Las sirenas despidieron a chofer de ambulancias de urgencia del hospital
Evaristo Calderón Lorca falleció a los 69 años y dejó el recuerdo de un hombre comprometido con la ayuda social y el trabajo sindical.
Los conductores de ambulancias del hospital Claudio Vicuña tienen una costumbre. Cuando uno de los suyos fallece lo acompañan hasta su última morada y en el camino al cementerio hacen sonar las sirenas como despedida.
Dos vehículos de emergencia cumplieron con el ritual para decir adiós a Evaristo Guillermo Calderón Lorca, quien dejó de existir a los 69 años producto de las secuelas de un accidente cerebrovascular que sufrió y que truncó la vida de un hombre comprometido con el trabajo social y también sindical, función que desarrolló en los años que trabajó en el recinto asistencial sanantonino.
Evaristo Calderón nació en Santiago y ese afán por ayudar a la comunidad lo llevó a unirse a la quinta compañía de Bomberos de Ñuñoa.
En la capital trabajó como electricista y vendedor de artículos de este rubro. Ahí conoció a Blanca Luz Vidal Rojas, con quien continuó su camino en la vida y construyó una familia, con dos hijos -Johnny (44) y Oscar (42)- y cuatro nietos. "Llegó con mi madre a la comuna en 1982. El siempre fue electricista y bombero en Santiago, siempre recordaba eso y se sentía muy orgulloso. Trató de formar una brigada acá y siempre apoyaba. Conoció a mi madre en la venta de artículos eléctricos. Un tío (Carlos Vidal) tenía una tienda y ahí la conoció", recordó el hijo mayor.
Buscando mejores oportunidades laborales y económicas, la pareja se trasladó a San Antonio, con sus dos hijos. "Buscaban independencia, cuando llegaron instalaron su propio negocio. Estuvieron en la calle Curicó, entre varios lugares. Pusieron un almacén, también en la feria. También tuvimos otro negocio en la Viuda 10, cuando a mi mamá le salió una casa", agregó Johnny sobre la historia familiar.
Labor social
Blanca y Evaristo cuando se trasladaron a la parte alta de Llolleo no solo desarrollaron una actividad económica. "Empezaron a formar un centro que se llamaba Movimiento de Mujeres por el Desarrollo de San Antonio, que era una agrupación que ayudaba a las mujeres desvalidas, que necesitaban más apoyo y buscaban ingresos. Hacían talleres y las mujeres hacían tejidos o artesanías y las vendían", explicó el hijo mayor.
Luego participaron en una corporación llamada Movinsa que desarrolló cursos de capacitación en la comuna. Evaristo Calderón desempeñaba la función de coordinador: "veía la factibilidad y la planificación de los cursos, la logística, dónde realizarlos, buscar los relatores. Hacían cursos de repostería, peluquería o electricidad, también reparaban casas o hacían beneficios", detalló.
Hospital
En 1992 Evaristo Calderón ingresó al hospital Claudio Vicuña, como conductor de ambulancias del Servicio de Urgencia. El interés por el ámbito social lo llevó a luchar por las demandas sindicales de sus compañeros. "Fue dirigente de la Fenats y buscó beneficios para los socios, buscando mejoras. En ese tiempo los sueldos base eran muy bajos y se mejoraban con las horas extra, que no eran imponibles. Eso los afectaba al momento de jubilar. Pelearon por conseguir mejoras, para que todo fuera imponible", rememoró sobre una de las peleas que dio su padre.
Los horarios de las extenuantes jornadas de los conductores también fue una bandera de lucha de Evaristo Calderón. "Trabajaban un día una noche y dos libres, luego consiguieron mejorar eso. Él se sentía orgulloso de haber conseguido esas cosas", afirmó Johnny Calderón.
Cuando tenía 66 años Evaristo Calderón jubiló en el hospital, pero se mantuvo activo.
Un hecho que destaca su hijo es que "cuando estaba en la corporación y era relator de los cursos los hacía igual con dos o tres alumnos. Las personas tenían que hacer un aporte, a él eso no le importaba. Le interesaba entregar sus conocimientos, no las lucas", afirmó orgulloso.
Una falla multisistémica a causa del ACV terminó con la vida de este activo hombre el miércoles 11 de mayo. Sus restos descansan en el cementerio Parque de Bellavista.
Rolando Cornés, compañero de trabajo de Evaristo, lo recordó como "un caballero, siempre dispuesto a ayudar. Entré en 2010 a trabajar como chofer de ambulancia y estuvimos juntos hasta que jubiló. El ayudaba a los técnicos, en cursos de rescate".
El día del funeral "fuimos con dos ambulancias, sonaron las sirenas para despedirlo".
Su familia, amigos y compañeros de trabajo del hospital de San Antonio despidieron a Evaristo Calderón, con el sonido de las sirenas de las ambulancias de fondo.