Los nuevos descubrimientos del "parque cretácico" de Algarrobo
Entre mayo y junio se han encontrado fósiles de miles de años de antigüedad, que corresponderían al elasmosaurio, un animal marino que habitó esta zona hace 65 millones de años.
La provincia de San Antonio, más conocida en el resto del país por su privilegiada posición frente al mar, nunca ha sido reconocida por el valor de su tierra. A lo mejor su corteza no es tan fértil como la de otros valles, tal vez en sus profundidades no hay codiciados yacimientos o quizás es todo lo anterior y no nos hemos dado cuenta. Por eso es ella quien ha decidido hablar y revelar cómo era hace millones de años atrás, antes de que un hombre pusiera los pies sobre ella.
El hallazgo de materiales fósiles en el borde costero no es inusual, pero pocas veces se han producido tantos en tan poco tiempo.
El 10 de mayo recién pasado la vecina de Algarrobo Jana Toscheva caminaba por la playa Los Tubos, cuando se fijó que había un bloque de piedra. Pudo pasar de largo, pero le pareció algo poco común en el lugar.
Bastaron unos pasos para ver incrustaciones en la roca, las que de más cerca evidenciaban lo que eran: vértebras.
"Hasta un niño se hubiese dado cuenta de que eran vértebras", dijo a los pocos días a Las Últimas Noticias.
Y esa era la única certeza, pero ¿cuántos años tenían?, ¿de qué animal provenían?, ¿qué se podía hacer?
Las preguntas eran muchas, por eso se contactó con el Consejo de Monumentos Nacionales y con José Luis Brito, curador y conservador del Museo de Historia Natural e Histórico de San Antonio (Musa).
Este último, quien a estas alturas conoce cada rincón de la provincia de San Antonio mejor que su propia mano, pudo proveer las respuestas.
Los restos corresponden a un elasmosaurio, "un reptil primitivo acuático de cuello largo que vivió en los mares del cretácico, hace unos 65 millones de años".
El cretácico es un periodo que va después del jurásico. Comenzó hace 145 millones de años y terminó hace 65 millones de años.
El elasmosaurio era un carnívoro enorme que alcanzó a convivir con los dinosaurios antes de su extinción.
Se han hecho descubrimientos que permiten ubicarlo al norte y en el extremo sur del país, en otros puntos del planeta inclusive, pero el hallazgo de Algarrobo es el único de la zona central de Chile.
La playa Los Tubos, por donde estaba paseando aquel día la vecina Toscheva, ya cuenta con antecedentes similares.
Según Brito, en 1863 se encontraron 23 vértebras articuladas, mientras que en 1990 un buzo dio con otra. En 2001, en tanto, se hallaron dientes, costillas y otras partes del mismo animal.
En los últimos días han encontrado nuevas piezas de distintas zonas de su cuerpo, sin embargo, ninguna ha permitido reconstruir su cráneo.
A pesar de las interrogantes que aún persisten, hay varias certezas respecto al elasmosaurio.
De acuerdo al relato de Brito, "los restos que se han encontrado a lo largo del tiempo de este animal han permitido determinar que era de una longitud de unos ocho a diez metros de largo caracterizado por su cuello largo y sus extremidades como aletas".
"Era un depredador marino que cazaba peces y moluscos", prosigue.
Hallazgos
En 1863, el naturalista y ornitólogo alemán Luis Landbeeck encontró en la "Quebrada de la municipalidad" -como se conoce a ese lugar de Algarrobo por su proximidad al municipio- restos fósiles de 23 vértebras, las que primero se atribuyeron a otro animal prehistórico.
Este y otros descubrimientos han sido posibles gracias una característica particular del suelo algarrobino.
Brito explica que en "en 1915, Johannes Brüggen, geólogo llegado al país por invitación del gobierno del Presidente Ramón Barros Luco, logra descifrar que la particular riqueza de fósiles del subsuelo de Algarrobo se debe a la presencia de dos plataformas rocosas correspondientes a dos pisos de periodos primitivos diferentes que afloran en la superficie de costado, una de ellas perteneciente al cretácico superior con más de 65 millones de años atrás".
Lo anterior, en palabras sencillas, quiere decir que ese punto del litoral es rico en fósiles y debe ser conservado.
Ya en 1980 el investigador chileno Juan Tavera constató el deterioro del patrimonio geológico producto de faenas inmobiliarias en la costa.
Diez años después, en 1990, un buzo encuentra una curiosa vértebra en la parte sumergida de este sitio paleontológico y se lo entrega al ecólogo chileno Juan Grau, quien además era vecino de Algarrobo.
En 2001, el naturalista José Luis Brito Montero es alertado por estudiantes algarrobinos de la presencia de restos paleontológicos en una construcción.
Tras varios viajes al lugar encuentra nuevas vértebras de elasmosaurios, restos de costillas, varias falanges, dientes y otros restos de este reptil marino, además de dientes de peces, tiburones y troncos primitivos.
"Se dio cuenta al Consejo de Monumentos Nacionales que los sedimentos habían sido retirados del lugar, trasladados en camiones y arrojados a una quebrada existente detrás del estacionamiento de buses de Algarrobo, distante unos tres kilómetros del lugar del hallazgo en la zona costera inmediata. Esta quebrada en la actualidad fue rellenada totalmente y ya no existe", dice Brito.
"El rescate de los restos fue muy dificultoso pues en forma constante llegaban nuevos camiones con material y se corría serio riesgo no solo de que los restos que se intentaban rescatar quedaran sepultados, sino también significaban un peligro para los mismos rescatistas al estar trabajando en la parte baja del lugar", relata.
Estos fósiles se encuentran depositados en el Museo de Historia Natural e Histórico de San Antonio.
Extinción
Pero qué pasó con el elasmosaurio. Se extinguieron hace 65 millones de años con el último dinosaurio, cuando también se redujo la gran diversidad de tiburones, la mayor parte de la vegetación y, según se cree, se extinguieron más de la mitad de las especies que habitaban el mundo.
Esto luego de que un asteroide impactara al planeta, de acuerdo a las teorías científicas con mayor consenso, lo que habría alterado los océanos y levantado grandes cantidades de polvo y humo, que privaron a la Tierra de la energía del sol, impidiendo la fotosíntesis.
Además, gases e incendios provocaron que se disparara la temperatura del planeta, a la que las tortugas, los cocodrilos y algunos anfibios sobrevivieron. Las aves también se libraron, pero no el elasmosaurio.
Protección
Y ahora, millones de años después, los rastros que quedan de ellos peligran nuevamente por el voraz paso del hombre.
"Se está buscando que toda esta área (de los descubrimientos) sea protegida mediante la ley de monumentos nacionales o que esta zona tenga la protección de santuario de la naturaleza por su riqueza medioambiental", recalcó Brito.
"En Algarrobo hay un verdadero parque cretácico, del que aún tenemos mucho por descubrir, pero para eso tenemos que protegerlo", finalizó.
"En Algarrobo hay un verdadero parque cretácico, del que aún tenemos mucho por descubrir, pero para eso tenemos que protegerlo",
José Luis Brito,, curador y conservador del Museo de Historia Natural e Histórico de San Antonio (Musa).