La joven madre que se convirtió en la reina del waffle en Cartagena
Karen se vio en la necesidad de generar ingresos tras el nacimiento de su hija Luna. Con mucho corazón, sacrificio y creatividad instaló un carrito en Playa Grande, que ha sido todo un éxito y que le permite dar empleo a otros jóvenes.
Karen Ruiz de Gamboa Peralta tiene 26 años y ya es una emprendedora de tomo y lomo. Hace tres años creó Waffles Cartagena, un carrito ubicado en el sector de la Playa Grande, en donde vende helados, milkshakes, jugos naturales y, por supuesto, waffles.
El camino para llegar donde está hoy no ha sido fácil. Karen al poco tiempo de titularse de cosmetóloga quedó embarazada. Por ese entonces trabajaba esporádicamente de garzona en restaurantes de la zona y al nacer Luna, su primera hija, quedó sin empleo. Cuenta que "recibía solo el dinero que entregaba el Gobierno y necesitaba tener ingresos".
Su emprendimiento
La joven madre recuerda que en ese tiempo ella tenía un vehículo malo y que el arreglo salía muy caro. Entonces decidió venderlo para invertir en un carro para vender comida, que era lo que siempre había soñado. De a poco lo empezó a remodelar y vino la gran interrogante acerca de qué productos podía vender.
¿Cómo se te ocurrió vender waffles?
-Tenía muchas ideas y no sabía por cuál decidirme. Finalmente me decidí por el waffle porque no se veía mucho acá en Cartagena. Yo quería hacer algo más original. Así que compré una máquina de waffles, la probé el mismo día y dije: 'ya listo, mañana empiezo'. Al principio también vendía churros porque a través de los churros la gente conocía los waffles. Comenzaron a salir muchos waffles y dejé de vender churros.
Luego del boom de los waffles, Karen siguió comprando maquinarias para poder fabricar en mayor cantidad y también adquirió una máquina de helados para combinar ambos productos. Además, asegura, se dio cuenta que había productos estrella que llamaban la atención de todos como las galletas Oreo o el chocolate Costa Rama. Así, creativamente empezó a mezclar todo y a elaborar productos nuevos y únicos que cautivaron a sus clientes.
Siempre acompañada
Karen empezó a trabajar en su carro siempre acompañada de su hija. "La Luna llegó al carro cuando tenía tres meses. Le daba pechuga ahí, creció ahí. Tenía un espacio adaptado para ella", afirma.
"La gente fue súper amable conmigo porque la Luna a veces cuando estaba atendiendo rompía en llanto y le explicaba a la gente que me esperaran porque la tenía que ir a ver. A veces tenía que cerrar por unos minutos para calmarla y después seguía atendiendo", recuerda.
El primer año fue duro, muy duro, pero de a poco y gracias al sacrificio de Karen el negocio empezó a dar buenos resultados. Con mucha alegría relata que "me he podido relajar y confiar gracias al crecimiento del carrito".
Hoy trabajan cuatro personas con ella, todos universitarios, lo que le permite administrar mejor sus tiempos y los de su hija Luna. Abre todos los días del año de martes a domingo y va unas tres veces al día al carro, siempre en compañía de su pequeña heredera.
Para ella es un verdadero logro poder dar trabajo a gente joven. "Yo siempre quise dar empleo porque acá en Cartagena el trabajo es muy escaso. Solo de garzón o en el supermercado. Pero el trabajo que doy es importante porque es para universitarios que ahora complementan súper bien las clases on line y la pega", explica.
-¿Qué sientes al ver cómo ha crecido tu emprendimiento en estos tres años?
-Anímicamente a veces me siento agotada, cansada pero monetariamente estoy mucho más tranquila porque no me complica comprarle los pañales a la Luna, su ropa o su yogurth. Antes yo no tenía el privilegio de comprarle esas cosas, tenía que depender de otra persona. Ahora es distinto porque si le falta un remedio o una vitamina, yo puedo costearlo. Todo lo que hago es para ella. Gracias al carrito nos podemos dar nuestros gustos y que la Luna tenga sus vestidos de princesa, por ejemplo, que es lo que más le gusta.
Seguir soñando
Durante la pandemia Karen no bajó los brazos y siguió trabajando con la misma intensidad. Primero se llevó todas las máquinas a su casa y hacía delivery. Luego, cuando estuvo permitido, abrió el carro a puertas cerradas y con un ayudante preparaban los productos y ella los repartía a domicilio o la gente los retiraba con agenda.
Siempre ha estado en sus manos la administración del negocio y de las redes sociales (@waffles_cartagena en Instagram), además de la coordinación y entrega de pedidos.
A Karen le encanta Cartagena por su tranquilidad y, por lo mismo, no le gusta cuando llega mucha gente de afuera. Eso sí, está consciente que el turismo es una ventaja para el negocio porque las ventas aumentan bastante, especialmente los fin de semana.
"Lo más difícil es sobrevivir un fin de semana por los tacos, la delincuencia y lo alterada de la gente. Por ejemplo, un fin de semana bajar mercadería en el carro es muy difícil. Poder encontrar estacionamiento es casi imposible y más encima ando con la Luna. El fin se semana es un caos pero obviamente se vende mucho más".
Pero es enfática en decir que "no veo posibilidad de irme a otro lado. Aquí empecé, aquí construí todo y me gusta aquí. Me encantaría que me dieran la oportunidad de poder arrendar un local".
-¿Quieres seguir creciendo?
-Sí. A futuro quiero consolidarme con una heladería completa en un local, porque el carro ya se me hizo muy pequeño. Tengo seis máquinas de waffles dobles más la máquina de helados. Entonces se me hace chico. Me encantaría vender todo tipo de helados, incluso para diabéticos.
-¿Qué significa la Luna para ti?
- Me pegaste en el corazón. La verdad de las cosas que yo era una joven muy alocada y la Luna llegó a tranquilizarme, a ponerme los pies en la tierra. Ella me robó el corazón. Todos los días me pregunto si soy una buena mamá para ella. La veo crecer y me emociono. Es todo para mí, aunque me saca de quicio, jajaja. La amo demasiado. No es algo que estaba esperando, no quería y me costó asimilar la maternidad, pero el tiempo me demostró que era lo que necesitaba.
"La Luna (su hija) llegó al carro cuando tenía tres meses. Le daba pechuga ahí, creció ahí. Tenía un espacio adaptado para ella",
Karen Ruiz de Gamboa
"Yo siempre quise dar empleo porque acá en Cartagena el trabajo es muy escaso. Solo de garzón o en el supermercado",
Karen Ruiz de Gamboa
"Todo lo que hago es para ella. Gracias al carrito nos podemos dar nuestros gustos y que la Luna tenga sus vestidos de princesa, por ejemplo, que es lo que más le gusta".