El excapitán de San Antonio Unido que encontró en la docencia el sentido para su vida
Mario Pavez es un conocido futbolista que gracias a las enseñanzas de su madre logró convertirse en profesor de educación física. Durante más de 25 años se ha dedicado a esta profesión en cuerpo y alma en colegios de la zona.
Mario Pavez tiene 47 años y es un amante del deporte y de la educación. Ambos caminos se cruzaron cuando cursaba su educación básica y media en el Liceo Nacional de Llolleo. Cuenta con mucho orgullo que "ahí tuve una especie de mentor que era Carlos Rey, mi profesor, quien me motivó a estudiar Educación Física. Él me dio la posibilidad de hacer una ayudantía en primero medio".
En el liceo siempre demostró habilidad para los distintos deportes, como atletismo, vóleibol y básquetbol. Participó en varias selecciones a nivel regional y nacional.
En sus años de colegio, "Marincho", como le dicen sus amigos y cercanos, no era muy aficionado al fútbol. Sus recuerdos son que junto a un vecino jugaban en una calle con pendiente donde ahora se ubica el colegio Las Lomas. Pero él mismo reconoce: "no me motivaba mucho".
Niño promesa
Pero todo cambió cuando el club Defensor Cristo Rey de Llolleo hizo un campeonato en busca de nuevos talentos del barrio. "Marincho" vivía a cuatro cuadras de la cancha y fue a jugar con nueve años. A los 10 ya estaba inscrito por los celestes y comenzó así su camino en el fútbol amateur.
"Cuando llegué a Cristo Rey me di cuenta que sobresalía con 10 años mientras que mis compañeros tenían 13, 14 ó 15. A mí me ponían de titular con 10", recuerda.
Fue ahí cuando se dio cuenta que tenía talento para el fútbol. Y fue ahí también cuando nació el sueño de convertirse en futbolista. En ese momento su madre, que falleció en el 2018, le inculcó que tuviera buenas notas y que estudiara en la universidad porque la carrera de futbolista era muy corta.
Por ese entonces su familia no tenía muchos recursos y el apoyo del club Cristo Rey fue fundamental. Incluso le compraban los zapatos para que pudiese jugar.
Con solo 15 años Mario vivió una experiencia que lo marcaría para siempre. Le costó bastante obtener el permiso de su mamá pero finalmente lo consiguió: viajó por Sudamérica (Brasil, Argentina y Paraguay) durante tres meses con Cobresal. "Si todo resultaba bien me iría para Cobresal pero el profe (entrenador) cuando llegamos a Chile se cambió de club. Se fue a Melipilla y decidió llevarme", relata.
A PRIMERA
Así llegó "Marincho" a Deportes Melipilla. Con 16 años viajaba en bus todos los días después del colegio para cumplir con los entrenamientos. Hizo toda la juvenil y luego lo subieron al primer equipo con 17 años. Por ese entonces Melipilla disputaba la Primera División del fútbol chileno.
A pesar del agotamiento físico de los entrenamientos, decidió seguir los consejos de su madre y comenzó a estudiar Educación Física en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (Físico) en Santiago. Tenía 18 años.
- ¿Cómo fue compatibilizar estudios universitarios y el fútbol profesional?
-Fue duro. Tenía que entrenar doble jornada y además estudiar. Cumplir con los tiempos era difícil. Además, me exigieron jugar por la selección de fútbol del Físico, entonces era una locura. Tenía que jugar hasta los nacionales por la universidad. Pero me gustaba mucho la carrera. Me gustaba no solo el fútbol, sino que practicar otros deportes.
Camiseta lila
Mario relata que "un día San Antonio Unido (SAU) fue a entrenar a Melipilla y jugamos en contra. En ese momento el entrenador me pidió que me fuera para allá". En los lilas empezó jugando como lateral derecho y después con el tiempo fue volante de contención y en algunos momentos stoper . Era un polifuncional en el equipo.
-¿Cómo fue la campaña mientras tú jugaste?
-La campaña fue buenísima en dos años (1997 y 1998). Llegamos a las liguillas de ascenso y las peleamos. Decían que pasaban muchas cosas raras como el hombre del maletín, por ejemplo.
-Y tomando eso en cuenta, ¿cómo fue tu experiencia en el SAU?
-Mi experiencia en el SAU fue buenísima. Las personas que trabajaron con nosotros, los compañeros, el cuerpo técnico (Juan Ubilla y Néstor Huerta) y la directiva eran buenísimos. Creo que no ha habido una mejor directiva que la de ese momento encabezada por Ariel Henríquez. Todos eran buenos elementos
-¿Cómo fue ser capitán del equipo?
-La directiva me designó como capitán del equipo. Esto lo supe hace muy poco tiempo y la experiencia fue muy buena. Me ordené yo y el equipo. Hay que desarrollar habilidades distintas. Tienes que ser empático con los compañeros en los momentos que se sentían mal o cuando había problemas familiares, y también para superar las rencillas que siempre surgen en un plantel.
Jugó en el SAU hasta 1998. Ya había terminado de estudiar, tenía a su primer hijo y decidió alejarse del fútbol pero no del deporte.
- ¿Cómo evalúas tu carrera como futbolista?
-La verdad que me siento muy feliz y orgulloso porque lo que hice siempre traté de hacerlo bien. Mi mamá dio en el clavo porque jugué fútbol, que me encantaba, y además pude estudiar algo que me gusta mucho también.
Profesor de muchos
Después de su paso por el fútbol llegó la hora de reinventarse y fue así como gracias al apoyo de la exalcaldesa Lucía Menares desarrolló un proyecto de escuela de fútbol itinerante en colegios de Cuncumén que buscaban promocionar el deporte, la salud y la educación. Ahí comenzó a desarrollar un lado social que hasta el día de hoy lo define.
Después llegó a trabajar como profesor de natación en el Club Santa María del Mar de Santo Domingo. Luego pasó a coordinador de deportes y hace cinco años ejerce como subgerente de operaciones del club. "He aprendido mucho en el día a día y mi papá me ha apoyado mucho en este trabajo".
En paralelo, desde el 2002 y hasta ahora es profesor de educación física del colegio María Konig de Llolleo. "Yo no he querido dejar de hacer clases en el colegio por vocación. Es lindo ver cómo sacar a los chicos adelante a través del deporte", afirma con orgullo.
Desde este año "Marincho" es parte de la agrupación de Exjugadores del San Antonio Unido Rogelio Rojas, que reúne a generaciones desde 1994 a 1996 y que tiene un fin social y competitivo porque participan de campeonatos de exjugadores.
Una de las lindas anécdotas es que algunos de los partidos que Marincho ha jugado han sido arbitrados por su hijo mayor Bastián, quien también es profesor de Educación física y además árbitro profesional. Tiene dos hijas más: Tiare, que estudia obstetricia, y la pequeña Agustina que aún está en el colegio.
"Si todo resultaba bien me iría para Cobresal pero el profe (entrenador) cuando llegamos a Chile se cambió de club. Se fue a Melipilla y decidió llevarme",
Mario Pavez
"Tenía que jugar hasta los nacionales por la universidad. Pero me gustaba mucho la carrera. Me gustaba no solo el fútbol, sino que practicar otros deportes",
Mario Pavez
"La campaña (del SAU) fue buenísima en dos años (1997 y 1998). Llegamos a las liguillas de ascenso y las peleamos. Decían que pasaban muchas cosas raras como el hombre del maletín, por ejemplo".