La profesora que en pandemia emprendió con plantas de interior
Karla Carreño es una multifacética mujer que siempre ha buscado la fórmula para salir adelante. Aparte de su trabajo como docente de tecnología y artes visuales, tiene dos micros y ahora sumó un nuevo negocio.
En 1989, los padres de Karla Carreño Navarro (38) se cansaron de la ajetreada vida que llevaban en Santiago. El matrimonio y sus tres hijos se trasladaron a vivir a San Antonio buscando una mejor calidad y nuevas oportunidades laborales.
"Mi papá se dedicaba a algo totalmente distinto en Santiago. Junto a mi mamá, quería comenzar a hacer otras cosas, que allá la verdad no se podían hacer, porque también el costo de vida es más alto, incluso en esa época", recuerda Karla.
Micros
Tras arribar a San Antonio, Karla cuenta que su padre compró una micro para dedicarse a la locomoción colectiva.
"Me acuerdo que nos vinimos a la casa de mi tata y años después nos trasladamos a Santo Domingo, que es donde vivo ahora con mis papás y mi hijo de cuatro años. Como teníamos donde quedarnos, fue como venir a probar suerte en un nuevo rubro", sostiene.
En aquella época el transporte mayor aún vivía un auge en la zona, especialmente en verano, y su padre supo capitalizar las ganancias. Al poco tiempo adquirió otras máquinas y se transformó en empresario de la locomoción colectiva.
-¿Usted y sus hermanos se acostumbraron a la nueva vida en San Antonio?
-Yo siento que sí, por algo nunca nos fuimos. Yo creo que nos acostumbramos gracias a que a mi papá le fue bien en sus nuevos proyectos, porque también uno toma confianza para atreverse a hacer cosas nuevas.
Docencia
Karla completó toda su etapa escolar en San Antonio y luego se trasladó fuera de la zona para estudiar pedagogía, impulsada por su pasión por las manualidades y su vocación por enseñar.
"Estudié pedagogía en tecnología, porque sentía que era lo que más se asemejaba a este mundo de las manualidades y de explorar mi creatividad. Al terminar la carrera se dio la oportunidad de hacer un postítulo y ahí hice la pedagogía en artes visuales, que es a lo que me dedico ahora", comenta.
-¿Cómo ha sido dedicar su vida a la docencia?
-Yo creo que cuando uno es chico y escoge una carrera para dedicarse en el futuro, poco sabe de las cosas, entonces hasta que no se enfrenta a un trabajo no sabe si le va a gustar o no, pero a mí afortunadamente me pasó que me encanté y no me arrepiento de nada, fue una buena decisión.
-¿Qué otra cosa habría estudiado si no hubiese seguido la pedagogía?
-La verdad es que siempre he sentido que tengo una conexión con el mundo del comercio, porque gran parte de mi familia se ha dedicado a este rubro. Sin embargo, si hablamos de la parte profesional, no me veo haciendo otra cosa, pero sí he pensado que puedo congeniar mi profesión con otras cosas.
Como profesora, Karla siempre ha sentido que tiene que buscar otras formas para generar más recursos, sobre todo por su condición de madre.
"Siempre me las ingenio para buscar qué más hacer aparte de la pedagogía y así tener un poco más de dinero, porque todos sabemos que la carrera de profesor no es para hacerse millonario. Además, en mi área no siempre tengo tantas horas como un profesor de matemática o ciencias, por ejemplo", agrega.
Algo mío
Durante largo tiempo, Karla había reunido dinero para comprarse un auto. En aquella época aún no se convertía en madre, por lo que sentía que era el mejor momento para hacer una inversión que le permitiera desplazarse de mejor forma entre Santo Domingo y San Antonio, donde trabaja.
"Mi mamá me dijo que si quería reunir más dinero, mejor me compraba una micro y comenzaba a trabajar en eso, pero sentía que cómo lo iba a hacer si no tenía el dinero suficiente y no sabía nada del rubro, a diferencia de mi papá", asegura.
-¿Desechó la idea entonces?
-No, solo que me la planteé un poco mejor con la ayuda de mi mamá. Ella me decía que era una buena idea y que lo mejor era comprarle una de las micros a mi papá, así podría tener facilidades de pago, que es lo que más se necesita en esto.
"A mi papá le pareció ideal. Me vendió una que él quería cambiar y me aconsejó que trabajara con el mismo chofer que él tenía para esa micro, quien aún trabaja conmigo y lo agradezco muchísimo, porque también me fue dando la fuerza para seguir adelante en este rubro", añade la profesora.
Tal como lo hizo su padre, luego de la primera inversión, vino una segunda que hoy tiene a Karla con un pequeño negocio de micros para el transporte de trabajadores.
Pandemia
Con la llegada del coronavirus a la zona y la suspensión de clases presenciales, Karla comenzó a pasar mucho más tiempo en su casa, junto a su familia y su hijo.
Su madre, además, es una amante de las plantas de exterior, por lo que en varias ocasiones la acompañó a comprar nuevas especies.
"Un día, como estaba tanto en la casa trabajando, quise darle otro aire a mi hogar y opté por comprar algunas plantas, pero de interior. Al poco tiempo, quise tener algo lindo para ponerlas y le pregunté a un amigo, que es soldador, si me podía hacer un portamacetero y así habilitar un espacio para mis plantas", detalla.
Karla, aprovechando sus habilidades, también se dedicó a pintar loza que luego vendía, pero la emergencia sanitaria la dejó sin insumos para seguir.
Pero dicen que cuando se cierra una puerta, se abre otra. Justo en ese momento subió una foto del portamacetero que le había hecho su amigo y sus conocidos comenzaron a preguntarle.
"Le conté a mi amigo soldador y me dijo que él los confeccionaba y yo los vendiera, y así hacíamos negocios. Nos pusimos a vender y nos iba bastante bien, pero las fotos que subía eran con una planta que me había regalado mi mamá y la gente me preguntaba mucho cuánto costaban las plantas que ellos creían que vendía", comenta entre risas.
-¿Qué vino después?
-Le pedí ayuda a mi mamá para ir haciendo más plantas pequeñas desde la planta madre, y comencé a venderlas. Siento que ahí me pude conectar otra vez con mi lado más de comerciante.
Desde agosto del año pasado Karla tiene un vivero boutique, donde ofrece, a través de Instagram (@lakarlota_viveroboutique), distintos tipos de plantas y también accesorios para estas.
"Lo llamé vivero boutique porque no solo quería ofrecer las plantas, sino también maceteros y todas las cosas que se necesitan para cuidarlas. Eso es lo que me gusta de lo que hago", dice la profesora y emprendedora.
-¿Continuará dedicándose a la pedagogía?
-Por supuesto que lo seguiré haciendo, pero me gusta dedicarme a las plantas, que por lo demás me permiten pasar más tiempo con mi hijo, que él pueda conectarse con la naturaleza y aprender. Eso es lo que me encanta de esta idea que surgió en medio del encierro.
"Estudié pedagogía en tecnología, porque sentía que era lo que más se asemejaba a este mundo de las manualidades y de explorar mi creatividad",
Karla Carreño
"Siempre me las ingenio para buscar qué más hacer aparte de la pedagogía y así tener un poco más de dinero,
Karla Carreño
"Le pedí ayuda a mi mamá para ir haciendo más plantas pequeñas desde la planta madre, y comencé a venderlas. Siento que ahí me pude conectar otra vez con mi lado más de comerciante",
Karla Carreño