La educadora diferencial que trabaja por la inclusión de los niños vulnerables
Carolina Palma creó el voluntariado "La ruta educativa" para facilitar el acceso a educación y a especialistas a los menores y adolescentes de escasos recursos, y también está impulsando un centro educativo experimental.
Carolina Palma Elizalde llegó hace 20 años a Cartagena, luego de haber terminado sus estudios universitarios para conocer en terreno la realidad de la educación en los sectores de mayor vulnerabilidad y buscar la manera de contribuir a través de su trabajo como educadora diferencial, con mención en deficiencia mental, y con un postítulo en trastorno del lenguaje.
La profesional asegura que siempre se ha sentido motivada por los temas sensibles, como las dificultades que deben enfrentar las familias de escasos recursos con niños diagnosticados con Trastorno del Espectro Autista (Tea), los que no pueden acceder a las costosas terapias de especialistas.
Cuando se iniciaba la pandemia del covid-19, impulsó un Centro de Estimulación Cognitiva, realizando clases particulares a domicilio a lo largo de la provincia. En ese momento, se dio cuenta que varios niños no contaban con conexión a internet para sus clases online y tampoco tenían atención profesional de salud mental, lo que la llevó a crear un voluntariado dirigido a quienes no podían pagar por sus servicios.
-¿Por qué te viniste a Cartagena luego de titularte?
-Llevo 20 años viviendo en la comuna de Cartagena, antes vivía en Santiago. Salí de la universidad y decidí recorrer Chile para poder aprender, ser autodidacta y darme cuenta de cómo se aprende en cada región, según el contexto. Me instalé en Cartagena porque siento que aquí hay un cambio grande que hacer en lo que respecta a la educación y a las oportunidades que uno le entrega a la sociedad en esta provincia.
-¿Qué buscas lograr con tu trabajo?
-Yo estudié educación diferencial por un tema de vocación y pasión. Para mí lo social es sumamente importante, me gusta trabajar con personas que están rezagadas socialmente. Me apasiona esto, andar en terreno, involucrarme con las personas que tienen riesgo social o que están vulnerables socialmente, en situación de calle. Todos somos iguales, lo que pasa es que necesitamos una oportunidad para salir de ahí.
-¿Qué pasa en el ámbito laboral con las personas en situación de discapacidad?
-No hay inclusión laboral en nuestro país, faltan talleres laborales para las personas con discapacidad que están en los colegios. Hay una normativa que les permite estar en las escuelas hasta los 26 años, de ahí los egresan y vuelven a sus casas porque no hay un seguimiento ni una inserción laboral, siendo que desde el 2010 existe un bono del Estado para las empresas que contraten personas con discapacidad, pero cómo las van a contratar si no existen recintos donde los capaciten.
-¿Cuándo vamos a poder decir que hay inclusión en Chile?
-Enseñar habilidades sociales o habilidades para la vida no es un tema de integración, es de inclusión. Cuando la palabra inclusión deje de existir es que la pega realmente va a estar hecha en este país. Cuando dejemos de hablar de inclusión, va a ser porque es un trabajo para todas las personas, no para grupos etarios aparte.
La ruta educativa
Con casi 15 años de experiencia en la educación rural, Carolina Palma decidió independizarse. "Me formalicé con mi empresa educativa, la que se trata de una escuela móvil que recorre las zonas rurales de la provincia de San Antonio entregando clases particulares. Comencé sola, ahora ya tengo un equipo multidisciplinario con sicopedagogo, fonoaudióloga, terapeuta ocupacional y yo que soy profesora diferencial".
-¿Qué te lleva a crear un voluntariado como "La ruta educativa"?
-Al darme cuenta de que no todas las personas podían pagar mi servicio, se creó un voluntariado con un equipo bastante grande, de entre 15 y 20 profesionales, la cual se designó como "La ruta educativa".
-¿De qué se trata?
-"La ruta educativa" recorre zonas vulnerables del Litoral Central apoyando en el área de la salud mental y la contención emocional y educativa para estos niños que no pueden costear estas sesiones. Si se ponen a pensar, los servicios de una educadora diferencial, una terapeuta ocupacional y una fonoaudióloga para un niño con trastorno del espectro autista son costosos, ya que hasta el momento no existe una ley de autismo en nuestro país que pueda cubrir los gastos de honorarios profesionales. Es por esto que se creó este voluntariado y la parte privada que es la escuela móvil.
-¿Qué proyectos quisieras concretar con estas iniciativas?
-Estamos abarcando desde San Antonio hasta Algarrobo y el tema de las matrículas es tremendo a nivel provincial. Tenemos casi mil niños sin matrículas y esto ha hecho que nuestra pyme crezca bastante. A nosotros nos gustaría que llegara el momento de poder conseguir la subvención para que esta Escuela Móvil sea gratuita para todos y no solamente para un segmento de la población.
-Tu nueva gran meta es un centro educativo experimental, ¿qué falta para concretarlo?
-Ahora nos ganamos un proyecto en Formalízate. Tenemos todo el material para impulsar una sala multisensorial para estos niños. Queremos que la sala sea gratuita y darles este espacio donde ellos se desarrollen y logren potenciar lo que es la integración sensorial, que es una debilidad bastante grande en las personas TEA, pero nos falta el espacio, el apoyo quizás de municipalidades, comunidades o empresarios de la zona que puedan ayudarnos a abrir un espacio educativo inclusivo, que sea gratuito y donde las mamás puedan aliviar su bolsillo, porque hay algunas que ni siquiera tienen prestaciones de salud.
-¿Qué se puede hacer en este tipo de recintos?
-Queremos llegar a abrir este centro educativo experimental para enseñar habilidades para la vida, donde haya escuelas vivas. La idea es que en lugar de enseñar las partes de una planta en un libro, podamos sacar a los niños al patio y mostrarles la huerta que está haciendo el curso más grande, ver cómo crece la planta, sus características, la fotosíntesis, la distancia entre plantas para ver cómo cosechar. En definitiva, se trata de articular los aprendizajes desde una mirada más ecoviva.
-¿Qué necesitan para echar a andar este proyecto?
-Necesitamos que alguien pueda donarnos algún espacio, entregarlo en comodato o asociarse con nosotros para poder formar este centro educativo experimental y así apoyar a la provincia. Abrimos espacios para toda la comunidad, a las ONG y agrupaciones que están en este mismo fin común que es trabajar en favor de los niños en proceso de inclusión y no inclusión. Las puertas están abiertas para que podamos conectarnos, porque trabajando en conjunto se logran muchas más cosas.
Carolina Palma espera con ansias recibir esa "mano" para materializar su gran anhelo educativo. Quienes puedan ayudarla deben contactarla por Instagram (@Laruta_educativa), Facebook (Estimulación Cognitiva Renacer) o al +56946713345.
"Me instalé en Cartagena porque siento que aquí hay un cambio grande que hacer en lo que respecta a la educación y a las oportunidades que uno le entrega a la sociedad en esta provincia".
"Yo estudié educación diferencial por un tema de vocación y pasión. Para mí lo social es sumamente importante, me gusta trabajar con personas que están rezagadas socialmente",
Carolina Palma,, educadora diferencial