por Raúl Caamaño Matamala, profesor U. Católica de Temuco.
¿Dónde están? ¿Qué se han hecho la mesura, la reflexión, el acuerdo, la unidad, la paz? ¿Se las echa en falta?
Mesura, ¿qué es? ¿Alguna idea? Si recurrimos al Diccionario de la Lengua Española (DLE), en tres acepciones, matizadas, hay complementariedad, recurrencia. Veamos, 1. 'Moderación, comedimiento', 2. 'Gravedad y compostura en la actitud y el semblante', y 3. Reverencia, cortesía, demostración exterior de sumisión y respeto'. Sencillo y complejo, a la vez. ¿Complicados con la tal sumisión? No es para tanto, en este contexto debe ser tomada como sensatez, prudencia, cautela, compostura. ¿Qué es propio de un comportamiento mesurado? Que se trate de una conducta prosocial, empática, reflexiva, sosegada, por tanto, opuesta al desenfreno, a la incontinencia, al descontrol. ¡A comedirse, entonces, a controlarse!
Reflexión. ¿Qué será de ella? Muy necesaria, por cierto. Hacer un alto, en medio de tanto tráfago, de tantas urgencias personales, profesionales, sociales, laborales, es de vital necesidad. Hay que buscarla, ejercitarla, y lo mejor es que pueda ser sistematizada, por ejemplo, un periodo del día (al inicio o al término), una jornada de la semana (parte del sábado o del domingo), un día del mes, o cada cierto periodo de tiempo. Una jornada de análisis, de reflexión, de recogimiento es buena ocasión para mirarse a sí mismo, evaluar los sí, los no, los porqués, los cómos, el mirar más allá, en suma, para reflexionar acerca de la conducta, la participación, de la contribución a la otredad. No tengo dudas, nadie la tiene, de que solo hay provecho, nunca tan radical como un antes y un después, pero el resultado ha de ser más suma y multiplicación que resta y división.
Acuerdo. Hoy, más que nunca, necesario. ¿Uno solo? ¡Varios, y sucesivos! Lo curioso, realmente curioso, es que acordar dice relación con cor, cordis, 'corazón', que básicamente es 'conciliar, componer'. Entonces, todo, todo inicialmente fiado, confiado a aquello que nace del corazón, con cordialidad, que luego, solo luego, toma cariz racional, o expresión por el imperio de la razón. No temamos el análisis, la reflexión, podríamos no dar el ancho ni el alto, pero de eso se trata, de hacernos un examen, y corregir los pasos.
Unidad. Constituirse desde la singularidad, junto a otros, en un solo cuerpo. Desde la originalidad del ser, sin perder su esencia, unirse o conformar un nuevo ente corporativo, comunitario, social, que satisfaga a uno y a todos. Esta unidad requiere constantes, sucesivas actualizaciones en el tiempo y en el espacio, en suma, recurrentes sinergias. Hoy somos poco más de diecinueve millones de habitantes de nuestro Chile continental, insular, antártico, más algunas centenas de miles de chilenos y chilenas repartidos en distintos territorios. Todos, todos, debemos sumar uno, ser uno.
Paz. Es más que un concepto, una abstracción, un ideal, una meta, un logro, ojalá no estacional, ni radical. La paz es un propósito que, desde la idea personal, multiplicada por millones, casi una veintena de millones, todos ansiamos, queremos la paz, y la queremos de mil y una formas diferentes. ¿Es posible? Mi paz, no necesariamente, es igual a tu paz, pero de esa multivariedad de formas, estoy seguro de que es posible la armonía, el equilibrio, no duro, concreto, imperecedero, pero de esa paz, a todos nos ha de corresponder una parte de esa inmaterialidad.
He intentado una secuencia, mesura, reflexión, acuerdo, unidad, paz. Dios quiera se hilen y sean un tejido sostenido por todos y todas.