Camioneros despidieron con extensa caravana y bocinazos a querido chofer
Héctor Díaz Vásquez recibió muestras de cariño y aprecio de sus familiares y colegas en el camino al cementerio Parroquial.
Los camioneros de San Antonio están de duelo. Dolor que comparten con la familia de Héctor Díaz Vásquez, quien dejó de existir producto de las quemaduras que sufrió en un incendio ocurrido la semana pasada en Llolleo.
La pena por su agonía de cuatro días y por su trágica partida se expresó con una larga caravana de 30 camiones que acompañaron los restos del hombre de 75 años hasta el cementerio Parroquial de San Antonio.
Las antiguas y las nuevas generaciones de transportistas locales acompañaron a sus seres queridos en este trayecto y con bocinazos evidenciaron el dolor que provocó la partida de este sanantonino que heredó de su padre este oficio. "Vivió toda la vida tras el volante", sintetizó sobre la existencia de su padre, Marisol Díaz.
Y aunque era "gruñón y poco sociable", como ella lo describe, las muestras de afecto que se apreciaron en el funeral del pasado domingo hablan de la relación que Héctor Díaz forjó con sus compañeros de trabajo y sus jefes.
El empresario Hernán Hernández solo tiene palabras de agradecimiento con el chofer de camiones. "Era de los que llegaba a las 4 de la mañana a trabajar. Era muy responsable", destacó.
Y si bien hace cinco años se incorporó al equipo de Logística Alher, Héctor Díaz desde mucho antes trabajó con la familia Hernández en el rubro del transporte. "Fue chofer de mi abuelo, Eduardo Hernández. Además jugó por Huracán en los tiempos del Regional Zona Central", recordó Hernán, quien además es el presidente de la tienda roja de la calle México de Llolleo.
Ese compromiso que tenía con su trabajo también lo resaltó su hija Marisol, quien recordó que el lunes 6 de septiembre, luego del incendio en su casa de la calle José Miguel Carrera, en Llolleo, donde vivía con su pareja, lo único que tenía en mente su padre era "que tenía que ir a cargar un camión. Era lo único que repetía cuando los vecinos le prestaron los primeros auxilios".
Camionero
Héctor Díaz fue chofer de camiones toda la vida. Su padre José Díaz Guzmán también fue camionero y uno de los fundadores de la Cooperativa de Dueños de Camiones de San Antonio, Coopsan. Se casó con Blanca Vásquez Castillo y tuvieron 12 hijos. Héctor fue el cuarto en esta prolífica descendencia.
En su juventud, junto a su padre, participó activamente en la construcción de la cancha del club Huracán y del liceo Santa Teresita. También se integró al club de caza y pesca Los Linces, que tenía a su progenitor como uno de sus fundadores.
Héctor Díaz creció en el sector de Tejas Verdes y cuando se casó con Marina Campos se trasladó al sector de Las Lomas. Fue padre de cinco hijos, abuelo de 8 nietos y tuvo tres bisnietos. En 2009 quedó viudo.
"Mi padre fue un hombre sano. Era como un viejo roble. A los 75 años era jubilado y un camionero activo, era muy respetado y conocido, porque venía de una gran familia de camioneros", destacó la hija del fallecido transportista, quien el año pasado se contagió de covid-19.
La pasión por el trabajo lo llevó a seguir manejando. "Le pedíamos que se bajara del camión para que disfrutara de su jubilación, pero se resistía. Fue un golpe desgarrador cómo perdimos a mi papá", confesó Marisol Díaz.
Tragedia
La acumulación de gas en su casa de Llolleo desencadenó la tragedia que le costó la vida días después al camionero. "Mi papá por tratar de apagar las llamas ocupó sus manos (…) Por eso sufrió tanto daño, tenía quemaduras graves y tenía que ser trasladado a otro hospital. En la UCI (del Claudio Vicuña) se dieron cuenta que tenía las vías respiratorias comprometidas. En un principio nos dijeron que tenía un 47 por ciento del cuerpo quemado y cuando lo llevaron a la UCI del (hospital) Eduardo Pereira nos dijeron que era un 75 por ciento".
Marisol Díaz reflexionó sobre el caso de su padre. "Creemos como familia que pasamos a engrosar la gran lista de personas a las cuales no se les brinda una atención eficiente, rápida, óptima y humana. No lo trasladaron antes porque tenía problemas con la presión. Cuando lo llevaron a Valparaíso se desestabilizó y no lo pudieron operar".
La madrugada del jueves falleció en Valparaíso y sus restos fueron sepultados en el cementerio Parroquial "junto a mi madre", dijo Marisol.
"Estamos muy agradecidos por la despedida que le dieron a mi padre. Pensamos que iban a ir uno o dos camiones. Fueron muchos de la empresa, de la familia y los colegas. Fue una gran concurrencia", valoró Marisol Díaz por la compañía que le dieron a su papá en su último adiós.
"Mi padre fue un hombre sano. Era como un viejo roble. A los 75 años era jubilado y un camionero activo, era muy respetado y conocido",
Marisol Díaz.