El talentoso sanantonino que lleva la danza en la sangre
El bailarín Renato Montoya integró el Bafona, con el cual recorrió Latinoamérica. Además, bailó nueve años en el Festival de Viña, participó en una película y hace una década abrió su propia escuela de danza en San Antonio.
Renato Montoya tiene 38 años y recuerda que cuando tenía apenas 5 fue por primera vez a una clase de ballet y quedó tan fascinado que nunca más quiso dejar de bailar.
Las más de tres décadas de experiencia se evidencian al verlo guiar a sus alumnas. Cada movimiento lo hace con elegancia y perfección. El amor por la danza dice que viene de su madre, quien bailaba flamenco durante su juventud y fue quien lo llevaba a ver espectáculos de ballet folclóricos cuando venían por giras a la zona, sin sospechar que algún día integraría el Bafosan, el Bafochi y el Bafona, lo que fue una importante vitrina para mostrar su trabajo y avanzar en el ámbito artístico.
Actualmente, está a cargo de un taller de baile municipal, donde enseña a las sanantoninas a lucirse a través de la música con gracia, como si estuvieran en un espectáculo real. Además, desde hace una década cumplió el objetivo de abrir su Escuela de Danza, que está ubicada en calle La Marina 1671, en Barrancas, donde comparte sus conocimientos con niñas y adultas que al igual que él, disfrutan bailando.
-¿En qué momento te diste cuenta que te motivaba la danza?
-Yo creo que nací con la motivación por la danza, porque la danza me pololeó desde que era chiquitito, toda mi vida he bailado, desde que tengo uso de razón. Cuando entré al colegio en kínder me llevaron a tomar clases de ballet, ahí ya no paré y seguí bailando hasta el día de hoy.
-¿Qué significa esta disciplina para ti?
-He dedicado mi vida a la danza. Gracias a Dios he tenido la oportunidad de ir a Santiago a perfeccionarme en todo lo que hago desde muy chico y ahora estoy acá en la comuna realizando lo que más amo, que es la danza y entregando los conocimientos a la gente de San Antonio.
-Antes era muy cuestionado cuando un hombre quería ser bailarín. ¿Fue tu caso?
-La gente tenía un prejuicio con todos los hombres que bailaban, pero como yo sentía que era lo que quería y amo hacer, nunca le di mucha importancia ni dejé que me afectara dentro de mi vida, para que no perjudicara mi vida profesional. A esa gente cizañera le duró el momento nomás porque como vieron que yo estaba tan claro en la danza, al final terminaron apoyándome. Hasta el día de hoy, hay personas que me han dicho 'cuando niño te molestaba, te hacía bullying porque tú bailabas, y ahora me doy cuenta que fui una persona súper ignorante. Tú seguiste en esto y yo dejé mi sueño trancado en el camino porque me dediqué a otras cosas'.
-¿Cómo fue tu adolescencia en San Antonio?
-Mi adolescencia fue normal, asistía al colegio, viajaba a Santiago, entré a bailar a ballets más profesionales, empecé a tomar clases con otra gente, pero mi juventud no se perdió por hacer mi pasión. La viví con mis amigos, jugué, me subí a árboles, corrimos, me castigaron por mandarme condoros, pero siempre estuvo vinculada a la danza. Nunca me impidió seguir mi sueño que era ser bailarín.
-¿De dónde crees que viene tu amor por lo artístico?
-Mi mamá cuando joven bailaba flamenco y tocaba castañuelas, después con el tiempo dejó de hacerlo y se dedicó a mis hermanos y a criar. En lo artístico ella es la más cercana, después en deporte un tío mío fue jinete, otro corría en auto. Siempre estas actividades extras estuvieron presentes en mi casa.
Trayectoria
-¿Cómo resumirías tu trayectoria como bailarín?
-Durante mi vida profesional me ha tocado hacer bastantes cosas importantes a nivel nacional e internacional. Tengo 38 años y bailo desde los 5, he pasado por distintas escuelas de danza en Santiago, tomando clases con Hugo Urrutia, fui bailarín del Bafochi y del Bafona, trabajé en la película de "Rojo", bailé nueve años en el Festival de Viña, cinco en el Festival del Huaso de Olmué, fui coreógrafo de festivales importantes a nivel nacional y representé a Chile como profesor en Mendoza y Villa Merced en seminarios de especialización en danzas.
-¿Por qué quisiste abrir una escuela de danza en San Antonio?
-Con mi escuela de danza cumplimos 10 años en San Antonio. ¿Por qué no estuvo antes?, porque siempre como bailarín me tocó estar bailando en presentaciones, giras, pero no es que no tuviera el sueño de dar clases de danza acá. Mientras estaba en Santiago, daba clases en San Antonio de baile entretenido. En ese tiempo me di cuenta que acá había muy poco y era exclusivo para algunas personas. Entonces dije, cuando chico tuve que hacer lo mismo, irme a Santiago, tengo los conocimientos, he estado con los mejores profesores y elencos de ballet a nivel nacional, entonces por qué San Antonio no puede tener un profesor que enseñe técnica moderna, contemporánea y clásica. Y me vine a dar clases.
-¿Hay interés en San Antonio por aprender danza?
-Cuando la instalé partimos con cinco alumnas y ahora la escuela tiene una totalidad de entre 50 y 60 alumnos, cuyas edades van desde los 4 a los 70 años. De hecho, tengo cuatro elencos en la escuela que se especializan en tomar clases de técnica contemporánea, moderna, clásica y se hace una fusión sobre eso y se prepara todo lo que es la parte coreográfica, la parte del show para mostrar a la gente.
Ballet folclórico
-¿Cómo llegaste a ser parte de los ballets folclóricos?
-Llegué a conocer el ballet folclórico cuando ya bailaba ballet clásico y moderno. Cuando chico acompañaba a mi mamá a ver al Bafona cuando venía al Montemar, que era muy exclusivo porque vendían entradas y era muy reducido el público que podía ir, pero como a mi mamá siempre le gustó la danza y yo ya hacía, quería que viera esos espectáculos. Después conocí el Bafosan e ingresé, al segundo año de estar ahí, postulé al Bafochi y quedé. Estuve cerca de dos años y audicioné al Bafona y fui seleccionado, ahí estuve seis años. Después se me dio la oportunidad de bailar con Rodrigo Díaz que estaba en Rojo, acompañándolo. En ese momento me invitaron a postular a la película de Rojo y quedé como bailarín.
-¿Qué hiciste después de esa etapa?
-Me llamó para bailar Hiranio Chávez, un folclorista nacional y empecé a conocer otras compañías de danza como la de Hugo Urrutia. De ahí bailé en el Festival de Viña para los Jaivas el último año que estuvo con vida el "Gato" Alquinta, y al otro año me tocó hacerle un homenaje cuando murió. Esa vez hicimos la apertura y bailamos con Soledad, en total bailé nueve años seguidos en el Festival de Viña. Fue muy intensa mi época de bailarín.
-¿Tienes alguna meta personal?
-Trabajar para ser feliz y entregar mi arte a la gente que le interese y que le guste. Esas son mis metas, porque en la vida hay que ser intenso, ambicioso, amable y agradecido. Cuando uno tiene esos cuatro componentes en la vida, las cosas se van dando de a poco, no hay que apresurar nada.
"Yo creo que nací con la motivación por la danza, porque la danza me pololeó desde que era chiquitito, toda mi vida he bailado, desde que tengo uso de razón",
Renato Montoya
"Bailé en el Festival de Viña para los Jaivas el último año que estuvo con vida el "Gato" Alquinta, y al otro año me tocó hacerle un homenaje cuando murió".