El fin de la megafauna originó los bosques sudamericanos
América del Sur era un continente dominado por sabanas en el Pleistoceno, mucho más similar a África que en la actualidad, pero la extinción de grandes herbívoros permitió la expansión de los bosques sudamericanos, según un estudio publicado en la revista Nature Communications.
Los resultados del trabajo español revelan la importancia de considerar la historia evolutiva previa en la explicación de las dinámicas actuales de los ecosistemas, cuya diversidad se explicaría no sólo por los factores ambientales presentes, sino también por los que influyeron sobre las comunidades que poblaron el planeta hace miles de años.
El artículo establece la medida en la que las características actuales y la distribución de la vegetación de Sudamérica vienen determinadas por la presencia de una megafauna extinta a fines del Pleistoceno, hace más de 10.000 años.
Según Juli G. Pausas, coautor del estudio, los expertos estiman que, en América del Sur, las sabanas ocupaban unos 10 millones de kilómetros cuadrados en el Pleistoceno. El 63% se convirtieron en bosques tras la extinción de la megafauna y un 37% permanecieron como sabana.
Para entender el origen de los paisajes actuales y cómo estos dependen, entre otros factores, de las interacciones planta-animal y de las perturbaciones que hayan sufrido, la investigación se remonta a hace más de 10.000 años, cuando gran parte del planeta era habitado por grandes mamíferos: la megafauna.
La mayoría de estos animales se extinguieron entre finales del Pleistoceno y principios del Holoceno; sin embargo, su huella sigue presente en la distribución y dinámicas de la vegetación actual.
El sondeo analizó datos recopilados en Centroamérica y Sudamérica, e incluyeron datos relativos a los rasgos de defensa de las plantas (densidad de la madera y presencia de espinas), el clima, el suelo e incendios forestales, así como los ligados con la distribución histórica de la megafauna de mamíferos herbívoros.
Los resultados muestran que una proporción significativa de la distribución geográfica de estos rasgos de defensa (densidad de la madera, presencia de espinas, etc.), se explica por la diversidad y tamaño de la megafauna que habitó estas regiones.
Las plantas que viven en ecosistemas con muchos herbívoros presentan adaptaciones que reducen el daño causado por los grandes herbívoros (defensa antiherbívoros). Los resultados de este estudio sugieren que estos rasgos pueden persistir como características anacrónicas por miles de años y ser un indicador de la historia de la megafauna.