El ingeniero que aporta a la historia de San Antonio con sus maquetas en 3D
Patricio Pino dedica sus horas libres a reconstruir edificios, maquinaria del puerto y hasta balsas de las culturas originarias, las que dona al Museo de Historia Natural e Histórico de San Antonio.
En plena pandemia, mientras el mundo se enfrentaba a un aterrador presente y a un futuro incierto, el ingeniero Patricio Pino puso su mente y manos al servicio del pasado. Tras comprarse una impresora en 3D, se embarcó en la tarea de hacer su primera maqueta, guiado por su propia historia.
"Cuando niño vi una revista Mampato que tenía un reportaje del submarino "Flach", que hizo en Chile un alemán y un chileno, que al final se hundió, pero funcionó. Yo aprendí a usar mejor la máquina (impresora) de forma autodidacta y se me ocurrió hacer este submarino basado en el plano de puño y letra del alemán", cuenta.
Cuando ya tenía listo el modelo digital, antes de imprimirlo, Patricio se lo mostró a su amigo José Luis Brito, director del Museo de Historia Natural e Histórico de San Antonio (Musa), quien le encomendó hacer una copia para el museo y otros submarinos importantes. "Así partí, se los fui a dejar y me pidió otras réplicas, luego voy a dejarle otras y me vuelve a pedir y así hemos estado desde hace casi un año y medio".
-¿Cuántas ha hecho hasta ahora?
-Como 24 ó 25, no me acuerdo muy bien. He hecho de todo tipo de maquetas, algunas en 3D, otras mixtas con piezas en 3D y de madera, y otras totalmente de madera.
Patricio expresa que el último proyecto que entregó al Musa "fue una carreta antigua chilena totalmente de madera. En el museo hay unas ruedas de carreta que son hechas con un solo tronco y cuando José Luis explicaba todos se imaginaban una carreta española con ruedas con rayos, no esta, que era una versión rústica que se empezó a hacer en Chile luego que llegaron los españoles, con unas ruedas macizas, con el tronco entero, y esa la hice".
Un hobby
El sanantonino estudió diseño gráfico y años más tarde ingeniería, profesión que ejerce en horario laboral, antes de meterse de lleno a la elaboración de las maquetas. "De lunes a viernes trabajo sentado en un computador, nada que ver con las manualidades. Yo trabajo con el agua potable del Condominio Las Brisas, algo que no tiene nada que ver con esto, pero siempre he sido bueno para hacer cosas manuales, es un hobby para mí reparar y construir cosas chiquititas", afirma.
"Todo lo que yo he hecho tiene relación directa con San Antonio, yo le dije a José Luis que me gustaría hacer cosas que tengan que ver con esta ciudad, por ejemplo, un barco que haya sido súper importante, pero no pasó nunca por acá para mí no tiene mucho sentido. Yo hice un cañón, una torreta y una bala del Huáscar (buque peruano capturado por Chile en la Guerra del Pacífico), porque acá hay dos balas originales del Huáscar".
-¿De dónde proviene su cercanía con la historia de San Antonio?
-Porque soy nacido y criado en San Antonio. Me fui hace muchos años a estudiar y trabajar a Santiago y por destino me vine a trabajar al condominio Las Brisas, y me gusta en realidad.
Patricio reconoce que él no es un experto en la historia de la provincia ni aficionado a esta, pero busca toda la información disponible de cada proyecto que su amigo José Luis le encarga. "No es que yo sea un historiador, simplemente me gusta estudiar las cosas que voy a hacer para que sea lo más fidedigna posible".
La grúa original
Uno de los proyectos que Patricio realizó minuciosamente fue la famosa Grúa 82, un símbolo y monumento histórico de San Antonio, que desde algunos años se erige inactiva en el paseo Bellamar.
Sobre este proceso, cuenta que "investigué cómo la hacían, donde la construyeron y qué materiales utilizaron, para cuando hiciera la maqueta fuera lo más real y parecida a la original. Si tú comparas la Grúa 82 del puerto con la que está en el museo no se parecen mucho, porque la que hice yo tiene la caldera, ya que al principio era a vapor y luego le pusieron el motor diesel; tiene un techo, la del paseo no; y el color original que era verde con amarillo".
Respecto a esto último, detalla que "por muchos años todo el mundo la veía medio anaranjada, porque estaba pintada con pintura anticorrosiva. Ahora está celeste, pero yo encontré que el color original es verde con amarillo".
Patricio se toma en serio la investigación del diseño original, porque sostiene que "tengo que averiguar, porque está expuesta en un museo, es parte de la historia y tiene que ser real. No puede ser como se me ocurra a mí porque estaríamos engañando a quienes visitan el museo".
Actualmente, está trabajando en un nuevo proyecto ligado a la icónica Grúa 82. "Al principio esta fue usada para construir el puerto y después fue donada a los pescadores para sacar lanchas. Por eso en este minuto estoy construyendo una lancha en un tamaño proporcional a la grúa que hice, para que se expongan juntas y en el museo puedan mostrar cómo se utilizaba".
Nuevas historias
Desde que comenzó con la incesante tarea de elaborar réplicas y maquetas, Patricio se ha encontrado con lados de la historia de San Antonio que desconocía y que lo han impresionado. "Hay una cosa en particular que me llamó la atención. Resulta que en 1800 y algo, no soy muy bueno para las fechas, vino en un barco Luis Pomar, un comandante de la Armada al que le pidieron cartografiar la costa de la zona, y en sus relatos él escribe que en la desembocadura del río Maipo había balsas de los changos, que también hicimos", expresa.
En esos mismos relatos, señala el ingeniero, "Pomar describe que en el lado norte del cerro Centinela, que ahora es el Panul, hay un molino de viento que le hace recordar los de Holanda. No hay dibujo ni nada, solo lo escrito y, basado en eso yo, hice un molino".
"Cuando José Luis escuchó esta historia se fue a recorrer el cerro por si acaso encontraba algo, y lo increíble es que encontró las dos piedras del molino; va una abajo que soporta a la otra que gira, que va moliendo. En este minuto estas piedras están expuestas en la estación de Cartagena. Uno aprende cosas que uno pudiera pensar que no tienen nada que ver con San Antonio. ¿Por qué un molino? Porque en su momento lo hubo", asegura.
Donación
Para continuar con esta particular afición, Patricio adaptó un taller en su casa, donde pasa extensas jornadas elaborando estas piezas para exhibición. "Le dedico muchas horas de trabajo. Me demoro alrededor de una semana en hacerlo, lo más lento es hacer el diseño digital, el que he ido aprendiendo de forma autodidacta".
Patricio explica que las maquetas y réplicas que ha realizado para el Musa "son ciento por ciento donaciones. Las horas, el material y el costo yo los regalo al museo. Las hago para que el recorrido por el museo sea más entretenido y didáctico".
Desde que comenzó con este particular pasatiempo, comenta que "la gente me empezó a hacer pedidos, pero yo no me dedico a esto, todo lo que hago es para regalar. Me han pedido cosas, de hecho, hay un alumno de una universidad que está haciendo una tesis de la grúa 82 y me pidió que le vendiera la versión digital, pero yo al final se la regalé porque esto no lo hago por negocio. Y de verdad que muchas personas me han pedido cosas".
-¿Por qué no ha querido vender sus trabajos?
-No es el sentido ganar por esto, me sentiría incómodo y además no tengo idea de cuánto cobrar. Prefiero regalarlo al museo, donde valoran mucho mi trabajo, (…) todo lo encuentran lindo y para mí es gratificante, y además sirve para que sea más entretenido el recorrido por el museo.
En estos momentos, además de la lancha, Patricio está investigando para elaborar una grúa Willson y un barco ballenero, y ya está visualizando cómo mejorar en este pasatiempo que lo mantiene ligado a la historia de su tierra natal. "Estoy pensando en invertir y en comprarme una impresora 3D más grande, para que queden mejores las maquetas, porque así como veo parece que tengo trabajo para rato", bromea.
Acercarse a la perfección es muy importante para él: "Yo creo que el museo se merece que yo haga mis maquetas a nivel de museo, para que se puedan exponer tienen que quedar lo mejor posible", asevera el ingeniero sanantonino.
"Le dedico muchas horas de trabajo (a cada maqueta). Me demoro alrededor de una semana en hacerlo, lo más lento es hacer el diseño digital, el que he ido aprendiendo de forma autodidacta",
Patricio Pino
"(Las maquetas) son ciento por ciento donaciones. Las horas, el material y el costo yo los regalo al museo. Las hago para que el recorrido por el museo sea más entretenido y didáctico".