La historia del dirigente que conduce el sindicato portuario más numeroso de San Antonio
El operador de grúas portacontenedores, Ricardo Rodríguez Campos, habla de su trabajo en el puerto y del rol que ha asumido como líder del Sindicato Semm y vocero de la Unión Portuaria de Chile
Son las 4 de la tarde y Ricardo Rodríguez Campos (47) viene saliendo de un primer turno en STI. El dirigente del sindicato más numeroso que existe en el puerto nos invita a un café en las proximidades de la rotonda de acceso al puerto y conversamos sobre su vida en "la orilla", que es como los trabajadores denominan a quienes desempeñan labores en el muelle, y también fuera de ella.
Mientras el líquido humea en nuestros vasos, el dirigente nos cuenta que ya lleva 25 años trabajando en el sector. Por eso no pudimos dejar de preguntarle sobre la realidad que había en las faenas del sector marítimo por aquellos años. "La mayor diferencia es que no existía un operador principal, sino una serie de empresas que brindaban servicios de muellaje, cada una con un color diferente, protocolos de seguridad inexistentes y muy pocos contenedores - que son tan característicos del panorama portuario hoy - y sin control sobre la cantidad de turnos. Era frecuente que los operadores de grúa horquilla nos tuviésemos que quedar durante toda la estadía de la nave. Es decir, si un desconsolidado de cebollas, podíamos pasar con facilidad 48 horas de corrido en el muelle", dice.
-¿Cebollas?
-Se ríe, da un sorbo al café antes de respondernos que a mediados de los 90, Chile exportaba cebollas en contenedores a los que se les sacaba una de las puertas para permitir su ventilación ya que, al ser un producto orgánico, la popular cebolla emite gases en su proceso de maduración.
-¿Había carné rojo?
-En la Empresa Portuaria de Chile (Emporchi) nos daban un carné amarillo, que era un permiso para ingresar, pero sin certificación alguna de conocimientos. En esa época tampoco se repartían elementos de seguridad para todo el mundo y los que éramos eventuales teníamos que conseguirnos un chaleco reflectante o un casco con algún compañero contratado que nos quisiera regalar uno. Todo lo relacionado con calidad de vida, salud y prevención de accidentes para el trabajador era bien precario.
-¿Cómo era la vida sindical a fines de los 90?
-El gran sindicato que había era el de estibadores, pero no todos pertenecíamos a este, pues si tu empresa era pequeña no tenías como sindicalizarte. Eso cambió en 2002, yo trabajaba en la empresa de muellaje "Silvia Alvarado" que le daba servicios al recién llegado STI y estando allí fundamos el sindicato Sitraport, que llegó a tener 250 socios y nuestra prioridad en aquel momento era mejorar la calidad de vida de los asociados y obtener ropa de seguridad. En 1998, un turno de trabajo en el puerto no alcanzaba a valer ocho mil pesos y gracias a los sindicatos eso fue mejorando. No podemos ser el primer puerto de Chile y repartir una limosna a los viejos que le daban su vida.
-¿Qué trabajo realizabas en el puerto y qué rol cumples ahora?
-Por esos años entré al puerto como operador de grúa horquilla, que por entonces era el gran equipo que se veía en la orilla y ese oficio lo aprendí durante mi paso por la pesquera Sopesa. Hoy trabajo como operador de grúas portacontenedores en STI, las que son bastante más grandes que las que me vieron llegar al muelle y que pueden levantar contenedores con 30 toneladas en su interior haciéndolo parecer liviano.
-¿Cómo es operar una grúa de esas?
-Es una mole de 70 toneladas, por lo que conducirla aún sin carga demanda una concentración adicional a lo que hace alguien arriba de un automóvil convencional. Sin embargo, es muy satisfactorio poder tomar los contenedores como si fueran una pluma y moverlos de un lado a otro como si nada.
-¿Cómo se compatibilizan tus turnos de trabajo con la vida en casa y el rol de dirigente sindical?
-Se toma unos segundos antes de contestar y cuando estaba por hacerlo, una llamada interrumpe el momento de la respuesta. Se trataba de un portuario que estaba nombrado para el segundo turno, pero tenía una situación familiar que ameritaba su atención y presencia. Ricardo lo escucha y se compromete a darle una mano. Así, y tras un par de llamados, contacta a su compañero para comunicarle que estaría liberado esa tarde pero que le tocaría trabajar durante el tercer turno, que va desde las 22.30 a las 6.30.
"Creo que con esto la pregunta ya fue contestada", nos responde, mientras explica que el rol de un dirigente es -entre otras cosas- atender las diversas necesidades que tienen sus asociados y, representarlas ante su empresa. En su caso, el Sindicato Semm, que integran 320 personas, representa un tercio del total del equipo humano de todo el concesionario STI, por lo que siempre hay situaciones que atender. Vengo al terminal varias veces por mes, por lo que en cada turno de trabajo aprovecho para conversar con mis asociados, observar las condiciones de seguridad del terminal y cualquier aspecto que pueda ser mejorado. El contacto con las bases debe ser permanente y pienso que eso es lo más importante en la vida de un dirigente sindical", nos detalla.
-¿También son importantes las gestiones con autoridades?
-De un total de 8.000 trabajadores que pertenecen a la Unión Portuaria de Chile, San Antonio tiene un 25% de esa fuerza, pero si lo llevamos a carga, obviamente nuestra participación aumenta y por ese motivo el rol que jugamos en los planteamientos que le hemos hecho a las autoridades siempre es importante. El poder contribuir a solucionar las problemáticas que tienen enclaves portuarios más pequeños de nuestra costa es un desafío adicional que poseemos todos quienes somos dirigentes en el puerto de San Antonio. Misma cosa ocurre con los problemas de la ciudad y el país, donde los portuarios hemos marchado en apoyo de mejores condiciones de salud para la provincia de San Antonio y los cambios que Chile pide a gritos en la calle.
Otro aspecto relevante, nos señala Ricardo, son la participación en las mesas de trabajo, salud, y capacitación para los trabajadores. Además de las gestiones que se realizan con la Unión Portuaria de Chile para la Ley Corta de Puertos donde se consiguieron beneficios como la media hora de colación, entre otras cosas.
-¿Qué objetivos tiene el sindicato Semm hoy día?
-El Sindicato de Estibadores de Muellaje del Maipo es el primero que integra a trabajadores eventuales y contratados en el puerto y es el único que lo hace actualmente. Esta situación es una gran responsabilidad porque hay que integrar las necesidades que ambos grupos poseen en las conversaciones que se tienen con nuestros empleadores y autoridades.
-¿Otras preocupaciones?
-Hoy tenemos desafíos que van en varias direcciones, pero destacaría el proyecto de habitabilidad que busca erigir una población nueva donde los trabajadores puedan vivir con sus familias, recordemos que San Antonio tiene un conocido problema de disponibilidad de viviendas, pero también están los petitorios presentados a la empresa para que haya más trabajadores con el régimen de contrato en vez de eventuales. Esto, en el entendido que la llegada de naves está lejos de ser eventual y recibimos más de mil por año en todos los terminales y eso hace que la figura del eventual no sea más que un resabio del pasado y que en la actualidad solamente es una persona que trabaja tanto o más que un contratado.
Nuestra conversación es interrumpida varias veces por llamados telefónicos; dos portuarios solicitaron ayuda para un tema con la empresa y un dirigente de otra latitud le consulta por la organización del Día del Trabajador Portuario. También lo llaman de su casa para pedirle que pase a comprar pan y mermelada. En esta última llamada, el tono de "Chopo" cambia y suena bastante más dócil que las declaraciones por las que históricamente le hemos escuchado en algunas oportunidades en su rol de vocero de la Unión Portuaria de Chile. "En mi casa también hay un sindicato, pero no lo presido yo", afirma entre risas. Pronto él se irá a su hogar para descansar y reponer las energías que un portuario necesita y la fuerza que a un dirigente nunca le debe faltar. Ricardo Rodríguez Campos, el presidente del Sindicato Semm, volverá horas más tarde al puerto que lo ha acogido ya por un cuarto de siglo.
"En 1998, un turno de trabajo en el puerto no alcanzaba a valer ocho mil pesos y gracias a los sindicatos eso fue mejorando",
Ricardo Rodríguez.
"El contacto con las bases debe ser permanente y pienso que eso es lo más importante en la vida de un dirigente sindical",
Ricardo Rodríguez.