La mujer que deleita a los feriantes con sus almuerzos y desayunos
Gladys Velásquez y su esposo complementan este emprendimiento con un delivery de comida nocturno. Dicen que la clave del éxito es su complicidad y el trabajo en equipo.
Gladys Velásquez (41) se define como una mujer de alma libre y espíritu comerciante. Nació en San Antonio y ha vivido siempre en Llolleo. A los 21 años se casó con Orlando Mercado, a quien conoció mientras estudiaban en el Instituto Comercial. Este matrimonio tiene dos hijas: Josefa, de 17, y Matilda, de 10.
Cuenta que "siempre he sido bien apegada a mis papás, así que nos compramos una casa en el mismo sector donde viven ellos para tenerlos cerca".
Gladys y su esposo han enfrentado la vida unidos y son una dupla poderosa tanto en lo familiar como en los negocios. "Para mí, mi marido es mi gran amigo y mi compañero. Es el pilar fundamental de todo, quien me apoya e impulsa".
Familia basquetbolista
Gladys relata que su vida siempre ha estado marcada por el deporte, en especial por el básquetbol. Su padre siempre practicó fútbol y ella creció entre medio de canchas y balones, pero se entusiasmó con el básquetbol. "Cuando era niña jugué en un club pequeño que se llamaba Cristo Rey, que ya no existe".
Cuando fue madre dejó de practicar baloncesto pero lo retomó cuando su hija Josefa mostró interés por este deporte. En ese entonces se convirtió en un deporte familiar y más tarde su hija pequeña también quiso practicar.
Ella junto a sus hijas juega por el Club Deportivo Llolleo. Su hija mayor es seleccionada por San Antonio. Declara tener una vida comprometida con el deporte, donde se respetan los entrenamientos y los partidos durante el fin de semana. "Es un panorama familiar, somos un equipo familiar. Mi marido apoya harto, anda en todas con nosotras. Pasamos fines de semana enteros en la cancha".
Pérdida reciente
Su madre falleció hace ocho meses producto de un cáncer al pulmón que fue fulminante y sorpresivo. Luego del diagnóstico vivió apenas un mes, de los cuales solo estuvo nueve días en la casa con su familia. "Me costó harto levantarme de nuevo y retomar mi vida laboral y deportiva", relata.
Su madre era feriante y su padre aún lo es. Ambos siempre compraban su almuerzo en la feria. Hasta que un día se acercaron a Gladys y le propusieron que fuera ella quien vendiera almuerzos a los comerciantes de la feria porque hasta ese entonces quienes ofrecían colaciones llegaban tarde, no eran buenos o eran demasiado caros.
En 2015 se lanzó a la piscina y le hizo caso al consejo de sus padres.
Bendita feria
Tras egresar del Inco, Gladys estudió Administración, Contabilidad y Primeros Auxilios pero solo trabajó durante un par de años como empleada. Explica que, "nunca he querido trabajar contratada porque tengo un poco de mal carácter y no sirvo mucho para que me anden mandando. Siempre he trabajado de forma independiente y me gustó el comercio desde siempre".
- ¿Qué negocios tuviste antes?
-Primero tuve una sala de juego en el boom de las máquinas. La tuve cinco años. Después cuando empezaron los problemas de las patentes y los permisos decidí cerrar. Me tomé un tiempo de descanso porque nació mi segunda hija.
Después abrió una carnicería con mi marido. "Ahí aprendí a trabajar yo sola. Aprendí todo lo que se hace en una carnicería de barrio. Con los megasupermercados empezaron a bajar las ventas y decidí cerrar después de cinco años. Me aburrió el encierro y la rutina", confiesa.
Luego de un tiempo, su marido fue finiquitado en su empleo y decidieron invertir en maquinaria para poder trabajar comida, ya que Gladys siempre había tenido habilidad para la cocina. Compraron freidoras, horno industrial y otras herramientas.
Fue en ese momento cuando sus padres la incentivaron a entrar al mundo de los feriantes. Al poco andar, los mismos clientes le sugirieron vender desayunos y en ese desafío se sumó nuevamente Orlando. Ambos empezaron a trabajar a la par.
"Actualmente tenemos 50 clientes con desayuno y almuerzo. Vamos a la feria de los miércoles en Las Lomas, el viernes en Olegario Henríquez y el sábado en Tejas Verdes", relata Gladys. Y agrega: "Tengo clientes regalones, algunos diabéticos que hay que hacerle menú especial, hipertensos, etc".
Muchas veces esos mismos clientes feriantes le piden que les prepare comida los días que no hay feria y que se las lleve a su casa. Es enfática en decir que siente una gran admiración por los feriantes, por su esfuerzo, sacrificio y honradez.
Delivery
Esta dupla siguió trabajando unida y junto con habilitar una cocina totalmente equipada en su casa, se lanzaron con nuevos desafíos.
-¿Qué otro negocio tienen?
-Desde las 19 horas trabajamos en un servicio de delivery llamado Reino de Matyjo, donde vendemos diferentes tipos de pizzas (10 variedades), chorillanas, chorriblanca, tutos de pollos, entre otras cosa. Todo lo que cocinamos lo hacemos en el momento y trabajamos de lunes a sábado. Hacemos entregas desde Santo Domingo a Cartagena y es mi marido quien generalmente entrega. Los pedidos los tomamos por Whatsapp al +5698403926
Las redes sociales han sido clave en el desarrollo del negocio ya que tienen mayor publicidad y llegan a mayor público (Instagram: reinodematyjo). Otro factor relevante fue la pandemia que les dio la opción de darse a conocer por la imposibilidad de las personas de salir de sus casas. "Fue una gran oportunidad", asegura ella.
-¿Cuál es su sueño, Gladys?
-Mi sueño es tener un restaurante, siempre he aspirado a más. Como mi esposo es músico, nos complementaríamos mucho. Nos gustaría tener un restaurante como La Piojera, con música en vivo.
"Para mí, mi marido es mi gran amigo y mi compañero. Es el pilar fundamental de todo, quien me apoya e impulsa",
Gladys Velásquez
"Nunca he querido trabajar contratada porque tengo un poco de mal carácter y no sirvo mucho para que me anden mandando",
Gladys Velásquez