La historia de amor entre un dirigente social y una talentosa creadora
Dina Vidal y Sergio Alarcón se conocieron siendo niños. Llevan 40 años de matrimonio y desde mucho antes se han apoyado mutuamente.
Sergio Alarcón Iturrieta tiene una larga trayectoria como dirigente social. Fue presidente de la Junta de Vecinos de la Población Barros Luco por cerca de nueve años y actualmente ocupa la presidencia del Consejo Local de Salud de San Antonio. Siempre junto a él está su esposa Dina Vidal, con quien lleva 40 años de matrimonio. Fruto de ese amor nacieron dos hijas y luego dos nietos.
Pero la relación entre ambos va a cumplir medio siglo, ya que se conocieron siendo niños. "Mi hermana mayor se casó con el hermano de Sergio cuando yo tenía ocho años. Entonces desde ese tiempo nos conocemos. Él iba a mi casa a jugar con mi hermano, porque tienen la misma edad. Yo escondía las muñecas para que no me viera jugando con ellas a los 15 años. Jugábamos a los pistoleros y la jovencita que nos rescataba era mi mamá", recuerda Dina entre risas.
-¿A qué edad se casaron y cuál cree que es la clave para mantenerse juntos después de cuatro décadas?
-Nos casamos a los 19 años, llevamos 40 años de matrimonio, con dos hijas y dos nietos, de 17 y 4 años. Es importante tener paciencia, tolerancia, sentido del humor, reírse de sí mismo y no tomar las cosas como algo tan grave. Por ejemplo, mi esposo se pone nervioso cuando pasa algo y yo pongo la parte más aterrizada para buscar una solución, porque si ya está el problema hay que solucionarlo.
-¿Usted apoya la labor como dirigente social de su esposo?
-Siempre lo he apoyado con su labor como dirigente social. En diciembre cuando había que entregar los regalos de la junta de vecinos a los niños, lo ayudaba empacando los juguetes y eran más de 80. Había que ponerle los nombres, ver las edades, si era para niño o niña. Era un trabajo arduo. A él le gusta eso, entonces lo apoyo, así como también él siempre me apoya en todo.
-¿Qué les gusta hacer juntos en sus ratos libres?
-Nuestras hijas ya crecieron. Nosotros terminamos nuestra tarea de crianza y ahora volvimos a ser la pareja de antes. Nos gusta viajar, juntarnos con nuestros amigos a conversar, ver una película, cocinar juntos, disfrutamos de las cosas simples de la vida, pero lo mejor es viajar, conocer lugares y gente para después llegar renovados a la casa.
Nunca es tarde
Dina Vidal es una mujer decidida y lo evidencia cuando comenta que luego de un viaje se motivó a estudiar, para hacer un aporte a otras dueñas de casa.
-¿Por qué quiso estudiar después de tantos años?
-Estudié cosmetología a los 58 años y todas las niñitas que estaban en el curso tenían 20. Tuve una bonita experiencia al estar con niñas menores, que podían ser mis hijas. Todo partió cuando fuimos de viaje a Punta Arenas y allá una amiga me hizo un tratamiento facial, me limpió la cara, me pasó una maquinita que me dejó la piel muy suave y quedé fascinada. Ella fue mi inspiración. Cuando llegué acá quise estudiar cosmetología más que nada para hacerlo como algo social, no cobrar tan caro para dueñas de casa que no tienen dinero para arreglarse, hacerles un cariñito, para que se sientan bien en algún momento, porque eso les hace bien, les sube la autoestima.
-¿Qué pasó después de ese curso?
-Después llegó la pandemia. Primero iba a pintar, compré pintura de género y luego pensé en tejer, pero no sabía qué, si tejer un suéter o una frazada, pero es algo que ya he hecho. He tejido suéter con dibujos para mis nietos, pero después otro y otro no me los iban a aceptar, menos mi nieto que ya tiene 17 años,
-¿A qué se dedicó cuando comenzó el periodo de cuarentena obligatoria?
-Había visto bordados y me gustaban, pero decía siempre bordan flores y yo pienso que las flores hay que mostrarlas en su realidad, con movimiento y no me sentía preparada para hacerlas. Empecé a ver dibujos, monitos que me llamaban la atención y ahí me decidí a bordar porque decía '¿qué hago encerrada?' No podía estar sin hacer algo y cuando uno no puede salir a la calle la casa se siente como una cárcel y sin hacer nada con las manos, es mucho peor.
-¿Se entusiasmó con los bordados?
-Cuando hice los primeros bordados, no me gustaba que los vieran porque me daba vergüenza. Soy muy autocrítica y perfeccionista. Con una vecina empezamos a hacer bolsitos para vender, ella los hacía y yo los bordaba, pero me preocupaba que el bordado se deformara con los lavados. Ahí se me ocurrió enmarcar los bordados y el primero que hice se lo regalé a mi hermana que estaba de cumpleaños. A ella le gustó mucho. De ahí me tiré a la piscina y empecé a hacer más diseños, hasta bordé la foto de mi nieto y se la regalé a mi hija. Que valoraran lo que yo les hice era mi pago.
-¿Cómo partió con la idea de vender sus creaciones?
-Las ventas las empecé sin buscarlo, porque a veces venía alguien a la casa y me preguntaba si vendía el cuadro que tenía en el living o me veían bordando. Ahora ya me estoy profesionalizando, porque estoy conociendo los hilos, las telas. Antes solo usaba color crudo y ahora estoy innovando con tela negra.
-¿Siempre le ha gustado hacer manualidades?
-Esto es algo que me gusta desde niña. Cuando estaba en el colegio, a veces no llevaba los materiales para la clase de artes plásticas y les decía a mis compañeras que si me pasaban los materiales, yo les pintaba el trabajo y lo hacía. El talento creativo lo heredé de mi mamá, Jovita Vidal, quien tiene 96 años y es mi musa inspiradora. Ella bordaba, hacía clases de telar en un centro de madres, y además pintaba en género y tejía con horquilla y crochet. Aprendí de ella solo mirando porque soy zurda.
-¿Tiene alguna meta con su emprendimiento?
-Me inscribí a fines de enero en la municipalidad para participar en la Feria de Emprendedores que se instala en Llolleo. Me dijeron que me iban a llamar con una semana de anticipación y que en marzo iban a hacer un curso, pero hasta el momento no ha pasado nada. En todo caso voy a juntar cuadros para tener si me llaman para las vacaciones de invierno. Por el momento tengo 25 trabajos para enmarcar.
Para concluir, Dina destaca que el valor agregado de su trabajo es la originalidad. "Una vez hice un trabajo de 50x40 centímetros, me demoré dos meses y medio, para presentarlo a un concurso, pero al final me preguntaron cuántos de esos bordados podía hacer en un mes y eso es imposible. Esto es hecho a mano y es algo único, como una obra de arte. Una polera que se compra y se estampa se puede hacer por cientos, pero esto no es algo que se haga en serie", aclara la talentosa creadora.
"Mi hermana mayor se casó con el hermano de Sergio cuando yo tenía ocho años. Entonces desde ese tiempo nos conocemos",
Dina Vidal
"Nosotros terminamos nuestra tarea de crianza y ahora volvimos a ser la pareja de antes. Nos gusta viajar, juntarnos con nuestros amigos a conversar, ver una película, cocinar juntos".
"Estudié cosmetología a los 58 años y todas las niñitas que estaban en el curso tenían 20. Tuve una bonita experiencia al estar con niñas menores, que podían ser mis hijas".