de estudiar en Melipilla, Natalia volvió a trasladarse de ciudad, pero sin dejar de lado El Turco o San Antonio.
Esta vez el destino fue Santiago para comenzar a forjar su vida profesional, la misma que la tuvo 17 años residiendo en la capital. "Estudié y me desempeñé como asesora comercial en Sura Chile. Ese trabajo me permitía llevar un buen estilo de vida, pero me tenía un tanto alejada de mi tierra y de mi familia".
-¿Fue compleja la maternidad estando lejos de la familia?
-Yo creo que la maternidad es compleja en general, pero como estaba sin mi familia, fue un poco más difícil, y hay que tener en cuenta lo distinto que es el ritmo de vida en Santiago. Tenía que hacer un recorrido de cerca de dos horas para llegar a mi trabajo y dejar a Simona en la sala cuna. Eso desgasta a cualquiera.
En octubre del año pasado, Ana Cartagena, la abuela de Natalia, fue diagnosticada con un cáncer terminal. Esa mala noticia y todo lo que estaba enfrentando el país con la pandemia, gatillaron en que la asesora comercial decidiera finalmente retornar a la tierra que la vio nacer.
"Sentía que el ajetreo de Santiago, el estar relativamente sola y la enfermedad de mi mamita, requerían que yo estuviera más cerca de mi familia y que ellos también pudieran disfrutar de Simona, ya que su primer año de vida lo había vivido de alguna forma encerrada por la pandemia", asegura.
Aprovechar el tiempo
Tras enterarse de la enfermedad de su amada abuela, Natalia renunció a su trabajo, sabiendo todo lo que esta decisión podía implicar. Pero fue precavida. Ahorró dinero y tomó sus maletas para volver a la casa de su madre en Barrancas.
En noviembre, ella, su madre y Simona se establecieron nuevamente en El Turco para cuidar a su abuela en sus últimos meses de vida. "Mi papito había fallecido hace algunos años. Él, con mi mamita y mi mamá, había hecho todo lo que estaba a su alcance para hacerme feliz. Yo tenía que retribuir ese amor. Cuidarla en sus últimos meses fue algo que agradezco inmensamente".
-¿No se arrepiente de haber dejado el buen trabajo que tenía en Santiago?
-Yo sé que en San Antonio quizás nunca encuentre un trabajo que me ofrezca, económicamente, lo que me daba el de Santiago, pero al menos estuve con una de las mujeres más importantes de mi vida en sus últimos días y veo que ahora tengo una calidad de vida impagable.
En abril partió su abuela, rodeada del cariño y el amor de su familia. "Con mi mamá nos fuimos a El Turco para poder cuidarla y estuvimos mucho tiempo juntas las cuatro generaciones. Siento que afianzamos mucho nuestra relación y yo, de alguna forma, pude retribuirle todo lo que hizo por mí en vida. Recargamos energías".
Emprender
Natalia cuenta que siempre soñó con tener una tienda y pensó que esta nueva etapa de su vida era un buen momento para concretar ese proyecto, aunque no tenía claro hacia dónde apuntar. "Sabía que no podía quedarme de brazos cruzados, pero tampoco me quería dedicar a un trabajo de tiempo completo, porque necesitaba aprovechar el tiempo con mi abuela y con mi hija. Yo siempre quise tener una tienda, pero claramente por el contexto no se podía".
-¿Y cómo concretó la idea?
-Me di cuenta de que cada vez se masificaban más los emprendimientos en línea. Me atreví de la nada y me propuse vender carteras, porque es algo que me gusta mucho y porque tuve el poyo y aliento de mi familia.
Una terapia
La Tiendita de Simona se convirtió en una fuente de ingresos para Natalia y, también, en su mejor terapia.
"Mi cuñada me ayudó mucho con el tema de crear las páginas de Instagram (@latienditadesimona__) y Facebook (La Tiendita de Simona). Yo me atreví a hacer la inversión y desde ahí no paré, que fue en marzo de este año", expone.
-¿Por qué carteras?
-La verdad no hay motivos muy grandes. A mí me gustan mucho las carteras y me puse a pensar que no siempre acá estos artículos están a la mano a un precio accesible. Entonces les quise entregar eso a las sanantoninas, aunque mis primeras clientas estuvieron en El Turco.
-Al poco tiempo de iniciado su emprendimiento, falleció su abuela. ¿Cómo han sido estos meses para usted?
-Yo creo que la pérdida fue grande y muy impactante pese a que sabíamos que ocurriría, pero si lo veo ahora que han pasado los meses, claro que siento que este emprendimiento fue una terapia, porque la tienda me hacía estar pensando en otra cosa y mantener mi mente ocupada.
-¿Cómo se proyecta en este negocio?
-Ahora traeré joyería de plata desde Tailandia, porque siempre quiero crecer con esto. Insisto en que yo sé que mis ingresos no volverán a ser como en Santiago, pero soy súper feliz, veo cómo mi familia goza a mi hija y yo me puedo apoyar de ellos, y el cariño que recibo día a día es impagable.
"Siempre supe que no quería darle a mi hija el estilo de vida santiaguino, por lo que tenía claro que cuando fuera mamá me vendría a la zona, pero la verdad no sé cómo estuve 17 años viviendo allá", puntualiza entre risas.
"Con las restricciones de la pandemia y como yo estaba en Santiago, apenas veíamos a mi familia, y mi hija estaba creciendo lejos de ellos",
Natalia Soto
"Estudié y me desempeñé como asesora comercial en Sura Chile. Ese trabajo me permitía llevar un buen estilo de vida, pero me tenía un tanto alejada de mi tierra y de mi familia",
Natalia Soto