El carnicero que conquista la provincia a punta de esfuerzo
Cristian Meza tiene una historia de vida difícil. No terminó sus estudios y su padre murió a temprana edad, de forma inesperada, cuando él tenía 21 años. De él heredó su oficio de carnicero. Después de varias caídas y aciertos, supo capitalizar lo aprendido y se convirtió en empresario.
Cristian Meza Silva (47 años) es oriundo de la localidad rural de Lo Zárate, en la comuna de Cartagena. Tuvo una linda infancia junto a su madre, su padre y sus tres hermanos: Joan, César e Ingrid. Pero cuando llegó la adolescencia todo se volvió más difícil. Por diversos motivos Cristian no terminó su educación media en el Instituto Comercial de San Antonio y, como no estudiaba, se puso a trabajar junto a su padre en una de las carnicerías que él tenía en el Mercado de San Antonio.
El 16 de noviembre de 1995 marcó un antes y un después en la vida de Cristian. Él tenía 21 años cuando su padre falleció en un accidente de tránsito al volver de una feria de remates de animales. "El destino me lo llevó muy joven. Yo ya llevaba cinco años trabajando con él", recuerda Cristian.
-¿Cómo vivieron ese momento como familia?
-Fue un golpe duro, él era todo en la casa y en la familia. Es un vacío que nunca se ha podido llenar. Costó mucho salir adelante. El trabajo y el tiempo pudieron reponer un poco esa pérdida que a esa edad fue muy dolorosa en especial para mi mamá.
Cristian agrega que "en esa época yo no tenía los pies bien puestos sobre la tierra y no sabía de compromisos ni de mucha responsabilidad". Pero siguió trabajando hasta que en 1998, junto a su madre, decidió cerrar las carnicerías Lo Zárate y arrendarlas a terceros.
-¿Por qué decidiste cerrar?
-Necesitaba ser responsable conmigo mismo, cumplir horarios y estabilizarme laboralmente.
-¿Qué significa tu madre y tu padre para ti?
-Todo (se quiebra). Mi madre, María Silva, es la mano dura y el pilar de nuestra familia y mi guía para estar donde estoy ahora. Mi papá, Fermín Meza, me dio la profesión.
Nuevos rumbos
Por ese entonces, este acérrimo hincha de la Universidad de Chile y formador de cadetes en la provincia, emprendió vuelo y se fue a trabajar como carnicero a un supermercado en las Rocas de Santo Domingo. Fue ahí donde conoció a la mujer de su vida, Maribel, quien hoy es su esposa y madre de sus tres hijos: Cristian (21), Gonzalo (17) y Javiera (8).
Cristian cuenta con mucho agradecimiento que fueron sus hijos y su esposa quienes lo aterrizaron y lo pusieron en recta derecha. "Maribel es la mano firme, mi cable a tierra", asegura.
Toma las riendas
Hace 20 años Cristian se sintió preparado para volver a tomar las riendas de un negocio propio y retornó a la carnicería matriz de su padre en el cerro Placilla, esta vez con el nombre de San Fermín.
Los inicios no fueron fáciles. "Quedé a cargo del negocio sin saber mucho. Yo era carnicero no microempresario", relata.
De a poco fue aprendiendo y el negocio, que se convirtió en familiar, empezó a crecer. Él es enfático en decir que "la experiencia de estar en el rubro a mí me llevó adonde estoy ahora, junto al apoyo incansable de mi familia y amigos".
Actualmente, Cristian tiene carnicerías en Placilla, Rocas de Santo Domingo y hace muy pocos días inauguró un moderno local en pleno centro de Llolleo. Dice que han tenido una muy buena acogida, que hay mucha circulación de gente y que la clientela está contenta con una carnicería tradicional.
El local de Santo Domingo, ubicado en calle Araucarías, lo tiene hace cuatro años y lo maneja su señora. Mientras que su madre, el pilar fundamental de la familia, administra la casa matriz en Placilla. Cristian se encarga del local grande de Llolleo y de abastecer a los otros negocios. Además, trabajan junto a él sobrinos, hermanos e hijos y da empleo a una quincena de personas.
-¿Cuál es el sello de tu carnicería?
-Vendo producto nacional de primera calidad con los mejores proveedores de Chile. Lo principal es la atención, que el cliente se vaya contento a un buen precio.
Carnicero siempre
Cristian asegura que él no buscó ser empresario sino que se dio por las circunstancias de la vida. Sin duda para él lo más difícil ha sido el sacrificio, alejarse de su familia. "Antes no ganaba el mismo dinero que ahora, pero vi crecer a mis hijos mayores. Ahora ya no los veo, a mi mamá tampoco", cuenta.
A pesar del poco tiempo que le queda libre, Cristian deja espacio para vibrar con una de sus mayores pasiones: el fútbol amateur, pero específicamente en la formación de nuevos talentos en los barrios. Cuenta que hizo tres cursos de formador de cadetes y que dirigió a las series infantiles del club Norteamérica y del Unión Católica. En este último permanece a la espera que la pandemia y las condiciones sanitarias permitan que los niños puedan regresar a las competencias oficiales y a los entrenamientos.
-¿Qué significa para ti ser carnicero?
-La profesión de carnicero es un trabajo muy lindo donde uno termina siendo varias profesiones en una sola: sicólogo, doctor, cocinero, consejero sentimental. Lo principal es ser amable y cordial con toda la gente.
-¿Te consideras carnicero o empresario?
-Me considero un carnicero, no un empresario. Yo les digo a mis trabajadores que me consideren su colega.
Como Cristian sabe lo esclavizante que es este empleo, siempre intenta que sus carniceros tengas las pequeñas comodidades que él mucha veces no tuvo, como un desayuno o una colación. Dice tener muy presente que ellos no son trabajadores sino que personas.
-¿Por qué decidiste quedarte en el litoral y no migrar a otra ciudad más grande por ejemplo?
-Porque uno se cría con la gente y se va con la gente…
"Fue un golpe duro, él era todo en la casa y en la familia. Es un vacío que nunca se ha podido llenar. Costó mucho salir adelante",
Cristian Meza sobre la temprana muerte de su padre
"La experiencia de estar en el rubro a mí me llevó adonde estoy ahora, junto al apoyo incansable de mi familia y amigos",
Cristian Meza
"Antes no ganaba el mismo dinero que ahora, pero vi crecer a mis hijos mayores. Ahora ya no los veo, a mi mamá tampoco",
Cristian Meza