La historia de la mujer que heredó de sus padres el amor por las plantas
María Teresa Martínez lleva en su ADN esta pasión. Sus padres son viveristas hace más de 25 años. Junto su esposo decidieron emprender abriendo su propio vivero. Ella dice que ha sido un camino hermoso lleno de buenas experiencias.
María Teresa Martínez Sánchez tiene 39 años y es la dueña, junto a su esposo Ricardo Pardo, del vivero Tres Canelos (@viverotrescanelos en Instagram) ubicado en la comuna de Santo Domingo.
María Teresa llegó muy pequeña al balneario. Cuando niña vivía junto a sus padres y su hermano. Su enseñanza básica la hizo en el colegio Helen Lee Lassen y la enseñanza media en el Instituto Comercial (Inco) en San Antonio, donde se tituló de secretaria ejecutiva.
-¿Te gusta Santo Domingo?
-Me encanta vivir acá, es tranquilo, me encanta su clima. Aún vivo en el mismo lugar de siempre, donde crecí. Los vecinos son los mismos que me conocen de chica. Me gusta mucho salir, pasear y que casi toda la gente se conozca y se salude. Por lo general, me demoro en ir a comprar solo porque me encuentro con alguien que conozco y me pongo a conversar (risas).
Desde su adolescencia que las plantas y los árboles la acompañan en su vida diaria. Sus padres son los dueños del famoso Vivero Anita que tiene más de 25 años de historia y que está en la misma comuna, en el sector del Aeródromo.
Esta cercanía con las plantas la llevó a estudiar paisajismo en Santiago una vez que salió del Inco. Luego trabajó como supervisora de las áreas verdes en la Municipalidad de Santo Domingo, donde estuvo casi por 12 años. Paralelamente se dedicaba a hacer jardines particulares y a prestar asesorías cuando se lo solicitaban.
Lleva 18 años de matrimonio y tiene dos hijos: Ángela (16 años) y Luciano (13). "Mis hijos y mi esposo son mis prioridades. Me gusta hacerlos sentir que son lo más importante para mí. Me gusta estar cerca de ellos y acompañarlos a todas las cosas que hacen en el colegio o extraprogramáticas", cuenta.
Familia viverista
María Teresa recuerda que "cuando chica no vi en mi futuro ser viverista a pesar de crecer al lado de mi mamá".
Su vivero Tres Canelos, nació hace siete años por las ganas que tenía su esposo Ricardo de contar con algo propio como negocio familiar que les permitiera estar en la casa y tener tiempo para la familia. Él es técnico en refrigeración y hasta ese entonces trabajaba como contratista en el puerto de San Antonio.
"El rubro yo lo conocía muy bien porque mis papás son viveristas hace mucho tiempo, y desde ahí nació la idea de tener un vivero propio", explica. Al principio ella no estaba muy convencida porque sabía que en este trabajo los días festivos y las vacaciones no existen ya que es la temporada alta del negocio.
"En definitiva, siempre mi vida estuvo relacionada con las plantas y el vivero fue la mejor idea que se le pudo ocurrir a mi esposo, la idea era que me desarrollara en lo que más me gusta que son las plantas, diseñar jardines y a la vez podía estar en casa con los niños", resume.
-¿Por qué eligieron el nombre Tres canelos?
-Porque la parcela donde está ubicado el vivero existían tres canelos, estaban plantados y aún están. Además que el nombre tiene un significado hermoso porque es el árbol sagrado de los mapuches.
-¿Cómo es trabajar con tu marido?
-Es un muy buen partner y compañero. Me apoya en todas las decisiones que tomo. Nos distribuimos los tiempos del trabajo y de la casa para que los dos nos realicemos. Él participa mucho de la comuna por lo que tiene poco tiempo. Es bombero y presidente de la Cámara de Comercio de Santo Domingo. Estamos mucho tiempo juntos y nos acoplamos bastante bien.
-¿Qué cosas aprendiste de tu mamá que te ha servido para tu negocio?
-Mi mamá me aportó el tema de saber tratar al cliente, de ser simpático, amable. Ella me enseñó todo lo que yo hago ahora. Lo más importante es que el cliente siempre se vaya contento.
Alstroemeria
Para María Teresa su planta favorita, por lejos, es la alstroemeria. Le gustan todas las variedades y todos sus colores. Es tanto el amor por estas flores que su ramo de novia fue hecho de alstroemerias que aún conserva en un cuadro en su casa.
A ella lo que más le gusta de su trabajo es que todos los días conoce una especie nueva. "Son miles y todas son bellas. Cada una tiene sus características propias".
El vivero le ha permitido desarrollar otra práctica que es el diseño de jardines, que también la apasiona. Explica que el proceso de diseño es muy motivante y que ver crecer las plantas y ver el resultado final es asombroso. Lejos para ella lo más difícil es aprenderse los nombres y cuidados de las distintas especies.
En el vivero tiene mucha variedad de plantas: exterior, interior, suculentas y frutales. Sin embargo, no satisfecha con esto María Teresa recorre una gran cantidad de viveros con el afán de encontrar alguna nueva especie de planta. "No me canso", confiesa. Además lee muchísimo sobre la materia para seguir aprendiendo y poder guiar de la mejor forma a sus clientes.
-¿Cuál es tu próximo desafío?
-Quiero seguir creciendo con el vivero y que perdure en el tiempo. Pero en especial, que las personas que entren al vivero se vayan felices y vuelvan siempre a vitrinear o a comprar para arreglar o hermosear algún rincón de su casa.
"El rubro yo lo conocía muy bien porque mis papás son viveristas hace mucho tiempo, y desde ahí nació la idea de tener un vivero propio",
María Teresa Martínez
"Mi mamá me aportó el tema de saber tratar al cliente, de ser simpático, amable. Ella me enseñó todo lo que yo hago ahora. Lo más importante es que el cliente siempre se vaya contento",
María Teresa Martínez
"Quiero seguir creciendo con el vivero y que perdure en el tiempo",
María Teresa Martínez