Drama de transportista cartagenino que padece severo tumor cerebral
Julio Becerra enfermó hace un año y medio y en los últimos meses el rechazo de sus licencias médicas lo han sumido junto a su esposa en una severa crisis de la que no tienen cómo salir.
En la parte baja de la población Santa Elisa de Cartagena, en la calle Victoria número 285, al llegar a la esquina de Las Lilas, vive Julio Becerra Belmar, conductor profesional de 60 años a quien la vida le jugó una pasada traicionera cuando una operación por pólipos nasales detectó un tumor cerebral que paulatinamente ha ido deteriorando su salud hasta dejarlo semi postrado.
Claro que ese drama humano es apenas una parte del problema porque Julio Becerra era el sustento del hogar, que constituyó con su esposa Erika Olguín hace ya 17 años y paulatinamente con el paso de los meses y el avance de la enfermedad la situación económica de ambos se fue deteriorando básicamente por el incomprensible rechazo de las licencias médicas.
Complejo panorama
En conversación con Diario El Líder la señora Erika Olguín reconoció que "es bastante complicada la situación que estamos atravesando hace un año y medio aproximadamente, cuando mi marido se operó de unos pólipos nasales que salieron con células cancerígenas por un tumor que tiene en el cerebro. Lamentablemente, el tumor que no es operable porque no es accesible para ninguna cirugía".
Angustiada, la mujer comenta que su esposo "estuvo como cinco meses con radioterapia para tratar de reducir el tamaño del tumor, que de todas formas sigue ahí y debido a la radiación perdió completamente su ojo derecho, que se lo van a sacar en algunos meses. También perdió su dentadura, tiene una parálisis facial y quedó con un drenaje en el costado derecho de la nariz".
Deterioro
"Todo esto nos ha perjudicado emocional y económicamente porque no sabemos qué hacer. Ya se cumplieron cuatro meses de licencias rechazadas porque dicen que no cumple los requisitos y yo me pregunto cómo no va a cumplir los requisitos si está con un tumor canceroso que no es operable, que le ha causado todos los daños que son evidentes y que le impiden trabajar en las condiciones en las que se encuentra", plantea Erika Olguín.
"Mi esposo era el sustento de la familia, pero así como estamos ya no sé qué vamos a tener que hacer porque estamos viviendo prácticamente de la caridad por la ropa que los vecinos me regalan para venderla en la feria, pero tampoco puedo trabajar todos los días con mi marido así como está", narra entre lágrimas la atribulada mujer.
Según Erika Olguín, "antes de esto nunca nos faltó nada porque él es chofer profesional y trabajaba manejando cargas pesadas. No me puedo quejar porque no teníamos grandes cosas pero pagábamos todas las cuentas, nunca nos faltó nada y ahora se nos juntaron cuatro meses, apelamos a otra licencia y nos pidieron el contrato actualizado que ya lo pedimos pero cada vez que nos piden un documento, cumplimos y salen con otra cosa".
La dueña de casa confiesa que "estoy con la soga al cuello, ya que vendimos el auto que teníamos para poder pagar unos meses de arriendo y ahora se me acabó la plata y no tengo de dónde sacar. A veces ni siquiera tenemos azúcar y todo porque no le pagan las licencias. Si mi marido no se está haciendo el enfermo, está enfermo de verdad y muy grave, qué clase de vida le estoy dando con su enfermedad si ni siquiera nos podemos mantener y ahora no tenemos plata para pagar el arriendo, y ahí siguen las licencias estancadas, cuatro meses se cumplieron sin que le paguen y así no se puede vivir".
-Considerando su estado actual, ¿qué le diría a las personas responsables de evaluar las licencias médicas de su marido?
-Que se pusieran la mano en el corazón y vean lo que estamos pasando. No estamos pidiendo ningún regalo, lo que pedimos es que le paguen lo que corresponde porque lleva ya cuatro licencias rechazadas y cada vez que le rechazan una licencia nos dejan sin plata para subsistir. No es posible que tengamos que pasar por un sistema tan indolente porque hasta tengo que conseguirme los traslados con la asistente social porque no tenemos ni siquiera para ir a los controles de oncología. Lo único que tenemos es lo que puedo vender en la feria con la ropita que me regalan, o las rifas que me han hecho los vecinos. La gente tiene muy buena voluntad pero no puede estar ayudando siempre. No veo ninguna solución y cada día que pasa estamos peor, mi marido está peor de salud, no tenemos plata, le rechazan las licencias y nos hunden un poco más".
Casi como un clamor, dice que "ojalá alguien me pudiera ayudar con el Compin, ojalá que alguno de esos funcionarios se conmueva y vengan a ver cómo está mi marido enfermo, sin dientes, con dolores terribles, con su ojito que ya perdió, en esta casa que ocupamos y que no sabemos cómo hacer para poder pagar el arriendo porque todo lo que podíamos vender ya lo vendimos".
Cualquier apoyo para esta pareja se puede gestionar directo en su domicilio de la población Santa Elisa, o bien a través del celular de Erika: +569 5611 9845.
"Lamentablemente, el tumor que no es operable porque no es accesible para ninguna cirugía",
Erika Olguín,, esposa
4 meses lleva Julio Becerra con sus licencias médicas rechazadas, según su esposa.