El arduo trabajo de un incansable rescatista de animales silvestres
Con 52 años, el sanantonino Cristian Brito ha dedicado más de la mitad de su vida a su gran pasión que es el mundo animal y la preservación de la flora y fauna. Aquí cuenta cómo ha sido su labor en el centro de rescate de San Antonio.
Cristian Antonio Brito Montero (52) es padre de dos hijos varones de 18 y 22 años, nació en la calle Lautaro de la población Juan Aspeé y se crió en el restaurante "La Fritanga", que tenía su padre en la salida de San Antonio hacia Cartagena; donde la plaza de Armas, la avenida Centenario, y la caleta de pescadores fueron una extensión del patio y los juegos infantiles que lo vieron crecer.
Quiso el destino que a fines de la década de los noventa, después de trabajar en financieras, en ventas y diversos oficios, llegara a colaborar a través de los Programas de Generación de Empleo en lo que era una especie de "Posta de Animales" que luego dio paso al Centro de Rescate y Rehabilitación de Fauna Silvestre, que fue el tercero de su tipo en crearse a nivel nacional.
Sobre esa época Cristian recuerda que "estaba de alcaldesa la señora Lucía Menares y se dio la oportunidad de ingresar a ayudar a José Luis (su hermano, actual director del Museo de San Antonio), que en ese tiempo trabajaba solo porque aparte solamente había una secretaria, no había más funcionarios municipales en esa área. El centro funcionaba de una manera parecida a un servicio de urgencia porque los animales eran atendidos y se iban, no había internación".
Al rescate de los lobos
Por esos años, de la mano de los hermanos Brito y el apoyo de diversos voluntarios, el trabajo del museo comenzó a hacerse muy conocido y "se hicieron diversas campañas, como las que impulsaba Greenpeace para salvar las ballenas, donde yo también era voluntario y también en ese tiempo se hizo la campaña "Quiero vivir" para el rescate de los lobos marinos, donde llegamos a tener unos 100 lobos en las jaulas que construimos en el museo cuando estaba en la calle Sanfuentes".
Para ese tiempo aún no existía el concepto de rescatista de fauna silvestre, pero eso no detuvo a Cristian que se involucró en la campaña. "El trabajo del museo comenzó a hacerse muy conocido por el rescate y la ayuda que prestamos a los lobos marinos. Eso salió en los medios locales y nacionales, y mucha gente colaboró desde Estados Unidos y Europa para apoyar lo que hacíamos. De hecho, vinieron del Acuario de Buenos Aires a entrenarnos para poder alimentar a los lobos marinos porque en Chile nadie sabía y no había centros como el que estábamos formando".
Cristian Brito recuerda que hace 20 años "había solamente tres centros, dos de ellos en Santiago y nosotros, que éramos el único de tipo marino, por lo tanto, las tortugas y todos los animales del norte y sur de Chile llegaban a San Antonio, donde con el tiempo implementamos piscinas y jaulas que dieron forma y vida al centro de rescate. Luego vinieron de distintas partes del país a ver cómo trabajábamos".
Triste rescate
Uno de los hechos que marcó a este rescatista local fue la ayuda que prestaron a una pareja de cocodrilos cubanos que llegaron con un circo a San Antonio y que por su deplorable estado de maltrato fueron incautados por los funcionarios del centro de rescate local.
"Hubo muchos animales que los tuvimos por mucho tiempo y finalmente morían, porque así es esta tarea; pero hay un rescate muy triste que hicimos de unos cocodrilos de un circo que se instaló en el estadio. Cuando llegamos al contenedor donde los tenían, estaban en unas cajas de madera, con el hocico amarrado con alambre y les habían cortado las garras. Todo era muy oscuro y con una estufa a parafina los calentaban porque son animales de otro clima. Los pobres estaban muy mal", repasa Cristian Brito sobre ese salvataje que pese a todo terminó mal.
"Los decomisamos y nos querían pegar. Después los cocodrilos se fueron al Zoológico Nacional pero nunca estuvieron en las condiciones adecuadas para sus necesidades. Primero murió uno y al tiempo murió el otro. Eso da mucha pena, es triste porque no pudimos salvarlos".
Porfiado
Si bien el Centro de Rescate y Rehabilitación de Fauna Silvestre no ha superado las barreras económicas que le permitan seguir funcionando al alero del Museo Histórico y Natural de San Antonio (Musa), de todas maneras Cristian Brito se las ha arreglado para mantener vigente su pasión por los animales con el "Área Educativa de Fauna" que se habilitó en el recinto enclavado en el cerro Cristo del Maipo.
El nuevo museo es también una de las grandes alegrías de este sanantonino que estuvo en la lucha para conseguir los fondos y defender el proyecto cuando todo parecía perdido.
Y aunque en un área como la suya la vida no suele dar muchas certezas, hay una cosa que para Cristian Brito es segura. Seguirá del lado de los animales, ya sea en algún rescate imposible o en alguna campaña de protección animal, siempre impulsando el Centro de Rescate y Rehabilitación, porque para este porfiado rescatista la fauna silvestre es su vida.