La amante del deporte que hace clases a las mujeres en la cárcel
Magdalena Bravo desde niña amó el deporte. Fue madre por primera vez a los 18 años y a los 26 ya tenía cinco hijos. Tras una dolorosa separación, se reencontró con su pasión y decidió estudiar para seguir haciendo lo que más le gusta.
Magdalena Bravo López nació en Santiago hace 63 años. Se crio en la casa de sus abuelos maternos, de donde guarda lindos recuerdos. "Mi infancia fue muy de casa. No teníamos muchos amigos porque mi abuelo era súper aprensivo. Él no nos permitía hacer mucha vida social. Tenía muchos primos, entonces él decía que no había necesidad de salir de la casa para entretenerse".
Cuando Magdalena fue adolescente, con sus padres y hermano se mudaron a una vivienda cercana a la de sus abuelos en el mismo barrio. Recuerda que siempre, desde muy niña, practicó deportes en los colegios donde estudió. Salto alto, salto largo, caballete, vóleibol y básquetbol eran algunas de las disciplinas que más le acomodaban.
Mamá a los 18
La juventud de Magda, como le dicen sus cercanos, fue determinante en su vida. A los 18 años se convirtió en madre por primera vez y a cuando tenía tres meses de embarazo se casó con el padre de su hija.
-¿Cómo fue ser madre tan chica?
-Fue heavy ser mamá tan chica. Tuve el apoyo de mi santa madre que para mí es la mejor. Fue una muy buena madre, muy apañadora y siempre estuvo ahí cuando yo la necesité. Yo tuve casa propia con mi marido pero estaba todo el día en la casa de mi mamá. Me costó cortar el cordón porque ahí me di cuenta que era mamona. Fue difícil pero lo supe llevar.
La maternidad marcó absolutamente la década veinteañera de Magdalena. A los 26 años ya tenía cinco hijos: dos mujeres y tres hombres, entre ellos mellizos. Recuerda con nostalgia que "fue súper difícil cuando nacieron los mellizos. Fue terrible la crianza porque el hijo que lo seguía tenía tres años y criarlos a todos era de locos".
Agrega que "fui mamá al mil por ciento. Dejé muchas cosas de lado por la maternidad pero siempre me mantuve haciendo educación física. Me ha ayudado harto porque el primer parto, por ejemplo, fue absolutamente natural, sin anestesia".
Se declara absolutamente aclanada con sus hijos y sus 11 nietos. Esto a pesar de la distancia que la separa de su hijo que vive en Holanda y de su hija radicada en España.
Difícil decisión
En 1985 el que por ese entonces era su marido se trasladó de Santiago a San Antonio porque "acá había mucho trabajo. Yo viajaba mucho entre ambas ciudades con los niños. En ese tiempo nunca nos mudamos de forma definitiva".
Luego de unos años, cuenta que "decidí que se terminara mi matrimonio porque no era lo que yo quería. Él seguiría siendo el padre de mis hijos y fue así como empecé una nueva vida".
Tras la separación se radicó completamente en San Antonio porque uno de sus hijos extrañaba muchísimo a su papá.
-¿Se acostumbró rápido a San Antonio?
-Para mí al principio fue difícil acostumbrarme en todo aspecto porque yo estaba separada con los niños pequeños y sola. Fue difícil pero no imposible. Me costó acostumbrarme hasta al clima pero te digo que yo voy a Santiago ahora y quiero devolverme a San Antonio. Estoy acostumbrada a la tranquilidad y al ritmo de vida.
Su pasión
Ya separada, Magdalena se dio el tiempo para especializarse en algo que a ella le encantaba y comenzó a estudiar y realizar una serie de cursos deportivos en diferentes disciplinas: aerokigboxing, step, latin dance, bandas elásticas, entre otras.
Paralelamente, siempre les inculcó a sus hijos el amor por el deporte y era usual que los niños la acompañaran al gimnasio. Fue en ese lugar donde se le presentó la primera oportunidad laboral. "Conocí a la dueña del gimnasio. Nos hicimos muy amigas y después empecé a trabajar con ella ahí", recuerda.
Después de eso su carrera profesional se fue construyendo paso a paso. Tuvo la posibilidad de participar en un proyecto dirigido a mujeres dueñas de casa. Ahí recorría el Litoral Central completo impartiendo clases de acondicionamiento físico a esas mujeres. Con orgullo cuenta que "jamás he tenido movilización propia pero eso no era impedimento para realizar mi trabajo. Lo pasaba súper bien, conocí gente muy linda y tengo muy preciosos recuerdos".
Al montemar
En 1999 llegó a trabajar al gimnasio Montemar José Rojas Zamora, en el sector de Villa Italia, donde sigue hasta el día de hoy. Hace diferentes clases y disciplinas para el público en general y también trabaja especialmente con adultos mayores.
-¿Cómo es trabajar con las personas mayores?
-Trabajar con ellos me encanta. Lo que más he aprendido de ellos es la constancia a diferencia de los más jóvenes. Ellos llegan sí o sí. Son súper responsables, no les importa el frío, si llueve o llovizna. Ellos se comprometen y lo hacen.
100% social
Para Magdalena el poder aportar a otros es algo que la ha motivado toda su vida. Siempre le ha gustado hacer trabajo social y contribuir al desarrollo y bienestar de las personas de las distintas edades.
Hace varios años trabajó en Llolleo en un hogar de menores y adolescentes que ya no existe, durante tres años. Afirma que le encantó estar con las niñas y aportar en algo a mejorar sus vidas.
Esa labor fue clave porque luego de eso la llamaron para decirle que había un nuevo taller deportivo para el 2016, que era nada más y nada menos que en la cárcel de San Antonio.
-¿Qué sintió en ese momento?
-Te lo juro que se me apretó la tripa cuando me dijeron, porque uno se pasa muchos rollos producto del desconocimiento. Pero acepté, eso sí, antes de eso conversé con una asistente social que había trabajado en la cárcel para ir hacer mi primera clase más empoderada. Todo fue muy bonito, la experiencia maravillosa. Hasta el día hoy hago clases ahí y con todas las chicas he tenido buena experiencia. Me llena el corazón absolutamente. Lo más importante para mí es no hacer diferencias entre mis alumnas o alumnos; los trato a todos por igual.
Magda se declara como una mujer plena y feliz: "Me encanta lo que hago y lo mejor que me pudo haber pasado en la vida es haber elegido este trabajo que me llena completamente. Soy muy agradecida de la vida por los nietos que tengo, por los hijos y por mi trabajo. Este trabajo me ha hecho crear lazos muy importantes y ayudar a muchas personas".
"Fue heavy ser mamá tan chica. Tuve el apoyo de mi santa madre que para mí es la mejor. Fue una muy buena madre, muy apañadora y siempre estuvo ahí cuando yo la necesité",
Magdalena Bravo
"Fue súper difícil cuando nacieron los mellizos. Fue terrible la crianza porque el hijo que lo seguía tenía tres años y criarlos a todos era de locos",
Magdalena Bravo
"Hasta el día hoy hago clases ahí (en la cárcel) y con todas las chicas he tenido buena experiencia. Me llena el corazón absolutamente. Lo más importante para mí es no hacer diferencias entre mis alumnas o alumnos; los trato a todos por igual".