El peluquero inclusivo que recorre el Litoral Central con sus tijeras
Richard Pizarro comenzó a los 15 años a trabajar como estilista a domicilio y ahora busca que otros sigan su ejemplo. Su labor con niños y jóvenes lo motiva para seguir adelante.
Cada vez que a Richard Pizarro González (25) le tocaba cortarse el pelo, se quedaba "pegado" mirando cada movimiento que hacía el estilista que lo atendía.
Cuando cumplió 15 años, decidió dar sus primeros pasos en peluquería, y gracias a sus familiares, vecinos y conocidos, comenzó de manera autodidacta en este oficio que hoy lo enorgullece y lo apasiona.
"Un amigo se compró una máquina de cortar pelo y un día le dije que me la prestara para cortarme el pelo. Entre comillas, me quedó bien, pero igual me mandé algunas embarradas. Me dejé unos pelones (ríe). La verdad es que de a poco fui aprendiendo", confiesa.
Sus padres le regalaron su primera máquina de cortar pelo, y aunque en un principio no tenía muchos clientes, de a poco empezó a ganarse la confianza de quienes requerían sus servicios.
"Primero partí con conocidos. Después empecé a cobrar mil pesos, pero no era más que eso porque además siempre he creído que el trabajo nunca se regala. Igual fui aventurero porque yo todavía no salía del colegio y era chico, entonces todo partió como una entretención", recuerda.
Luego agregó que "al principio me ponía nervioso y pasaba la máquina casi tiritando. Al final aprendí solo a usar las tijeras porque nunca vi videos ni nada porque no tenía mucho acceso a internet".
Con el pasar del tiempo, este joven de la comuna de El Quisco fue mejorando su técnica, y eso lo llevó a formar una amplia lista de clientes a quienes atendía a domicilio y después de salir del colegio.
Por el mismo camino
Tras finalizar su enseñanza media, estudió la carrera de Diseño Capilar en Pivot Point Chile, en Santiago, y además fue parte de diversos cursos intensivos para aprender "nuevas técnicas con tijera y máquina".
De a poco, empezó a adquirir nuevos implementos de trabajo y a manejar sus tiempos, ya que, al no contar con un espacio físico, atendía a domicilio y en la casa de sus padres.
"Mis clientes me dicen 'qué bacán que me cortes el pelo en la casa porque así arreglamos los tiempos'. Actualmente trabajo desde Algarrobo a El Tabo, realizando cortes, color y también atiendo en mi casa. Estuve pensando en un local y, justo cuando lo estaba proyectando, empezó la pandemia", señala.
-¿No debe haber sido fácil andar casa por casa?
-Al principio fue difícil por el tema del traslado en pleno invierno. Tenía que tomar colectivo para ir a algunas casas ya que en algunos horarios había escasez de locomoción, pero hace cuatro años ando en mi auto propio.
En estos diez años de trabajo, Richard ha sido testigo del cambio que ha experimentado el rubro, y cómo cada vez más personas se preocupan de su apariencia, de verse y sentirse mejor.
"Antes los jóvenes y adultos no eran mucho de ir a la peluquería, o si lo hacían eran cada cierto tiempo, pero ahora tengo clientes que se cortan el pelo una vez por semana o que se arreglan las cejas. Antes tampoco había tanto barbero, pero ahora los hombres, por ejemplo, se preocupan más de su aspecto físico, del peinado, de comprar ceras o gel para el pelo, y creo que eso es bueno", enfatiza.
Aldea
Hace tres años Richard presta servicios a la aldea infantil SOS en Punta de Tralca, donde viven niños y adolescentes que han sido derivados de los tribunales tras sufrir alguna vulneración de sus derechos. Esta tarea, confiesa el peluquero, lo llena de orgullo y de satisfacciones, principalmente porque "tenía ganas de trabajar con niños o adultos mayores. Finalmente llegué a la aldea por un coordinador y la verdad es que se lo agradezco mucho".
"Un día me llamaron de emergencia. Era mayo, los niños tenían un desfile y los peluqueros de Santiago no pudieron venir. Eran muchos y yo nunca había tenido esa cercanía con niños de la aldea, fue muy emocionante por el cariño", recuerda.
Desde ese día, jamás ha dejado de acudir al recinto ubicado en El Quisco, sobre todo porque ha sentido el afecto que los menores y jóvenes le han demostrado.
"Los he visto crecer porque llevo más de tres años con ellos, y he visto sus cambios. Los veo más grandes. Conmigo se han portado un siete, me han tenido respeto y yo les tengo mucho cariño", afirma.
"Es una bonita experiencia y sería lindo que más gente pudiera replicarla ya sea con niños o adultos. Con los niños uno conversa, nos reímos harto cuando les corto el pelo, es bien entretenido, tiramos la talla", agrega el quisqueño.
Sus PLANES
Además de trabajar en la aldea, Richard se ha capacitado en la atención de niños TEA (con trastorno del espectro autista), principalmente porque en sus años de trabajo se ha dado cuenta de lo traumático que puede ser para una niño o niña llevarlo a cortarse el pelo.
"Me ha tocado ir a algunas casas y me dicen 'sabes mi hijo es TEA y no le quieren cortar el pelo, él llora y las señoras no lo quieren atender'. Igual eso es fome porque las mamás me piden que siga yendo a sus casas. Lloran cuando les corto el pelo, pero después terminan sonriendo. Tengo mucha paciencia y jamás me verán enojado cortando el pelo", asegura.
Richard participó de una capacitación impulsada por la fundación TEAmamos. "Hay niños que tienen mucha sensibilidad, otros niños que tienen problemas con los sonidos".
A raíz de esto, entre los planes de este emprendedor se encuentra abrir una peluquería unisex e inclusiva. "Me gustaría tener una peluquería que llegue a todos".
Richard se ha convertido en un ejemplo, sobre todo para los jóvenes que están comenzando a perseguir sus sueños. Para él la perseverancia es fundamental.
"En el camino pueden surgir dudas, si somos buenos en el rubro o no, ya que constantemente van saliendo nuevas tendencias y técnicas para trabajar el cabello, y muchas veces creemos no estar a la altura, además que este es un rubro muy competitivo y muchos caen en el egocentrismo, pero es ahí donde tenemos que mejorar como personas, ser más empáticos y solidarios. Hagas lo que hagas, hayas estudiado o no, tienes que ser un buen profesional", recalca.
"Al principio me ponía nervioso y pasaba la máquina casi tiritando. Al final aprendí solo a usar las tijeras porque nunca vi videos ni nada porque no tenía mucho acceso a internet",
Richard Pizarro
"Mis clientes me dicen 'qué bacán que me cortes el pelo en la casa porque así arreglamos los tiempos'. Actualmente trabajo desde Algarrobo a El Tabo, realizando cortes y color, y también atiendo en mi casa".
"Ahora los hombres, por ejemplo, se preocupan más de su aspecto físico, del peinado, de comprar ceras o gel para el pelo, y creo que eso es bueno",
Richard Pizarro