Escultor de Isla Negra renació de las cenizas y ahora se transformó en un verdadero ejemplo de superación
Juan Carlos Cancino llegó a El Quisco tras caminar por varios días. Han pasado ocho años desde su arribo a la comuna, y hoy, con la frente en alto aseguró ser un hombre feliz.
La vida de Juan Carlos Cancino ha estado marcada por el sufrimiento y el abandono. Cuando era muy pequeño, su padre decidió dejar el hogar, quedando él y sus hermanos a cargo de su madre, una mujer enferma que pasaba gran parte del tiempo en el hospital.
"Había que subsistir de alguna manera. No me siento orgulloso de lo que hice, pero tenía que llevar el pan a la casa y ayudar a mi madre con sus remedios para que pudiera vivir un tiempo más", reflexionó.
Gran parte de su niñez y juventud la pasó recluido en hogares del Sename y en distintas cárceles, aunque para este vecino de Isla Negra, la repentina muerte de sus dos hermanos y su madre fueron, sin lugar a dudas, los golpes más fuertes que ha debido enfrentar.
"Uno de mis hermanos murió de leucemia y el otro falleció de manera horrible y cuando estaba preso me enteré de la partida de mi madre. Al cumplir mi condena y salir del infierno, nadie me estaba esperando para decirme "toma ahí tienes un plato de comida o anda a ducharte", relató.
Tras cumplir su última condena, Juan Carlos decidió comenzar de cero. Dejó la población donde vivía en Santiago para iniciar una nueva vida en el litoral central. "Estaba tan solo hasta que un día Dios vino a verme. Hablé con él y desde ese momento mi vida cambió", confesó.
Por varios días caminó sin rumbo, hasta que, por cosas del destino, llegó a una playa de Isla Negra donde durmió varias noches.
"Hace unos ocho años que vivo en Isla Negra. Literalmente llegué caminando por la carretera después de haber salido de un lugar horrible. Caminé y caminé sin rumbo", recordó.
Durante los primeros días intentó conseguir un trabajo. Había prometido ganarse la vida honradamente, por eso, a pesar de que nadie le daban una manito, decidió no darse por vencido.
"Fui a la construcción, a restaurantes. Golpeé muchas puertas, pero nadie quiso darme una oportunidad por mis papeles manchados. Finalmente encontré un trabajo. Al cuarto día, se acercó mi jefe para decirme que era bueno para la pega, pero igual iba a tener que despedirme porque mis antecedentes no eran buenos", recordó sobre el difícil comienzo de su nueva vida.
Madera
En medio de la incertidumbre de no saber qué hacer ante la falta de oportunidades, Juan Carlos empezó a observar el trabajo que realizaban los artesanos que tenían sus locales muy cerca de la playa donde dormía.
Mientras estaba recluido, Juan Carlos participó en diversos talleres, donde se percató de la facilidad que tenía para trabajar la madera.
"Veía como trabajaban con la madera y con las hojas de las palmeras que iban a buscar a El Tabo así que hice algo parecido. Finalmente pude vender unas máscaras y con lo que junté me compré un formón", explicó.
Luego añadió que "después andaba recogiendo troncos en la playa o si se caía alguno que valiera la pena tallarlo, iba a buscarlo".
Durante el día se instalaba cerca de la casa museo de Pablo Neruda y así la gente podía apreciar sus trabajos además de entregarle algún aporte que le ayudara a salir adelante.
Un día, un vecino que lo veía dormir en la playa, le ofreció quedarse en su camping y además le dio un trabajito.
"Le conté sobre mi vida y cómo había perdido a mi familia. También le dije que ya no quería esa vida, así que me dejó quedarme ahí. Desde ese momento la palabra "ahorro" la puse en mi cabeza, en mi mente y en mi corazón. Junté hasta que pude pagar una cabañita. Después tuve un celular donde registraba todos mis trabajos", afirmó.
Mentor
En estos años de aprendizaje, Juan Carlos ha tenido la fortuna de conocer a grandes escultores, entre ellos Roberto Pizarro.
"Un día llegó a ver mi trabajo, pero yo pensaba que era una persona que quería comprarme algo. Quienes lo conocían me dijeron que era un gran artista de Isla Negra. Ahora él es mi amigo, mi mentor y maestro. Incluso me felicita por mis creaciones", aseveró.
Oscuridad
Cada vez que recuerda distintos pasajes de su vida, Juan Carlos Cancino no puede evitar emocionarse, principalmente porque "viví cosas horribles que dejaron huellas, y no solo en mi cuerpo".
"Tengo heridas de bala en las piernas y en la columna porque mi otra vida era terrible. Perdí a mi hija y a mi mujer porque estuve en el infierno. Ahora que mi vida ha cambiado, creo que fue necesario pasar por todo eso para entender que cuando uno quiere salir adelante, sí se puede. Algunos me dicen que soy un ejemplo del esfuerzo de superación porque de estar en la completa oscuridad, finalmente logré ver la luz", afirmó.
"En estos ocho años que llevo en Isla Negra he conocido gente maravillosa. Un día, unas personas de muy buen corazón, me dijeron que me tenían una sorpresa y me pasaron una casa que tenían. Ya llevo casi 9 meses viviendo acá y estoy feliz", agregó.
Hoy, el artista vive de sus maravillosas creaciones en madera y nunca más en su vida volvió a delinquir. "Un día me pasó que dejé unas frazadas cerca de donde dormía en Isla Negra, y cuando llegué me las habían robado. Ahí prometí que nunca más tomaría algo que no era mío porque no me gustó que se llevaran mis cosas, pero como yo hacía lo mismo, no podía decir nada porque finalmente como pecas, pagas", reflexionó el escultor sobre su pasado y con la convicción de seguir con su nueva vida.
Futuro
Juan Carlos tiene miles de razones para estar feliz, sobre todo porque hace un año conoció a su nieto.
"Me han pasado cosas lindas. Por las redes sociales, muchas personas me dicen que les gusta mi trabajo porque subo mis videos con mis creaciones. Con mi hija estamos juntos de nuevo porque ahora mi familia reconoce que Dios hizo un trabajo conmigo. Hoy cuido mi templo que es mi cuerpo. No tomo, no fumo y tampoco me drogo porque ahora soy escultor", detalló.
Hay muchas ideas dando vueltas en la cabeza del artista, pero la que más le hace ruidos es realizar un taller donde pueda enseñar su oficio.
"Algunos me dicen que soy un esfuerzo de superación por eso me gustaría hacer un taller para poder enseñar todo lo que sé en madera y así podrían tener otra manera de generar dinero. Quiero que este lindo oficio no desaparezca. En estos años he hecho muchas esculturas además de muebles, bares, lo que la gente me pida", recalcó.
"Hace unos ocho años que vivo en Isla Negra. Literalmente llegué caminando por la carretera después de haber salido de un lugar horrible. Caminé y caminé sin rumbo",
Juan Carlos Cancino.
"Algunos me dicen que soy un ejemplo del esfuerzo de superación (...) de estar en la completa oscuridad, finalmente logré ver la luz",
Juan Carlos Cancino