Reflexiones
por Héctor Sandoval, ingeniero en Prevención de Riesgos, máster en Seguridad Privada y Ciudadana.
El delito como fenómeno social
El delito es un fenómeno complejo de entender y por cierto también de contener y neutralizar, más por el temor que origina a ser víctima o la sensación de inseguridad que ocasiona.
El delito y la delincuencia es un fenómeno multicausal, que responde a diversos factores, como sociales, personales, temporales, espaciales y que también suma a la variable de la reincidencia.
Debemos entender el delito como un fenómeno social, para poder atenderlo como comunidad organizada, es porque es un fenómeno pluricausal, la pobreza no es una causa, si influye el sistema social, el entorno, la cultura, las oportunidades, la pérdida de la búsqueda del bien común y la socialización, como no mencionar también el control social, formal e informal, pues vamos socializando y haciendo común cada hecho delictual, que de un hecho puntual pasa a ser un hecho normal.
Es un fenómeno mutante, porque cambia con el tiempo, cómo no recordar los lanzazos o robos por sorpresa y pasar al robo del cajero automático y hoy a los llamados portonazos, cambia, evoluciona a conveniencia de los contraventores de la ley y de las oportunidades, como también a los vacíos que la ley penal ofrece en Chile.
Es un fenómeno de imitación, para nadie resulta extraño que los delitos que ocurren al otro lado de las fronteras, se asimilan en nuestro territorio y esto no es por el fenómeno migratorio, sino porque se traspasan las formas de delinquir, es decir se imita la forma y la conducta, por temas culturales y modas.
Lo más gravoso de este fenómeno social es que puede provocar consecuencias irreparables para quienes sufren violencia en los hechos delictivos, se sienten intimidados, inseguros, el miedo acecha y el temor hace merma antes, durante y después de ser víctima de un delito, apareciendo el miedo, que en algunos casos resulta patológico.
Efectivamente la violencia jamás se olvida, se puede tratar pero siempre está rondando el recuerdo de ser víctima. Sobre todo en los delitos violentos con el uso de armas de fuego, cuando está en juego la vida, cómo no sentir temor por esto.
En ese contexto, el delito debemos enfrentarlo como un fenómeno social, de la mano con la prevención, ya sea social, situacional y el control jurídico-policial, que permita referenciación espacial urbana y temporal, para la orientación de los recursos del Estado y no perder la eficacia, con promesas y sólo buenas intenciones como ha sido hasta ahora, ni menos con la capacidad reducida de las instituciones al efecto, pues con reducidos recursos, no se puede esperar milagros.
Pareciera ser que la anomia nos embarga hace rato, pero la producción de orden y escuchar a gobiernos locales, pedir más policías, -hace tiempo que no se escuchaba dicha situación-, lo que me parece justo y urgente, independiente de las crisis de las organizaciones, las personas pasan, las instituciones quedan decía alguien…
Para medir el delito, tanto las policías y el poder judicial, tienen formas y metodología para realizar estadísticas, pero para cuantificar la cifra negra de lo que NO se denuncia, para medir el temor y la sensación de inseguridad, es fundamental y es tiempo de actualizar la forma de hacerlo.
Hemos sido testigos cómo se ha normalizado en las calles el comercio ilegal, donde hay contrabando, infracción de propiedad intelectual, venta de alimentos sin control sanitario, evasión tributaria e incivilidades.
Hoy hay un imperativo en impulsar y participar de un debate público respecto de lo que significa el entramado social: qué nos compromete con el otro, qué tenemos en común y qué queremos cuidar.
En la misma línea, hoy tenemos que pensar qué tipo de sociedad estamos construyendo, ya que más allá del problema de las bajas penas, por ejemplo, lo que se instala es un modo de tratar el tema del delito vinculado a la represión más que a la integración.
Es necesario entender el Delito, como un fenómeno Social, para tratarlo como tal y no sólo con control policial, cómo conjugamos la variable reincidencia delictual, versus, reinserción social de los infractores de ley.
Obediencia, versus coacción, libertad versus control social, ¿usted qué opina?