El artista que plasmó la biodiversidad del litoral en un gigantesco mural
Francisco Ramos tardó más de cuatro años en concretar su sueño. Su obra, de 450 metros cuadrados y que le significó cerca de 120 días de arduo trabajo, ya puede ser apreciada por la comunidad de El Quisco y de toda la provincia.
Cuatro años de golpear puertas le costó al destacado artista Francisco Ramos para ver concretado uno de sus tantos sueños.
Su idea original era intervenir el frontis de la municipalidad con un mural de quiscos. Para tal efecto, le presentó a la administración anterior el proyecto. Uno de sus argumento era que la población no sabe que el nombre de la comuna de El Quisco proviene del cactus "Echinopsis chiloensis", especie vegetal que fue preponderante en las quebradas y cerros del Litoral Central.
"A ella (la alcaldesa Natalia Carrasco) le gustó, pero me ofreció intervenir toda la plaza Yungay, que era un proyecto que llevaba años sin realizarse. Me pareció una estupenda oportunidad para desarrollar el concepto, abarcando toda la biodiversidad de la comuna", recuerda el pintor y muralista.
Francisco "Pancho" Ramos, quien reside en la comuna quisqueña hace más de siete años, y viene a ella desde hace más de 50, por currículo no se queda: realizó estudios de urbanismo y artes en la Universidad Católica de Chile, y obtuvo su licenciatura en artes en la Universidad Finis Terrae. Además, posee un magíster en historia crítica del arte y la arquitectura, en la Universidad Mayor. También cursó estudios de perfeccionamiento en Berlín (Alemania), y en Edimburgo (Escocia), por citar algunos.
Ramos cuenta que la Municipalidad de El Quisco no tenía fondos para financiar su iniciativa artística, así que presentó el proyecto al Fondart, donde tampoco le fue bien. "No alcanzó la puntuación para ser aprobado ya que el jurado consideró que era una obra demasiado grande para ser realizada por una sola persona; yo consideré que no necesitaba ayudantes".
En medio de la pandemia volvió al ataque, presentándolo a la actual administración municipal. Después de cuatro meses, le dijeron que no contaban con fondos para aquello. Pero como dice el viejo refrán "no está muerto quien pelea", este docente y profesional de las artes insistió presentando esta vez su proyecto al Centro Cultural Camilo Mori, donde por fin desde allí se gestionaron los respectivos recursos.
Así, su sueño comenzó a ver el final del túnel, para dar a luz y dejar plasmada, en más de 450 metros cuadrados de murales, la biodiversidad a través de vivos y múltiples colores. En su obra se pueden apreciar una variedad de animales, peces, plantas, pájaros y seres del fondo marino. Es uno de los murales más extensos del país, el que le significó más de 120 días de arduo trabajo. "Generé un fondo celeste que unificara todos los muros de la plaza, muy luminoso, que recuerda el cielo, el mar y que resulta acogedor", comenta su creador, quien de paso anuncia que también intervendrá las escaleras, por lo que su obra sumará 600 metros cuadrados .
Campaña
Para este artista visual, la ignorancia de la gente con respecto a no saber lo del quisco, y su relación con el nombre propio de la comuna, la entiende como una falta de identificación de los habitantes con su lugar de residencia. "Existe un absoluto desconocimiento del valor natural de este territorio, concentrándose en aspectos urbanos, lo que ha provocado la catástrofe inmobiliaria que posee El Quisco", plantea desde su mirada crítica.
Aprovecha la instancia para hacer una campaña por cambiar el nombre de la plaza Yungay (el que fue puesto entre gallos y medianoche, hace 20 años, aproximadamente). "Yo le pondría plaza de la Biodiversidad", ha postulado Ramos ante las autoridades municipales para ser rebautizada.
"Considero importante el cambio que se le hizo a la plaza, y por cierto que es fundamental remplazar su nombre por uno más positivo, que refleje la conexión con los biosistemas, para romper el paradigma de El Quisco flaite, el que solo ofrece empanadas, reguetón y juegos mecánicos", afirma el creador del mural que hoy llena de colores, alegría y biodiversidad a uno de los puntos más visitados de la comuna.
Como todo artista que se precie de tal, Francisco Ramos es crítico, y tiene claro hacia dónde debe apuntar su amado El Quisco, la comuna que eligió para vivir cerca del mar y lejos de la vorágine de las grandes urbes. "Hay que cambiar el paradigma de consumo de un balneario ruidoso, pendenciero, criminal. Sacar a los vendedores callejeros, a los vendedores de alcohol y droga, a los perros de la calle, y atraer turistas que deseen disfrutar de los ritmos naturales, el sol, el mar, y respetar a los animales y las plantas nativas", propone desde su mirada.
"No alcanzó la puntuación para ser aprobado (en el Fondart) ya que el jurado consideró que era una obra demasiado grande para ser realizada por una sola persona",
Francisco Ramos
"Generé un fondo celeste que unificara todos los muros de la plaza (Yungay), muy luminoso, que recuerda el cielo, el mar y que resulta acogedor",
Francisco Ramos
"Existe un absoluto desconocimiento del valor natural de este territorio, concentrándose en aspectos urbanos, lo que ha provocado la catástrofe inmobiliaria que posee El Quisco",
Francisco Ramos
4 meses de arduo trabajo le significó el mural, uno de los más grandes del país, a su creador.
600 metros sumará el mural una vez que Francisco Ramos intervenga las escaleras de la plaza.