La mujer que ha dedicado su vida a las personas con capacidades especiales
A los 87 años, Margarita Galarce Vera quiere que se mantenga su legado y que se reactive el funcionamiento de Unpade, la agrupación que entregaba ayuda a estas personas. Aquí cuenta por qué se sumó a esta causa.
A sus 87 años, Margarita del Carmen Galarce Vera (87) pone la voz firme cuando confidencia que uno de sus grandes anhelos es que se mantenga el legado de ayudar a las personas con capacidades especiales en la comuna de San Antonio.
Esta octogenaria sanantonina ha dedicado gran parte de su vida a la búsqueda de igualdad y respeto para quienes poseen capacidades diferentes, un tema que todavía está algo invisibilizado en la sociedad actual, según ella.
Las paredes de su hogar en Villa Las Dunas, en Barrancas, están adornadas con una serie de diplomas que distinguieron su trabajo y su esfuerzo por esta noble y solidaria causa, como también de fotografías de varias personas que fueron parte importante de su vida.
Su lucha
"Ella es mi hija Sandra", comenta emocionada Margarita mientras sostiene un cuadro entre sus manos. "Era la del medio de mis tres hijos. Fue por ella que empecé esta cruzada. Era una persona muy trabajadora y de mucho esfuerzo. Tenía 65 años cuando falleció el año pasado. Jamás se me va a olvidar cómo fueron esos años en donde buscábamos junto a mi esposo, César Echániz, un lugar en donde pudiera educarse y desarrollarse", expresa.
En 1955, su hija tenía cuatro meses de vida cuando fue diagnosticada con una grave enfermedad. "Tuvimos que trasladarla a Santiago para que le hicieran varios exámenes. Nos dijeron que tenía una encefalitis aguda y que se debía controlar lo más pronto posible. Finalmente se recuperó, pero esa enfermedad le dejó secuelas, entonces nos dijeron que teníamos que ponerla en una escuela de desarrollo, como se llamaban en esos tiempos".
Todo por los hijos
Con su larga experiencia, Margarita Galarce manifiesta que "el tema de las personas con condiciones especiales era algo que no se veía en esos años con cierto interés como ahora. Sin embargo, para una madre o un padre los hijos lo son todo. Eso siempre he pensado, ya que cada persona tiene su cualidad y capacidad".
-¿Qué sucedió con su hija?
-Queríamos colocarla en un colegio de Santiago, pero finalmente no quedó. En esos años nos mudamos a Villa Las Dunas y ahí un vecino nos comentó que había dos personas en la población que también tenían niños con capacidades especiales. Nos juntamos con ellos con el fin de crear una agrupación para solicitar a las autoridades la creación de una escuela especial en San Antonio.
La mujer recuerda que "tuvimos una serie de obstáculos en un principio puesto que no había un decreto de creación de esta escuela por parte del Ministerio de Educación. Todo esto se hizo a través de la voluntad y los aportes de los padres de los niños. Pasamos por una serie de lugares, hasta que en 1970 la escuela especial tuvo su decreto, se llamó Divino Maestro y desde 1976 tiene su edificio en la calle Baquedano de Llolleo".
Pero la lucha de Margarita no terminó ahí. Su próximo paso, junto a los otros padres, fue crear un taller laboral especializado para estas personas, ya que en esos tiempos no había espacios laborales para ellas. "Finalmente dimos con una institución que se llamaba Unión de Padres y Amigos de Personas con Discapacidad Mental (Unpade), que solo tenía sede en Santiago. Tras una serie de tratativas, en 1990 logramos inaugurar la primera filial de Unpade en San Antonio, donde los jóvenes participaban en diversos talleres de capacitación", rememora.
Sin embargo, el transcurso del tiempo y la falta de renovación de los liderazgos le han jugado en contra a la filial de San Antonio de Unpade. Margarita cuenta que la institución está inactiva hace un año porque la mayoría de los fundadores y dirigentes han fallecido. "De la sede solo queda la casa, porque en este año los delincuentes no han robado todo", lamenta.
-¿Y se piensa reactivar la institución a futuro?
-Eso es lo quiero. Me encantaría que Unpade continuara, porque hoy más que nunca se necesita una institución que ayude a que las personas con capacidades especiales se formen en el mundo laboral. Esta es una obra que nació por voluntad. Por eso deseo que se mantenga este legado.
"Jamás se me va a olvidar cómo fueron esos años en donde buscábamos junto a mi esposo, César Echániz, un lugar en donde (su hija) pudiera educarse y desarrollarse".
"En 1990 logramos inaugurar la primera filial de Unpade en San Antonio, donde los jóvenes participaban en diversos talleres de capacitación",
Margarita Galarce