El chileno que se topó con una megabacteria
Es uno de los microorganismos más grandes de la naturaleza y fue hallado en las costas del norte por un docente penquista en medio de una expedición.
Cristian Aguayo Venegas | La Estrella de Concepción
Han pasado 60 años desde que el doctor Víctor Gallardo, docente de oceanografía de la Universidad de Concepción, hiciera un hallazgo que hasta hoy resuena en la escena de la Biología Marina.
En julio de 1962, en medio de una investigación en las costas del norte de Chile, el especialista dio con Thioploca, una de las megabacterias más grandes de la naturaleza.
"Esta expedición coincidió con mi regreso de Europa en 1961. En ese momento, escuché que se hablaba de una expedición para precisar sobre la oceanografía en ese lugar", comentó el especialista.
El doctor Gallardo señaló que en un principio "íbamos a probar una hipótesis que se manejaba en Europa sobre que la fauna marina debajo de la zona de mareas era similar en todo el mundo".
No obstante, lo que encontrarían cambiaría el punto de la investigación. "Yo traía equipos para muestrear el fondo marino desde Dinamarca con la intención de muestrear los animales marinos e invertebrados y rastras para recoger organismos más grandes, y resulta que, no se dio lo que esperábamos", detalló.
"En cambio, había unos filamentos que parecían espaguetis, eran blancos y estaban en el fondo reducido, el que se dice así cuando está cargado de gas sulfhídrico, que tiene un olor parecido al de un huevo podrido, y me llevé una sorpresa", afirmó.
"No sacamos camarones, caracoles ni gusanos, que era lo que esperábamos. Así partió esto", agregó.
En su regreso a Dinamarca, el doctor Gallardo dio con algo que se había encontrado por primera vez, lo que fue confirmado en Estados Unidos por un especialista en la materia.
"Llevé unas muestras de ese filamento y se las mostré a un profesor en Estados Unidos, pero este señor vio la muestra y me dijo 'esto no lo conozco, no lo había visto nunca", explicó.
El problema era que con la comunicación que había en aquella época, era difícil poder darlo a conocer, hasta que la revista Nature logró publicarlo.
"Mucha gente dudó sobre el tamaño de esta vida, ya que las bacterias normalmente son microscópicas, y estas son macroscópicas y se pueden ver a simple vista", señaló.
El doctor Gallardo comentó que "este descubrimiento demostró la existencia de una vida que prácticamente no usa oxígeno, porque aparte de Thioploca, que sí depende en alguna medida del oxígeno, los organismos que lo acompañan en la comunidad viven más profundamente en el sedimento donde no hay nada de oxígeno, solo el gas del sulfuro de hidrógeno, y que es tóxico para todos los organismos que usan oxígeno, y que es el tipo de vida que hubo en el planeta antes que existiera el oxígeno, alrededor de 2 mil 300 millones atrás".
Trascendencia
"Hay colegas que incluso publican que esto podría haber sido transportado por cometas o meteoritos, y la expedición que está haciendo la Nasa en Marte, en estos momentos, lo que anda buscando son fósiles de este tipo de organismos", afirmó el doctor Gallardo.
El especialista complementa que "si hubiesen vivido en Marte, esa es la hipótesis, eventualmente los lagos o mares que existieron en Marte y que se perdieron, podrían haber dejado rastros en rocas".
"Entonces, ese descubrimiento del '62 está teniendo una trascendencia muy importante y se ha conectado con una de las disciplinas más modernas y que está en boga que es la exobiología", comentó.
El docente de la UdeC señaló que "poco a poco va revolucionando la escena científica, además de que, este descubrimiento tomó mucho tiempo en interpretar su importancia y trascendencia, pero afortunadamente otras disciplinas han seguido sus pasos".
"La exobiología es la visión de buscar explicaciones a la vida en el universo, y nosotros, ya no nos podemos quedar estudiando lo que tenemos, sino que debemos estudiar de dónde vino esto, como apareció, y este hallazgo está contribuyendo en mantenernos en la frontera de la investigación científica", finalizó.