Juan Olivares Meza
A principios de 2020, con el estallido de las tomas de terreno en las zonas periféricas de San Antonio, en el sector de El Trigal, a un costado del cruce Luis Reuss de la ruta de Nuevo Acceso al Puerto, cerca de 200 sitios fueron loteados de manera irregular y repartidos por los colonos del nuevo campamento.
Y si bien al principio la toma tuvo relativo éxito, básicamente por la cercanía del sector con las poblaciones de la parte alta de Barrancas, con el paso de los meses la fuerza de los colonos furtivos fue decayendo y para marzo de este año apenas se contaba un par de casas semi abandonadas en la toma El Trigal.
Origen del fracaso
La clave para el fracaso de este campamento fue la determinación de los dueños del terreno, que desde el principio trataron de conseguir el desalojo del predio. Ante la negativa de los ocupantes, se cortaron todos los accesos vehiculares hacia El Trigal, tanto desde el Nuevo Acceso como desde las villas vecinas, en cuyo límite incluso se cavó un socavón que dificultó el paso de personas.
Elena Silva, vecina de la calle Isla de Pascua al llegar a Akin Soto, donde existía una pasada de vehículos hacia el Trigal, recordó que "en el invierno del año pasado, cuando la toma todavía tenía harta gente, toda esta parte (señala unos 30 metros) fue cerrada con planchas de zinc. Una máquina ya había cortado la pasada de los autos, pero ese cierre además cortó el paso a la gente".
Mientras eso pasaba, los accesos por el enlace Luis Reuss, frente a la planta de cementos, en el lado norte del Nuevo Acceso, se cavaron zanjas y se hicieron montículos de tierra haciendo imposible el paso de vehículos por ese sector. Lo mismo ocurrió en al menos tres tramos del Nuevo Acceso que eran utilizados para acceder desde la ruta al fundo Miramar, donde se ubica el sector conocido como El Trigal.
Solo recuerdos
De la toma solamente queda el recuerdo, la basura acumulada de los ocupantes que tuvieron que marcharse, y retazos de madera que fueron amontonados en varias pilas que le dan al paisaje un tono de desolación.
En la parte más alta del predio y en uno de las entradas se instalaron contenedores que sirven de casetas de vigilancia para los guardias que ahora cuidan el terreno con la finalidad de avistar oportunamente cualquier tentativa de toma.
"Llevamos aquí más de tres meses y cuando llegamos solamente quedaban un par de personas que los a pocos días también se fueron. La mayoría de los que se habían tomado un sitio en este lado se fueron a la toma de Placilla", dijo a Diario El Líder uno de los guardias que prefirió no ser identificado.
El mismo vigilante confirmó que el terreno cuenta con seguridad permanente en todos sus accesos, y la limpieza del sector, amontonando las sobras de madera y la basura que quedaron, la han hecho con maquinarias los dueños del terreno.
Así fue como se acabó el campamento que fracasó en la zona de El Trigal, en la parte alta de Barrancas, donde diariamente siguen transitando personas que trabajan en los almacenes extraportuarios que acortan camino por este lugar, deportistas que trotan por el fundo Miramar o simples vecinos que sacan a pasear sus perros.
De la toma solamente quedan unos pocos montones de basura, retazos de madera y recuerdos.
100 precarias viviendas llegaron a instalarse en el sector El Trigal. Hoy no queda ninguna.