La historia de esfuerzo del chef peruano que se enamoró de Chile
Rodrigo Vega es el dueño de A todo vapor, un restaurante que abrió tras años de lucha para cumplir la promesa que le hizo a un tío en sus últimos días de vida.
Para hablar de gastronomía y de la génesis de su restaurante, Rodrigo Vega, de 35 años, debe retroceder el tiempo hasta su infancia en Tacna, Perú, donde dio sus primeros pasos en la cocina del negocio de su tío César Vega.
"Tenía como 10 años cuando fui a trabajar con mi tío, estudiaba en el año y en el verano pasaba metido allá. Yo iba más que todo porque me gustaba comer las papas fritas que hacía él, esas papas fritas que él hacía, las hago yo ahora", afirma.
-¿Te acercabas por las papas fritas, pero tenías que colaborar?
-Exacto, pero yo no trabajaba porque era el regalón del restaurante, toda la gente decía 'oh, llegó el Rodriguito'. Yo llegaba a las 7 de la mañana y me ponían a pelar un saco de papa, y a las tres de la tarde había pelado cuatro papas, porque me distraía con los conejos, con los cuyes y ahí salía mi tío diciendo 'dejen al chico, que pele las papas a su ritmo'. Tenía 10 años, estaba en plena edad de distraído.
Mientras fue creciendo, expresa Rodrigo, "mi tío me compartió su más preciado secreto, cómo se hacía un buen ceviche, un buen sudado, una buena parihuela. Y yo me lo traje para Chile, porque yo le hice la promesa de tener mi restaurante".
-¿Por qué se lo prometiste?
-Él cayó enfermo cuando me vine para Chile, no viajé a Perú por un tiempo y cuando lo volví a ver el hombre estaba muy delgado, la cirrosis lo estaba consumiendo, y le hice la promesa en vida de que apenas yo tuviera un restaurante le iba a llamar A todo vapor. La pandemia consumió al A todo vapor de Perú y el A todo vapor de Chile es el que está sacando la cara por su restaurante. Él falleció hace muchos años atrás, pero el legado y el nombre lo estoy dejando muy en alto, yo sé que él está orgulloso de mí.
Sobreviviente
Hace cinco años, Rodrigo se viste como el orgulloso dueño de este proyecto culinario, pero antes de conseguir esta meta tuvo que pasar por complejas pruebas. Desde que llegó a San Antonio, a sus 21 años, Rodrigo pasó por distintos trabajos: "Fui reponedor, quedé cesante y me fui a Santiago a una tienda de retail y luego me devolví para acá a trabajar en una feria, porque perdí el trabajo. Por eso, no me da miedo empezar de cero".
-¿Te ha tocado difícil?
-Sí, me ha tocado muy difícil. No es una cosa que yo diga nací en una cunita de oro, no, yo he estado en la calle y he sufrido en la calle, y por eso lo que más me gusta es que no le tengo miedo a comenzar de cero.
-¿Cuál fue la experiencia más compleja por la que has atravesado?
-Lo más difícil fue no tener comida y eso lo digo con orgullo, ah, yo sé que mucha gente no va a estar de mi parte, pero yo he tenido que robar para comer, ¿me entiendes? Fue muy difícil. Por eso yo prefiero que una persona me diga 'no tengo para comer' y así yo lo siento en mi mejor mesa y le digo 'pide lo que quieras', porque yo sé lo que es pasar hambre. Sé lo difícil que es estar en un país que no es el tuyo en una situación así.
-¿Te sientes un sobreviviente?
-Sí, netamente me siento un sobreviviente, y eso se lo explico a la mayoría de mis trabajadores. Les digo 'chicos cuando ustedes estén en un lugar, sea o no su país, traten de hacer las cosas bien y salir por la puerta grande', porque realmente después esa gente te recuerda de buena forma y si ven que estás pasando un mal momento ahí van a estar apoyándote, aunque no sea económicamente, te van a tratar de buscar un trabajo o una oportunidad para que puedas salir del hoyo en que estás.
100% chileno
En ese complejo periodo que vivió, el chef encontró apoyo y ayuda en amigos de San Antonio, ciudad de origen de su madre. "Yo me siento bien en este país porque me he topado con gente buena, con la gente precisa que he necesitado en mi día a día", sostiene.
-¿Qué te ha parecido la tierra natal de tu madre?
-Espectacular, no tengo nada que decir, tengo dos preciosa hijas que me dio este país y estoy agradecido eternamente con Chile. Si tú me dices peruano o chileno, yo te digo 100% chileno, porque este país me dio la oportunidad de abrir mi mente, de surgir como persona, de conocer muy buenos amigos y de crear un equipo de trabajo. Estoy agradecido de la vida por poner en mi camino a esta gente.
Como muchos migrantes, Rodrigo no solo se encontró con la bondad de los chilenos, sino también con su particular sentido del humor. "Lo primero que aprendí son los garabatos, es lo primero que te enseñan. Yo encantado con los garabatos, es otro estilo, otra cultura, es entre pícara, buena onda, porque a mí nunca en mi vida me habían dicho negro culiao, ¿me entiendes? Allá en Perú que te digan así es una ofensa, aquí es como amigo, hermano".
Importando sabor
Una de las metas que Rodrigo tiene como chef y en la que trabaja a diario "es inculcar la gastronomía peruana en su máximo esplendor y que no le tengan miedo, porque la gente tiene en la cabeza que la comida peruana es picante y no es así".
Es por esto, que él se ha esforzado en adaptar los sabores peruanos al paladar nacional. "Las personas que trabajamos en este rubro cambiamos algunos ingredientes por los ingredientes típicos del lugar. Entonces mi forma de trabajo es llegar al punto que me guste y que agrade al paladar chileno, no olvidando mi receta típica; invento algo para que el cliente diga está rica la chorrillana o el ceviche, sin mucho ají, pero sí con ese aroma y esencia a rocoto".
Perucho
Uno de los platos en los que más ha trabajado es la chorrillana. "Yo me reinventé con la típica chorrillana que nació para la Guerra del Pacífico. Se dice que esta preparación es supuestamente de Chile, que se creó en Valparaíso, pero no, fue creada para la Guerra del Pacífico en la ciudad de Chorrillos en Perú", asegura.
Según el cocinero, este plato nació cuando "un comandante chileno que iba con su tropa le dijo a una señora 'yo necesito carne para mí y todos mis soldados'. En ese tiempo era muy escasa la comida en Perú, y ella le dice tengo un poco de lomo y un poco de cerdo. 'Prepáramelo lo mejor que pueda', le respondió y ahí le prepararon la chorrillana, y por eso su nombre".
Para conseguir la receta, detalla que "antes de crear mi chorrillana, que es una de las mejores en San Antonio, estuve indagando alrededor de seis meses, me metí en la historia y busqué a la familia de la señora, pero no pude llegar a la base concreta porque esa familia ya no está. Entonces, recopilé los distintos puntos de esta historia y elaboré la chorrillana pensando cómo pudo haber sido en ese tiempo, entonces con mi plato yo te traslado a esos años".
-¿Cómo la bautizaste?
-"Chorrillana Perucho", porque hay clientes que me dicen el Rey Perucho y por eso ahora uní este nombre con A todo vapor. Ese apodo me lo coloco José Cáceres, Jocoly, un amigo de San Antonio y un pilar fundamental aquí en mi restaurante, y por él todos me conocen como Perucho o Peruchito.
Sueños
Mientras prepara sus recetas, que por ahora vende solo con entrega a domicilio (+56 9 6429 9114), Rodrigo no deja de soñar. "Quiero ser una persona a la que le reconozcan su trabajo, que ya lo estoy logrando. En segundo lugar, quiero abrir las puertas de mi restaurante a gente que no tenga trabajo y quiera aprender del área de gastronomía, para así enseñarles y que busquen sus sueños, así como yo lo hice", manifiesta.
Además, comparte, "mi próxima meta es poder abrir un restaurante donde pueda hacer platos mucho más económicos, de buena calidad, para que toda la gente pueda degustar mis sabores".
"Estoy feliz y satisfecho con lo que estoy logrando. Yo no soy la cabeza aquí, la cabeza somos todos", manifiesta sobre su equipo el líder de A todo Vapor, el restaurante que hace 47 años nació en Perú y hoy hace patria desde San Antonio de Chile.
"Estoy feliz y satisfecho con lo que estoy logrando. Yo no soy la cabeza aquí, la cabeza somos todos",
Rodrigo Vega.