Monitora de telar se reinventa y emprende con salsas, chutney, mermeladas y pastas caseras
Debido al éxito de su negocio "Güten Apettit", Magdalena Arancibia comenzará a dar clases online de cocina, ya que asegura que una de sus grandes motivaciones es "enseñar".
Cuando Magdalena Arancibia Vera quedó viuda, hace 19 años, decidió trasladarse hasta la Octava Región. Entre sus planes jamás estuvo la posibilidad de quedarse en su casa viendo la vida pasar. Por el contrario, decidió darle un giro a su existencia, formando una agrupación de mujeres microempresarias.
"Yo presidía una agrupación compuesta por más de 180 mujeres. Era algo muy grande, y como era viuda nos vestíamos todas de negro, con una pañoleta verde pistacho en el cuello… todo muy organizado", recuerda entre risas.
Según la emprendedora, dentro de este grupo de mujeres había varias artesanas en lana que tejían frazadas en telares. "Eran muchas, así que empecé a postular a proyectos. Gracias a eso fuimos adquiriendo mucha cinta para las que hilaban y así empezaron con el tejido. De a poco me fui involucrando en todo".
Más tarde decidió dejar la Octava Región para trasladarse más al sur, hasta Puerto Octay, en la Región de Los Lagos. Una amiga la invitó a participar en unos cursos de telares que estaban haciendo en Frutillar. "Éramos varias. Primero empezamos con el telar mapuche, después con el telar María, hasta que finalmente comencé a tejer y a comprar lanas más bonitas", relata sobre aquella experiencia.
Mientras exponía sus trabajos en Puerto Octay, una mujer se acercó para ver más detalladamente cada una de sus creaciones. "A ella le gustó mucho la combinación de los colores, por lo que me hizo un pedido. Ahí partió todo. Después otra persona también vio mis trabajos y empezó a hacerme encargos mensuales de tejido".
Más tarde, se hizo cargo de un local de artesanía en Frutillar bajo, que pertenecía a una amiga. "Allí, entre volcanes, lagos y lluvia, nació 'Trama telar'", su primer emprendimiento.
Con el paso de los años, esta mujer de espíritu inquieto empezó a sentir la necesidad de moverse a otro lugar. Estuvo viviendo un tiempo en la comuna de Peñaflor, en la Región Metropolitana, pero sabía que su lugar no estaba ahí.
"Me sentía ahogada, así que tomé la decisión de venirme a la playa, donde tengo a una hermana. Finalmente encontré una casa muy linda en El Quisco a pasos del mar y ahí me quedé feliz", contó.
Magdalena tenía la necesidad de dar a conocer todo lo aprendido en estos años, ya que "enseñar a otros" siempre ha sido una de sus grandes motivaciones, así que buscó la manera de compartir sus conocimientos.
"Empecé a hacer clases en el Centro Cultural Camilo Mori, en El Quisco. Primero partí con el teñido de lana con productos orgánicos y después con los telares", detalla.
El estallido social trajo graves consecuencias para "Trama Telar", por lo que decidió bajar el telón del negocio. "Ya no podía ir a exposiciones, las que casi siempre eran en el centro de Santiago, y como ya estaba viviendo en la playa comencé a tener problemas con mi emprendimiento", confiesa.
Cocina
Magdalena es de esas mujeres que no se echan a morir ante la adversidad, así que rápidamente buscó otra alternativa, y de inmediato surgió la idea de emprender a través de otra de sus pasiones: la cocina.
"Nací con el tema de la cocina. Mi abuela era muy machista y como fui la primera nieta me metió a la cocina de muy chica. A los nueve años ya hacía pato relleno con manzana", comenta.
Reconoce que "también aprendí mucho de la "Omi". Ella era la mamá de mi esposo, una austriaca que me enseñó mucho de cocina".
Sus preparaciones se fueron haciendo cada vez más conocidas. Incluso en una oportunidad, fue invitada a participar del programa Recomiendo Chile con el chef Alonso Barraza.
"Como siempre me he visto envuelta en la cocina, una vez estuve en Recomiendo Chile, en memoria de la 'Omi'. Me acuerdo que tomé cosas, de un lado y de otro, e hice un pato a la "Ñiquén" que es una creación totalmente mía y unos kutchen. A todos les gustó mucho porque la cocina realmente me apasiona", confidencia.
Tras varias ideas y sugerencias, nació "Güten Apettit", un emprendimiento que hoy la llena de elogios y de satisfacciones.
"Tomé la decisión de hacer mermeladas, pastas, salsas y chutney (condimento agridulce) y ahora quiero comenzar con los platos calientes. Me ha ido súper bien y ahora estoy modernizando mi sala de elaboración para seguir creciendo con mi emprendimiento", afirma.
Todo natural
"Todos los productos que elaboro son ciento por ciento naturales, y en ellos se puede encontrar una fusión de sabores y de texturas, entre los que destacan los fettuccinis de betarraga o los ravioles jamón-ricotta-ciboulette", añade.
Además de seguir adelante con la preparación de sus productos, que cada vez ganan más seguidores, esta vecina de El Quisco comenzará a dictar de clases de cocina por internet.
"Hay muchas mujeres que quieren aprender a cocinar y me están pidiendo que haga cursos, así que estoy viendo la manera de hacer clases de cocina por internet, más ahora que tengo una nueva cocina. Me encanta enseñar y hacer grupos de mujeres. Cuando estaba en el sur, hice clases en los municipios de Niquén, en la Octava Región, en Til Til, en la Región Metropolitana. Actualmente, sigo dando clases porque trabajo con usuarios de Indap", sostiene.
Proyecciones
Debido al éxito que ha tenido "Güten Apettit" (pedidos al 9-58395287, al correo contacto@gutenapettit.com o en redes sociales), Magdalena quiere seguir deleitando el paladar de sus clientes, con innovadores sabores y exquisitas recetas pensadas inclusos para veganos, y para eso, hay varias ideas que espera poder concretar en el corto plazo.
"Quiero que mi emprendimiento siga creciendo solito para dedicarme a hacer mis clases y a disfrutar porque me gusta viajar y andar de aquí para allá (ríe)", recalca.
Entre sus planes, también existe la posibilidad de radicarse de manera definitiva en el Litoral Central, ya que actualmente, está yendo y viniendo.
"Debo cuidar a mi mamá que está en Peñaflor, pero luego regresaré para quedarme porque tengo muchos clientes en la costa, además que vivir cerca del mar es una de las cosas que más me gusta. Quiero encontrar una casa bonita e instalarme para siempre en este lugar", asegura.
"Me sentía ahogada (en Peñaflor), así que tomé la decisión de venirme a la playa, donde tengo a una hermana. Finalmente encontré una casa muy linda en El Quisco, a pasos del mar y ahí me quedé feliz",
Magdalena Arancibia
"Mi abuela era muy machista y como fui la primera nieta me metió a la cocina de muy chica. A los nueve años ya hacía pato relleno con manzana",
Magdalena Arancibia
"Ya no podía ir a exposiciones, las que casi siempre eran en el centro de Santiago, y como ya estaba viviendo en la playa comencé a tener problemas con mi emprendimiento".