La joven científica que busca revolucionar la industria del agro
Daniela Vaisman es doctora en ciencias de la ingeniería y siempre le ha gustado la innovación. Hace pocos años creó un producto biotencológico que ayuda a mejorar la eficiencia de plantas, hortalizas y árboles frutales. Hoy intenta conquistar el mercado de la mano de la economía circular. Aquí cuenta de qué se trata su apuesta.
Daniela Vaisman Romero (36 años) es una científica innovadora, que eligió esta provincia para contribuir al desarrollo de una agricultura sostenible y siempre en sintonía con el cuidado del medio ambiente.
Oriunda de Santiago, llegó a vivir a Santo Domingo en 2014. Antes, con su entonces pololo (hoy marido), se habían ido a vivir a Pupuya, en la Región de O'Higgins, para ayudar a instalar un restaurante familiar en esa localidad de la comuna de Navidad. Cuando ese proyecto terminó, surgió la posibilidad de un trabajo para él en el puerto de San Antonio y decidieron migrar.
Trabajo científico
Daniela es ingeniera civil en biotecnología, doctora y magíster en ciencias de la ingeniería con mención en química de la Universidad de Chile. Durante muchos años trabajó ligada a la innovación y transferencia tecnológica en incubadoras de negocios y centros de investigación. Fue aquí donde conoció en particular el rubro del agro. "Es una industria grande que sirve para aplicar los desarrollos que se investigan", afirma.
El trabajo que realizaba era remoto porque con su marido habían decidido formar familia en Santo Domingo y encontrar trabajo presencial en la zona, pero para ella no era fácil. Un día su jefa le informó que en poco tiempo más se acababa el financiamiento del trabajo de ese entonces y tuvo que ponerse a pensar qué haría.
Experimento exitoso
Cuando trabajaba en innovación a Daniela la cautivó el tema de los bioestimulantes y en particular los antioxidantes. Ella explica que "siempre me han fascinado por el tipo de respuesta que desencadenan en los seres vivos, combaten el estrés y mejoran el metabolismo del organismo. A mí me dio la curiosidad de investigar qué pasaba si uno aplicaba antioxidantes a las plantas y era algo que no se había estudiado en ningún nivel y tampoco había productos comerciales".
-¿Luego de eso decidiste hacer un experimento para ver qué ocurría?
-Sí, el 2018 se me ocurrió hacer un prototipo y con una colega que se dedicaba a hacer extracciones de productos vegetales lo hicimos y lo probamos en lechugas. Dio muy buenos resultados: la lechuga creció en más de un 30% pero más importante que eso, nos dimos cuenta que la materia seca, cuando la deshidratas y luego la pesas, aumentó en más de un 40%. La planta fue capaz de asimilar más CO2 (dióxido de carbono) del ambiente y convertirse en materia orgánica. Entonces es una lechuga de mucha mejor calidad y más grande.
Luego de ese prototipo exitoso postuló junto a su ex socia a un proyecto Corfo que se adjudicaron. Esto les permitió en 2020 tener una operación más grande, de mayor envergadura y formaron Botanitec (www.botanitec.cl). Se trata de un emprendimiento de economía circular que diseña y produce soluciones biotecnológicas para la industria agrícola basada en principios activos naturales. Con el paso del tiempo Daniela junto a su marido se convirtieron en los dueños de este negocio.
Lo que hace Daniela es diseñar, elaborar y vender productos que buscan bajar el estrés oxidativo de la planta o árbol, que se genera debido al crecimiento, al frío, el calor o cuando las trasplantas por ejemplo. En palabras más sencillas, la hace más eficiente.
-¿Cómo es ese proceso de elaboración del producto?
-Es lento. Primero que todo es importante decir que nosotros nos basamos en la economía circular, lo que significa que usamos como materia prima de nuestros productos los residuos de la industria agrícola, específicamente hojas y ramas de árboles. Evitamos que quemen todo esos residuos. Todas esas hojas se ponen a secar en unas estructuras especiales en una planta que tenemos en Cartagena. Luego se secan las hojas, se muelen y se envasan. Tenemos un proceso que es una extracción a base de agua y con preservantes orgánicos donde obtenemos una composición rica en antioxidantes, natural y orgánica que se convierte en dos productos que comercializamos.
Desde 2019 Daniela tiene una solicitud de patente para resguardar el proceso de invención y elaboración del producto. Cada producto se valida en cada especie para ver su efecto y ella se ha centrado en las especies más relevantes para la industria nacional como cerezas y manzanas, aunque también ha trabajado con arándanos, cítricos, paltas, avellanos, hortalizas, entre otros.
La científica cuenta que "hacemos un trabajo de hormiga para vender. Junto a la Fran, que es la agrónoma que trabaja conmigo, contactamos a los productores, le presentamos los productos y les planteamos si quieren hacer un ensayo. Este consiste en un piloto donde en un sector específico del cultivo se aplica el producto y en el otro no. Luego se comparan los resultados".
-Esta forma de venta es más bien lenta…
-Sí, es lento, es mucho trabajo y los ingresos son pocos pero es una forma de establecer una relación súper confiable en el tiempo. Yo no los estoy convenciendo por un folleto. La idea es una relación a largo plazo en donde ellos necesiten el producto anualmente. Te cuento que en general debemos llevar más de 50 ensayos pero clientes regulares no tenemos más de 10.
Además, han desarrollado un producto en formato spray de uso domiciliario para huertas, pastos y plantas ornamentales llamado Botan Foliar Hogar. "La idea es hacerle un cariñito a las plantas y se ponen preciosas", asegura.
Sin DISCRIMINAción
Es común escuchar que a las mujeres les cuesta mucho acercarse al mundo de las ciencias por los prejuicios y que una vez que lo consiguen sufren discriminación de todo tipo por el solo hecho de ser mujeres.
Pero este no es el caso de Daniela. "Siento que ser mujer me ha dado un sesgo positivo. Me he sentido apoyada siempre, en especial en las ciencias e incluso en el trabajo de laboratorio. Siempre he encontrado una validación súper grande".
Agrega que el hecho de que su apoyo en este emprendimiento sea una mujer ha servido para desafiarse y validarse: "Trabajar con la Fran es darse cuenta día a día que las mujeres pueden hacer de todo. A veces estamos las dos solas en la planta y tenemos que hacer cosas muy toscas como prender la motobomba o mover cajas grandes y siempre lo logramos".
Innovar para Daniela no fue solo una decisión personal sino que familiar. Junto a su marido se dieron un plazo de cinco años para evaluar los resultados. Si todo anda bien seguirá por esta senda que es lo que espera que ocurra y por lo cual trabaja tanto.
La carga de sacar adelante este gran proyecto la debe complementar con su rol de madre. Tiene dos hijos, Sara (4 años) y Bruno (1 año y medio), quienes han vivido siempre en Santo Domingo.
"Mi vida es caóticamente hermosa", cuenta entre risas. Su trabajo le permite manejar sus tiempos pero lógicamente se hace pesado organizar todo.
-¿Por qué eligieron Santo Domingo?
-Vivir acá nos gustó mucho porque estamos en un ambiente libre de contaminación y con mejor calidad de vida. Vamos a la playa, andamos en bici en familia, mis hijos tienen una casa y un patio. Cosas que en Santiago son carísimas. En definitiva estamos en Santo Domingo por la visión de vida que le queremos dar a nuestros niños. Estamos acá por ellos.
"A mí me dio la curiosidad de investigar qué pasaba si uno aplicaba antioxidantes a las plantas y era algo que no se había estudiado en ningún nivel y tampoco había productos comerciales",
Daniela Vaisman,, científica
"Nosotros nos basamos en la economía circular, lo que significa que usamos como materia prima de nuestros productos los residuos de la industria agrícola, específicamente hojas y ramas de árboles".