La falacia de la cultura tradicional
por Yvaín Eltit, presidente Sociedad de Folclor Chileno.
La Real Academia Española (RAE) define falacia como: "engaño, fraude o mentira". Esto es lo que sucede cuando se le pretenden colocar nombres que no son nuestro folclor, los cuales más bien obedecen a subcategorías.
Según el folclorólogo Oreste Plath (1907-1996): "En el folclor todas las conclusiones, las comparaciones, se basan en la seriedad, en la escrupulosidad ética y científica del recolector". No puede ser más racional, para Oreste nada escapa al folclor, será una significación que se cuestiona permanentemente y lo hace su pasión.
El 15 de noviembre de 1989 en la Conferencia General de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) en París (Francia) se sugieren "recomendaciones" para salvaguardar la cultura tradicional y popular, estableciéndose: "Es el conjunto de creaciones que emanan de una comunidad cultural fundadas en la tradición, expresadas por un grupo por individuos y que reconocidamente responden a las expectativas de la comunidad en cuanto expresión de su identidad cultural y social; las normas y los valores se transmiten oralmente, por imitación o de otras maneras". Pero van más allá, explicitan que parte de la "cultura tradicional" serían: lengua, literatura, música, danza, juegos, mitología, ritos, costumbres, artesanías, arquitectura y otras artes.
No solo se pretende refundar el folclor desde una mirada artificiosa, lo que se hace es exhibir la cultura por sobre la identificación de los pueblos. Desde la era clásica se reflexiona en torno a ella, para el historiador griego Diógenes Laercio (180-240 d.C.): "La cultura es un adorno en la prosperidad y un refugio en la adversidad".
En nuestro país hay academias nacionales, premios y seminarios que promueven esta visión vana. A comienzos del siglo XX se gestó un contracanon folclórico liderado por el doctor Aureliano Oyarzún Navarro (1858-1947), estudioso de la provincia de San Antonio. Tensiones que se incrementaron con disputas intelectuales con el abogado Enrique Matta Vial (1868-1922) y la Sociedad de Historia y Geografía, así como con el Museo de Nacional de Historia Natural, bajo la dirección del antropólogo Eduardo Moore Bravo de Naveda (1865-1941).
No es hasta 1950 cuando los estudios del folclor alcanzan un desarrollo pleno, de mano de la Asociación Folklórica Chilena (Hoy Sociedad de Folclor Chileno) y Oreste Plath, el Museo Histórico Nacional e investigadores como Diego Muñoz Espinosa (1903-1990), Yolando Pino Saavedra (1901-1992) y Juan Uribe Echevarría (1908-1988), quienes se preocuparon de la disciplina.
Oreste Plath en 1958.