Madre e hija con espíritu aventurero emprenden unidas en Santo Domingo
Fabiola Achurra y Constanza Henríquez comenzaron en plena pandemia con Suculentas La Nené, un negocio de plantas que mantiene más viva que nunca su relación.
Cada vez que puede Constanza Henríquez vuelve a su hogar materno de Santo Domingo para reencontrarse con su familia y el lugar que la vio crecer. "En mi historia personal tengo marcado que yo soy de acá, y cuando digo de acá es que soy de Santo Domingo. Vivo hace más de 15 años en Santiago, me gusta la vida allá, pero mantener el lazo con esta tierra para mí es vital", sostiene la periodista de 34 años.
A causa del covid-19, ella fortaleció este importante vínculo. "Empezó la pandemia y quedé embarazada de mi segundo hijo y por razones de salud me vine a vivir acá durante todo el año pasado con mi marido".
La Nené
Mientras Constanza disfrutaba la compañía de su familia, tuvo una idea de negocio que no dudó en compartir con su madre, Fabiola Achurra. "A mi mamá siempre la han gustado mucho las plantas, tiene una parcela bien grande donde tiene muchas plantas, se preocupa harto del jardín y sabe mucho de forma autodidacta y ahí se me ocurrió decirle que por qué no aprovechábamos sus habilidades y nos dedicábamos a vender cactus y suculentas", cuenta.
Al principio, afirma, "me costó un poco convencerla, pero se atrevió y empezamos en septiembre del año pasado a vender".
Suculentas La Nené (en Instagram @suculentas.lanene) fue el nombre que eligieron para su emprendimiento. "Es en alusión a mi abuela, mamá de mi mamá, mujer muy importante en nuestras vidas", revela la joven.
Lo bueno y lo malo
Tras este paso, madre e hija comenzaron a levantar este proyecto. Constanza quedó a cargo de la parte comercial y del marketing y su mamá de cultivar cada planta.
"Yo esto lo hago más que nada porque me encanta, es como la terapia que tengo. Me fascina esta cuestión del jardín, nunca me había gustado hasta que me vine a vivir pa' ca' y encontré que me llenaba el espíritu. Me encanta, plantai nada y te sale una cosa preciosa, después viene la flor, después se reproduce, es todo un ciclo muy lindo", manifiesta Fabiola.
-¿Cómo es trabajar juntas?
-Fabiola (F): Como todas las cosas, tiene su lado bueno y su lado malo, peleamos y nos ponemos en la buena, porque yo soy una galla mayor y yo tengo un concepto de las cosas y esta niñita tiene otro y hasta los estilos son distintos, entonces ahí chocamos un poco.
-Constanza (C) : Para mí ha sido súper bueno, porque me gusta incentivarla a que tengamos esto. (…) Mi mamá ha sido dueña de casa toda la vida, sin desmerecer pa' na' el trabajo de dueña de casa, pero encuentro súper bueno que a estas alturas pueda tener un ingreso, para ella y para mí es súper gratificante.
Fabiola también reconoce que "trabajar con esta niñita en esto ha sido bonito. Pero hay partes que no le pego nada, yo hago la parte obrera, soy la mano de obra, y ella hace todo lo otro, yo me quedé atrás en todo lo tecnológico".
"Encuentro que tener un emprendimiento madre e hija, con generaciones totalmente distintas, es un desafío y a la vez es una meta. Nos acerca, nos une. (…) Al final del día es súper reconfortante ver que ella tiene unas habilidades, yo tengo otras, y esas habilidades al final del día se complementan, esas diferencias nos hacen una en este emprendimiento", agrega Constanza.
Siempre activas
Este no es el único trabajo que tiene la periodista, ella trabaja en una importante fundación de beneficencia a nivel nacional, además de criar a sus dos hijos, la más pequeña de solo meses. "A pesar de la maternidad sigo trabajando harto, compatibilizo la maternidad con la pega. Ahora me tengo que volver a acostumbrar trabajar con dos. Me encanta tener la cabeza muy ocupada, me gusta tener una vida ajetreada y no me quejo por eso", recalca.
Ese espíritu inquieto lo heredó de su madre, quien por más de 20 años trabajó como bibliotecóloga en el Centro Nacional de Energía Nuclear y en colegios de la capital. "Me vine (a Santo Domingo) cuando los niños iban a ingresar al colegio, ahí enfrenté la gran disyuntiva: si educar a estos niñitos en Santiago o venirme para acá, y al final me vine y ahí quedó la profesión no más po'", expresa.
Fabiola cuenta que cuando arribó a la comuna, buscó oportunidades de desarrollo profesional, pero no tuvo respuesta. "Va a sonar súper penca, pero esta cuestión de la plata a mí no me mueve mucho y traté de trabajar en fundaciones, colegios pobres, en la municipalidad, de hacer algo, pero nunca hubo el bombín suficiente… Y lo habría hecho feliz. Pero bueno, uno cambia cosas en la vida, preferí a mi familia, a mis hijos. Mis hijos son lo más importante, aunque tengan la edad que tengan".
-Entonces ¿no le pesa haber dejado su vida profesional?
-F: Sí, estoy tranquila, pero al principio fue un tremendo impacto. Te voy a decir que el primer día que estuve de vacas (vacaciones) casi me quise morir, encontraba que la vida no tenía ningún sentido. Cuesta mucho darse cuenta que uno laboralmente colgó la chaqueta, como a los ocho meses me vine a relajar y me dediqué a esto de la mamá y ahí me quedé, te voy a decir que es precioso y todo, pero es el trabajo más fregado de la vida, te lo digo honestamente, porque es un trabajo de 24 horas todos los días.
Aventureras
Otro punto que tienen en común es su gusto por viajar. Pasión que Fabiola cultiva desde sus 20 años. "Viajé en los años 70, así con las patas y el buche, sin celular, sin nada, me di una vuelta al mundo que duró ochos meses, sola como dedo. También he hecho otras cosas entretenidas para mí, la pasé bien en la universidad, mi papá me mandó a estudiar fuera de Santiago para que tuviera otra experiencia. Encuentro que he tenido mucha suerte en la vida, porque una mujer de esa época era una mujer totalmente castrá, pero yo nunca me sentí oprimida", declara a sus 70 años.
Sobre ese viaje, recuerda que "conocí (Isla de) Pascua cuando no tenía aeropuerto, tenía una huincha de tierra por donde sacaban la vacas. Estuve en Fiji, Nueva Zelanda y Australia, estuve mucho rato ahí, es precioso. Después fui a Hong Kong, Tokio, y de ahí a Hawai, Los Ángeles, Miami y de ahí para acá".
-¿Qué es lo que más le impactó en ese viaje?
-F: Los idiomas, en Japón hablaban poco inglés y les importaba un huevo si tú les entendías o no, era otro mundo para lo que uno estaba acostumbrado. En esa época Estados Unidos no tenía nada que ver con Tokio, Tokio se lo comía con zapatos. La tecnología estaba muy presente, olvídate los metros que tenía esa gente, yo quedaba para atrás, tenían ocho líneas, andabai en tren bala. Era muy tecnológico, distinto. Yo siempre traté de inculcarle el viaje a mis hijos.
Y lo logró. Constanza también se declara una amante del viaje. "Me gusta harto viajar y quería hacer lo mismo que mi mamá, pero nunca me fui a vivir afuera. He viajado bastante y me gustan las culturas distintas, también tengo ese bichito, por ejemplo, fui sola a Camboya. Es algo que me encanta y me tiene bien frustrada no poder hacerlo en este tiempo".
Para la joven, "lo otro bonito es que a las dos nos gusta viajar juntas. Yo casada y todo me iba a viajar con mi mamá de repente. Nos gusta hacer esos panoramas. Lo que encuentro bacán de mi mamá, y eso lo admiro harto, es que, siendo vieja en cuanto al carnet, pero de alma joven, sigue viajando hasta el día de hoy sola".
Expectativas
Aunque sueñan con volver a las andanzas viajeras, por ahora ambas prefieren cuidarse por la pandemia y enfocarse en la aventura que emprendieron con Suculentas La Nené, que desde el comienzo les ha traído una gran satisfacción. "Partimos de a poco y nos sorprendimos. Las ventas que tuvimos en Navidad fueron enormes", cuenta Constanza.
Sobre el futuro, la periodista afirma que "me encantaría, como sueño, tener una página web donde se puedan sistematizar las compras y despachar a todo Chile. Crecer, siempre manteniendo esto de boutique, no me imagino produciendo 300 plantas diarias, que no pierda la esencia, que todo sea hecho con cariño, que mi mamá siga haciendo las plantaciones".
Respecto al viaje de emprender que desde hace un año comenzó con su hija, Fabiola destaca que "ha sido bonito, la gente queda súper contenta y nunca he recibido una queja. Lo hago con tanto gusto, que te juro ni pienso en la plata".
"Peleamos y nos ponemos en la buena, porque yo soy una galla mayor y yo tengo un concepto de las cosas y esta niñita tiene otro y hasta los estilos son distintos, entonces ahí chocamos un poco",
Fabiola Achurra.
"Yo casada y todo me iba a viajar con mi mamá de repente. Lo que encuentro bacán de mi mamá, y eso lo admiro harto, es que, siendo vieja en cuanto al carnet, pero de alma joven, sigue viajando hasta el día de hoy sola",
Constanza Henríquez.